lunes, marzo 31, 2008

Los hombres de mi almohada. El hombre gaseosa

Parece transparente. Se destapa y, de momento, tiene gas. Sube, y sube, y sube. Si no tienes cuidado, quizá hasta se salga de la botella, tanta es su energía inicial. En ocasiones, puede llegar a hacerte creer que es, incluso, chispeante. Esos primeros instantes los vive en su propia burbuja y te lleva hasta ella sin pedirte siquiera permiso. Te arrastra con ese torrente carbónico suyo que hasta parece natural.

Sin embargo, de pronto, sin venir a cuento, se desinfla. Las burbujas se van por donde vinieron, la botella se queda vacía y el líquido que había dentro, lejos de seguir siendo transparente, se va enturbiando como por encantamiento.


El mismo encantamiento que parecía tener este hombre gaseosa, la última de mis adquisiciones en este mercado de cenutrios del que soy, sin quererlo, clienta preferente.

El calificativo me lo sugirió Carmen una noche de desconcierto. Yo buscaba una explicación al parón de sus otrora insistentes llamadas, que le hicieron agobiarse solo, y ella sólo me respondió: "Nena, no busques razón alguna: este niño está en el pasillo de los hombres gaseosa... mucho ímpetu al principio, pero poca duración".

Y lo cierto es que C., como casi siempre, tenía razón. Porque la primera tarde -por suerte, no le llegué a oír roncar- las burbujas le duraron dos descorches. La segunda -quién iba a decirlo-, ni siquiera eso. Y yo que empezaba a buscar en el pasillo de los yogures, ilusa de mí, pensando que iba a estar mejor nutrida...

Claro, no contaba con que los yogures, a veces, te los venden caducados. Y, cuando se pasan de fecha, el calcio se convierte en gas carbónico. Y la gaseosa -oh, dolor-, dura lo que dura. O sea, asalto y medio.

Foto: Tintura, por Manel, en Flickr.

domingo, marzo 30, 2008

Los hombres de mi almohada

Mi almohada está desierta. Bueno, la mía, exactamente, no. Tiene mi cabeza encima y pesa un huevo -¿será por eso que la aguja de la báscula no cede ni de coña?-. Me refiero a la de al lado. La de al lado siempre está vacía. Vamos, que duermo sola. Y, como suelta la Keaton en Cuando menos te lo esperas, debe de ser que estoy empezando a asumir mi condición de single -que es como llaman ahora a los solterones... y suena muy fino, oyes-, porque ya me he acostumbrado a dormir en el medio de la cama. Nada de dormir en un ladito. Metro y medio de colchón de látex para mí solita. Con un par -de calcetines... que se me quedan los pies congeladitos-.

Pero no siempre ha sido así. La almohada de al lado, a veces, ha tenido ocupante. Alguno ha roncado. Otro, simplemente, ha pasado por allí, ha hecho lo que ha podido, se ha vestido y aquí paz y después gloria.

Y también están las almohadas de los contrarios, que alguna he frecuentado.

Y luego vienen los contrarios que han frecuentado mi almohadón, solo con su imagen -distorsionada casi siempre, por cierto, porque, como han demostrado en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona, el amor es ciego y el enamoramiento, digo yo, más todavía-.

Hace tiempo que quiero escribir de todos ellos -sin que se note, porque luego se creen importantes y se vuelven más imbéciles todavía de lo que ya son-, entre otras cosas porque, según me dicen todas mis amigas -lo que confirma mis teorías y me absuelve del pecado del victimismo-, no conocen a nadie que sea capaz de atraer, como yo, a tan grande número de cenutrios en un radio de mil kilómetros a la redonda.

Pero ha sido Petrarca quien, con sus posts sobre sus mujeres, me ha dado el empujón definitivo.

Así que ahí van los míos. Los hombres de mi almohada.

Temblad, malditos...

Actualización: presiento -o quiero creer, o lo que sea- que este post marca el inicio de una nueva aventura blogosférica, así que, de ahora en adelante, estos vómito-relatos se volcarán directamente en el váter -limpito, eso sí- que puede encontrarse en Los hombres de mi almohada.

sábado, marzo 29, 2008

El cielo, siempre por delante

Asistir a un nacimiento es como chutarse un soplo de aire fresco en vena -que digo yo que siempre será más efectivo que aspirarlo, aunque no tengo experiencia ni en lo uno ni en lo otro-. Y, aunque no soporto el viento -entre otras cosas, porque con viento es imposible torear y te expones a la más cruel de las cornadas, por no hablar de que en los lugares donde sopla el viento es donde más locos por metro cuadrado azotan las conciencias ajenas mientras desperdician las neuronas propias- y el fresco no me convence -los frescos, menos-, me gustan los soplos -que no los soplones- en forma de nueva vida.

