Imagen: Diario Colmenar.
Llegó lloroso. Supongo que lo recuerdo porque le he visto pocas veces llorar. Yo estaba sentada frente al tocador de mi madre, chismorreando entre sus abalorios mientras ella iba y venía por el dormitorio. Él llegó, se apoyó en el quicio de la puerta y sólo dijo: "Al Yiyo lo ha matado un toro".
Ha sido una de las pocas veces que he visto a mi padre llorar. Y quizá por eso la muerte de José Cubero Yiyo, aun siendo una niña, me impactó tanto.