martes, agosto 31, 2010

La faena más cara



Llegó lloroso. Supongo que lo recuerdo porque le he visto pocas veces llorar. Yo estaba sentada frente al tocador de mi madre, chismorreando entre sus abalorios mientras ella iba y venía por el dormitorio. Él llegó, se apoyó en el quicio de la puerta y sólo dijo: "Al Yiyo lo ha matado un toro".

Ha sido una de las pocas veces que he visto a mi padre llorar. Y quizá por eso la muerte de José Cubero Yiyo, aun siendo una niña, me impactó tanto.


Nunca le vi torear. Y si lo he visto, no me acuerdo. Pero dicen los entendidos –y los que no entienden, pero se empapan del Cossío o cuentan que otro les contó que alguien le estuvo contando– que lo tenía todo para llegar a ser máxima figura del toreo.

Tenía elegancia. Tenía valor. Hondura, temple, garra, raza. Era sobrio, pero esa sencillez, adusta, era tan de verdad, tan desgarradora, que embelesaba al toro en la muleta y conmocionaba los tendidos. Sobre todo, al sector femenino de la plaza. Porque, además de buen torero, Yiyo era un guaperas. Sonriente y galán, se llevaba de calle a las gachís y rompió más de un corazón entre las jóvenes ochenteras.

Hasta que llegó Burlero y el corazón que terminó roto, pero roto de verdad, fue el suyo. El de José. El del Príncipe del Toreo.


Homenaje a José Cubero Yiyo en Colmenar Viejo.

Ayer hizo 25 años de aquello. Y su tragedia sigue doliendo. Más si cabe. Porque la leyenda negra muchas veces se queda en que Yiyo fue el espada que tuvo que estoquear a Avispado, el toro que mató a Paquirri en la fatídica tarde de Pozoblanco. Y lo que a menudo no se cuenta es toda la desgracia que rodeó aquella historia.

Que Yiyo no estaba anunciado en Colmenar. Que esa mañana salió corriendo, sin apenas despedirse de nadie en su barrio, en Canillejas, porque le podía la ilusión de sustituir a Curro Romero en la segunda plaza de Madrid.

Que aquel 30 de agosto de 1985 hizo la mejor faena de su vida. Y que cuando hirió de muerte a Burlero, tirándose en corto y por derecho, con verdad, para cortarle las dos orejas, él mismo supo que Burlero le había matado a él. Que así se lo dijo a su peón de confianza: "Pali, este toro me ha matado".

Que llegó cadáver a la enfermería, con los ojos vueltos y el rostro cerúleo.

Que Antoñete, de quien se decía iba a ser Yiyo el sustituto y que tantos entrenamientos había compartido con él en "El Olivar", salió de la plaza desmadejado, llorando como un niño.

Que su madre, Marta, y su padre, Juan, le amortajaron con su terno preferido, aquel burdeos y azabache que hacía honor a la localidad francesa donde nació.

Y que poco tiempo después de que le enterraran, su apoderado, Tomás Redondo, que tanto había luchado contra un sistema que le negaba el pan y la sal a su torero, se quitó la vida. Y que Chocolate, su fiel mozo de espadas, terminó muriendo de pena.

Pese a toda la tragedia, su padre sonríe cuando recuerda a su hijo. Y nos da las gracias a los periodistas que estos días hemos tratado de honrar su memoria. Hojea el magnífico libro de la peña El Rescoldo, que con tanto esfuerzo publica cada año mi buen amigo Maxi –y que este año, por cierto, ha dado el do de pecho con el homenaje a Yiyo–, y me dice, orgulloso: "Mira, mira qué muletazo. ¡Y tenía sólo once años! ¿Y ves este traje? Con este traje está enterrado".

Se le pone a una el vello de punta. Este hombre, que tanto rencor podía guardarle a los toros, que le arrebataron un hijo con sólo 21 años y le hacen seguir sufriendo con otros dos hijos toreros, que se han jugado y se juegan la vida vestidos de plata, transmite grandeza. Sabe que su hijo, aun muerto joven, extremadamente joven, de haber podido elegir, habría elegido precisamente esa muerte. La muerte en el ruedo. Después de una faena gloriosa. La mejor de su vida.

Quizá por eso todos los toreros dicen que la mejor faena de su vida está por llegar. Porque es la más cara de todas.