El registro civil blogosférico acoge desde hace unos días un nuevo habitante de esta peculiar red de letras: se llama El Cielo Delante y es el refugio literario de María Paredes -mi querida Umbralita- y Almudena Toral.

He de reconocer que me puede la amistad, y que es posible que peque de falta de objetividad. O de ausencia completa. Pero, aunque de momento el niño solo ha hecho tres pucheritos en forma de entradas, esas tres caritas me conmueven.

Como muestra, la última instantánea:

Nuestras vidas están azules. Tengo ganas de llorarte entre las cejas y de escapar por la ventana. No es mucha altura, pero tengo vértigo de no saber adónde miras ni si miras. Hay un montón de palacios que se han escondido a la risa de aquellos que tienen ganas de olvidar. Fuguémonos. A un mundo en el que no suenen los teléfonos y los horarios sean sólo nuestra excusa para querernos en los armarios.

Bienvenidas, chicas. Y que vuestro matrimonio sea duradero. Y el niño crezca sano y fuerte. Ah, y si puede ser niña, mejor. Sufro de desconfianza perenne e irremisible hacia el género masculino. Aunque sea en forma de poema.

Y, por supuesto, que el cielo nunca deje de estar delante. Siempre por delante.

jueves, marzo 27, 2008

Estrené la primavera

Las cosas llegan porque sí. Cuando quieren. Y como quieren.

De nada vale que uno se encabrone con la espera. No sirve preguntarse el porqué de la tardanza. O incluso de la ausencia absoluta. Como bien dice P., "lo que esté para ti, no te lo va a quitar nadie".

Y para mí estaba estrenar la primavera en Sevilla. Pisar este refugio del duende justo el primer día de la estación más mágica del año. Ni antes ni después. En el momento exacto en que el sol guiña el ojo con más gracia y calienta con más pellizco y el olfato se embriaga con esa mezcla inigualable de azahar e incienso, que solo en Sevilla es sublime, y no abruma, ni aturde. Inspira. Nada más. Y nada menos.

Pisé las calles de mi Sevilla el mismo día en que el Cachorro, después de cuatro años expirando en soledad, sin poder subir al cielo hispalense, clavado en la cruz de la lluvia imprudente que le impedía atravesar las puertas de su capilla, derramaba de nuevo su poder, su majestad, su señorío, por todos y cada uno de los rincones de la ciudad, desde la calle Castilla hasta la santa iglesia catedral, pasando por la Campana, por la calle Sierpes y, después, cómo no, por el Baratillo.

Allí, la luna meció en sus brazos al Crucificado trianero, y lo acunó, y lo acogió dulcemente en el arrullo de su claridad llorosa, y así, poquito a poco, se lo fue llevando con ella al cielo, mientras una corneta de Coria rasgaba el aire con el gemido certero de su lamento saetero.

miércoles, marzo 26, 2008

De regreso, un brillante

Regresé con el corazón cuajado de emociones, pero con el alma rota en mil pedazos. Hecha añicos, esquirlas muy pequeñas, con cientos de miles de caras en las que se reflejaban, como por encanto, todos esos instantes de magia inigualables, indescriptibles, que se pueden llegar a vivir en una sola tarde de primavera en las calles de Sevilla.

Con la lágrima a punto, una sevillana -hada, princesa, reina de la blogosfera- me curó de parte de mis males y transformó el puchero en sonrisa con un premio inmerecido -y no lo escribo desde la falta modestia, sino quizá desde la insuficiencia de autoestima que me corroe las entrañas-.

Mara ha distinguido este humilde Devezencuandario con el Brillante Weblog, galardón que se otorga a "webs y blogs que resalten por su brillantez tanto en temática como en diseño. Y con el mismo propósito de promocionar entre todos una vez más la blogosfera mundial".

Como cada premiado ha de repartir sus brillos con otros siete bloggers, aquí van mis elegidos:

* Rosa J.C.: es un valor seguro. Gran periodista, escribe sobre cualquier tema que pueda resultar de interés, sin morderse la lengua. Es una maestra de la blogosfera -y de las nuevas tecnologías en general- y, por encima de todo, mi mentora en esto de internet. Es brillante en sí misma, así que el premio no le hace mucha falta, pero creo que lo merece sin lugar a dudas.

