sábado, octubre 31, 2009

Bodas de plata con la poesía

Entrar allí es volar, sin esperas y sin escalas, hasta otro lugar, hasta otro tiempo donde el tiempo no corre, donde un café es, más que una bebida, una llamada a las musas y donde una mirada puede quedarse prendida en el ganchillo que acaricia las mesas de madera antigua para clavarse, quién sabe si años después, en el alma de algún desenamorado taciturno.

Croché es un oasis de inspiración en medio de la solemnidad, tan majestuosa como fría, de la piedra herreriana escurialense. Es un hogar para las musas, un paraíso para la creación, un refugio acogedor para la palabra. Y, quien quiera pruebas, ahí tiene su historial: 25 años, 25, de apuesta por la poesía, con un premio que, sin ínfulas ni grandes pretensiones, se ha convertido en internacional por la dispar procedencia de sus miles de participantes.


En estas bodas de plata con la poesía, 859 han sido los poetas que han presentados sus obras, desde los más diversos rincones de la geografía española hasta otros países como Argentina, Brasil, Cuba, Estados Unidos, Panamá, Rusia, Venezuela y Uruguay.

Como regalo de sábado, me permito dejar prendidos en esta entrada los versos ganadores. Corresponden a José Pozo Madrid, de Tomelloso (Ciudad Real), y llevan por título Qué fácil fue creer.



ACTUALIZACIÓN: El autor del poema se ha puesto en contacto con este blog y me ha pedido que retire los versos, puesto que quiere publicarlos en otro poemario. Quedo a la espera del enlace para poder darle la publicidad que creo merece.

En la imagen, el ganador del XXV Premio de Poesía Cafetín Croché, José Pozo Madrid, lee su poema.

viernes, octubre 16, 2009

La carta que nunca leerás

No sé cómo empezar estas líneas, porque no sé cómo se escribe a quien no va a leerte. O sí, vete tú a saber, que una siempre tiene la sensación de teclear en el vacío, sin ojos que recorran cada golpe de letra.

Hace cuatro años que no estás. Cuatro años ya. ¿O estuviste alguna vez? Sí, alguna sí. No quiero ser injusta. Aunque ya da igual.

Hace cuatro años que no estás y apenas te echo de menos. Ni hoy, ni el año pasado, ni el otro anterior, ni el día siguiente a aquel día.

Sólo sé que, desde que te fuiste, mi vida ha cambiado. Mucho. ¿Sabes?, ya no grito tanto ni me mosqueo por cualquier cosa. Ya tengo más claro qué es lo que quiero. O al menos qué es lo que no quiero. Y sé a quién quiero. Sí, créetelo. Otra cosa más que te has perdido.

Tenías esa extraña virtud. La de perdértelo todo. Y hasta te perdiste a ti mismo.

Y eso es lo que yo no pienso consentir. Yo no me voy a perder. Ni voy a perder a la gente que quiero. Porque no quiero cosas. Sólo quiero gente. Y ésa es mi grandeza.

Que sí, qué coño, que soy grande, aunque siga sin haber crecido.

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