13 comentarios:

  1. Yo no soy de toros ni mi familia pero ayer me lo dijo mi madre, anda hace 25 años que se murio el torero Yiyo, yo ni tenia uso de razon, tendria un año asiq ni me acuerdo..pero cuando eres torero puedes pagar faenas asi de caras y realmente poco pasa para el riesgo al q se someten

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  2. Me has emocionado, Noelia.
    No sabía gran cosa de este valiente torero que se nos fue tan joven.

    Me puso esta mañana David Gistau en El Mundo un nudo en la garganta, y tú, has terminado por estrecharlo un poco más.

    Saludos

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  3. Mypinkbubble: efectivamente, uno es torero porque está dispuesto a dar su vida en el ruedo. Es algo que el resto de los mortales no llegamos a entender, pero por eso son héroes.

    Bate, muchas gracias. Tengo que leer a Gistau sin falta.

    Besos a los dos.

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  4. Por cierto Noelia, te dejo con
    un documento excepcional
    , por venir de quién viene, y hacia quién va.

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  5. A mí sí que se ha puesto el vello de punta al leerte. Qué bonito post, Noelia.

    Un beso.

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  6. como se nota que los "toros" te llegan y te tocan la fibra... muy buen post. ;)

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  7. Noelia...me emocionó hasta las lagrimas su texto dedicado a los 25 años de facellido del Yiyo..me dio mucha ternura el que rompía corazones de nosotros las ochenteras...yo puedo decirle que antes de conocerle ya me habían dado mariposas en el estomago..un amigo de la familia era amigo de Tomas y lo había encontrado en la Navidad del 82 ..le comento que vendría mientras le mostraba fotos nuestras..pregunto quien era y me mando una postal que decía "En la espera de conocerte muy pronto te mando un beso" Jose Cubero "Yiyo" lamento con toda mi alma no tener más que una foto de todas las que tenía de él por que un infeliz nos dejo en la calle a mi madre y a mi..y perdí lo que más amaba mis recuerdos del Yiyo y los de mi padre quien murió cuando yo tenía 4 años. De verdad que lindo su Homenaje. Un abrazo desde México

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  8. Bate: gran documento, sí señor. ¿Cómo lo has conseguido? ¿Y a qué trofeo se refiere Churchill?

    Ana: gracias, de verdad. Espero seguir leyéndonos.

    Little: no lo puedo evitar, los toros me apasionan y las historias de grandeza como la de Yiyo no se pueden contar todos los días.

    Mary Carmen: te agradezco el comentario y lamento mucho tu sufrimiento. Muchas gracias por compartir tus vivencias con mis lectores. Te espero en este "Devezencuandario".

    Besos.

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  9. Noelia, estees el blog, pertenece a un periodista del ABC, Ignacio Quintano, y le dedica por lo general, mucho espacio a los temas taurinos. Creo que te gustará.

    Un beso.

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  10. Noeli: creo que me corresponde aclarar en tu blog a que trofeo se refería W.Churchill en el telegrama de pésame que le mandó a doña Angustias por la muerte de su hijo.
    Sin memoria ninguna y sin tiempo para tirar de archivo, no puedo dar otros datos del toro, ni nombre ni ganadería a la que perteneció, pero sí que se lidió creo que en Valencia y, creo también sin mirar papeles, que fue en el año 1944.
    Ese toro, negro, era lucero. Para los profanos debe decirse que un toro lucero es un toro todo de la misma capa, o pelo, que tiene en la frente una mancha de otro color, generalmente blanca.
    Pues bien, ese toro que mató Manolete en Valencia llevaba en la frente una V gigante que partía desde la cepa de ambos cuernos para llegarle el vértice casi al hocico del animal.
    Manuel Rodríguez mandó disecar la cabeza y se la envió al mandatario con una carta en la que, empleando la V blanca que llevaba el toro en la cara, desearle la Victoria a los Aliados, como así ocurrito un año más tarde, en la carnicería horripilante de II Guerra Mundial.

    La condesa de Estraza

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  11. Condesa, menos mal que está usted al quite de la cuestión... Toda una experta en Manolete, sin duda, como ya le he hecho saber a mi amigo Bate en su blog.

    Un beso y gracias por su visita.

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  12. Leí ayer creo la columna de David Gistau sobre el Yiyo, una historia preciosa.
    Me he acordado de esa historia diez al leer tu precioso post

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  13. ¡Gracias, Peterlulupan! Efectivamente, el artículo de Gistau es de diez.

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Gracias por contribuir a este blog con tus comentarios... pero te agradezco aún más que te identifiques.

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