* De pezón a rabo: ¿quién va a descubrir ahora a la Condesa de Estraza? ¿Quién puede decir algo nuevo de su sensibilidad, de su prosa afilada, de su tecla valiente, de su señorío, de su elegancia cañí y cañera? Por si todo esto fuera poco, acaba de estrenar diseño, femenino, sugerente... Condesa, a sus pies.

* A Cara Descubierta y El diario de Petrarca (ex aequo): sus relatos (de ambos) son de altura. Sus temas, frescos. Es un gustazo leerlos. Y una envidia, de vez en cuando, también. Prosa urbana de lo más brillante.

* Blog Lunaro: cuenta las vicisitudes del periodismo con el rigor de un buen profesional y con el sentimiento de un gran hombre. No tiene pelos en la lengua. Su bandera es la verdad. Defiende lo que cree justo y no encuentra límites para sus convicciones. Sólo tiene el defecto de ser culé, pero nadie es perfecto, ¿no?

* Las horas discretas: un auténtico paraíso de la poesía. Sus letras erizan la piel y zarandean el alma. Igual que las de Ushuaia, a la que dedico este brillante compartido para animarla con su Hadalandia... ¡¡ponte las pilas, preciosa!!

* El mundo por montera: Covi es mucha Covi. Tiene clase, sensibilidad, es culta, le pierde Sevilla... y es brillante, sí señora.

* Retorno a Manderley y La Sala de Cine: dos blogs indispensables para los amantes del séptimo arte, donde pueden encontrarse las últimas referencias de la gran pantalla y también curiosidades de años ha.

Para todos los premiados, ahí van las instrucciones de uso del Brillante Weblog:

* Al recibir el premio, se ha de escribir un post mostrando el premio y se ha de citar el nombre del blog o web que te lo regala y enlazarlo al post de ese blog o web que te nombra ganador.
* Elegir un mínimo de siete blogs (pueden ser más) que creas que brillan por su temática y/o su diseño. Escribir sus nombres y los enlaces a ellos. Avisarles de que han sido premiados con el premio "Brillante Weblog".
* Opcional. Exhibir el premio con orgullo en tu blog haciendo enlace al post que tú escribes sobre él.

viernes, marzo 14, 2008

Una historia de amor como otra cualquiera

No comulgo con muchas ideas de Lucía Etxebarria, pero me gusta cómo escribe. Y me ha gustado Una historia de amor como otra cualquiera, sucesión de quince relatos en los que diferentes mujeres cuentan sus historias de amor, casi siempre convertidas, por motivos diferentes, en desamor desgarrado.

En este sentido, uno de los aspectos más positivos del libro es que las protagonistas terminan cogiendo las riendas de su propia vida. O casi. O sea, que aunque no haya final con felicidad y perdices, las historias terminan bien. Más o menos.

Me quedo con las siguientes frases:

  • “Uno debe estar al lado de los que quiere incluso cuando duda de ellos, que eso es el amor”.
  • “¿No sería que las acciones de cada uno no responden al azar sino que determinan a veces las de otros de una manera que nunca el uno podría haber sospechado?”.
  • “Al amor, mariposas en el estómago, le había sucedido el orgullo, cangrejos en el estómago, las pinzas rabiosas exigiendo una reparación”.
  • “En el amor, y en el jazz, el placer depende de la sorpresa, de lo inesperado, de la improvisación. El momento sublime de un concierto o de una relación es precisamente ése en el que todo se descalabra, en el que lo previsible se hace imprevisible y es entonces cuando se cumplen las armonías y los actos que segundos antes resultaban inimaginables”.
  • “Paradójicamente, esa obsesión moderna por el Gran Amor, el Único, el Irremplazable, sirve de excusa para rechazar el amor cuando éste se presenta, y así la compromisofóbica se siente moralmente respaldada por la sociedad en la que vive. No es que rechace el amor, se dice, es más bien que el amor aún no le ha llegado”.
  • “No quería pertenecer a una raza de mujeres que, como su madre, nunca conocieron la magnitud exacta del amor o el placer, que no quería seguir compartiendo la estupidez que sacrifica vidas y destinos a convenciones absurdas, que no quería vivir encerrada en una estructura hueca pero bien barnizada, pasando del amor a la ternura, de la ternura a la lástima, de la lástima al resentimiento”.
  • “Natalia ya sabe que puede sobrevivir, cambiar de mesa y de piso y de cama, ya levantó la cabeza, va a volver a levantarla, lo sabe, de la misma forma que sabe que la lluvia de hoy se repetirá mañana”.
Lucía Etxebarria, Una historia de amor como otra cualquiera, Espasa Calpe, Madrid, 2003.

Sí sé por qué te quiero

Eres grande. Hoy, quizá un poco más. Porque cumples años, pero, sobre todo, porque sumas vida. Y corazón. Y esas adiciones no se miden en centímetros. Ni en gramos. Ni en litros.

El corazón se mide en voces que consuelan. En susurros que curan. En caricias que ayudan a cicatrizar heridas. En miradas que dan aliento.

Si no fuera por tu corazón, muchas noches las lágrimas, traidoras casi siempre, habrían anegado una almohada pringada de rímel y temerosa de sueños.

Si no fuera por tu corazón, muchos días no tendrían luz suficiente como para escoger el camino adecuado -ni siquiera para seguir a tientas el más sencillo, el que viene marcado por no sé quién desde no sé dónde- y las tinieblas, que a veces nos parecen eternas, terminarían por jugar con el infinito, a sabiendas de que tienen los días contados.

Si no fuera por tu corazón, habría sido más difícil descubrir quién soy y, sobre todo, tener valor para escoger quién quiero ser.

Y por eso te quiero. Por eso y por otras cosas más, que quizá ni siquiera yo misma sepa, ni llegue a saber nunca, ni falta que hace, porque te tengo, y me tienes, y con eso basta.

Feliz cumpleaños, J. Que sean muchos, muchos más.



Ana Belén y Víctor Manuel, "No sé por qué te quiero".

domingo, marzo 09, 2008

Expiación

Al fin lo terminé. Me ha costado, porque es un libro largo y porque Ian McEwan es espeso en muchas ocasiones. Como en la segunda parte de este libro, una de sus mejores obras, según la crítica -seguramente por el planteamiento narrativo y por un desenlace lo bastante abierto como para dejar un resquicio a la duda y lo bastante cerrado como para no parecer un final precipitado-.

Aunque no he mentido nunca tanto como ella, me identifico con Briony y su amor por la literatura. No sé si terminaré, igual que ella, convertida en una viejecita venerable con decenas de títulos publicados y elogiados, pero quizá lo intente.

De Expiación me quedo con las siguientes anotaciones:

Al describir la debilidad de un personaje era inevitable exponer la suya propia; el lector no podía no conjeturar que estaba describiéndose a sí misma. ¿Qué otra autoridad podía tener ella? Sólo cuando un relato estaba terminado, todos los destinos resueltos y toda la trama cerrada de cabo a rabo, de suerte que se asemejaba, al menos en este aspecto, a todos los demás relatos acabados que había en el mundo, podía sentirse inmune y en condiciones de agujerear los márgenes, atar los capítulos con un bramante, pintar o dibujar la cubierta e ir a enseñar la obra concluida a su madre o a su padre, cuando estaba en casa.

No todas las cosas tenían una causa, y pretender lo contrario era una interferencia en los procesos del mundo que resultaba fútil y que incluso podía ocasionar pesadumbre. Algunas cosas eran simplemente como eran.

El mundo sobre el cual corría la amaba y le daría lo que ella deseaba, y lo haría posible. Y, cuando lo hiciera, ella lo describiría. ¿No era escribir una especie de vuelo, una forma asequible de vuelo, de imaginación, de antojo?

¿Cómo puede una novelista alcanzar la expiación cuando, con su poder absoluto de decidir desenlaces, ella es también Dios? No hay nadie, ningún ser ni forma superior a la que pueda apelar, con la que pueda reconciliarse o que pueda perdonarla. No hay nada aparte de ella misma. Ha fijado en su imaginación los límites y los términos. No hay expiación para Dios, ni para los novelistas, aunque sean ateos. Esta tarea ha sido siempre imposible, y en esto ha residido el quid de la cuestión. La tentativa lo era todo.

Ian McEwan, Expiación, Anagrama, Barcelona, 2002.

sábado, marzo 08, 2008

Unos hijos de puta

"Estoy muy orgullosa de mi padre... y sólo puedo decir que han sido unos hijos de puta".

Es la frase que lo resume todo. Todo el sentimiento, todo el desgarro, todo el dolor y la mala hostia que le suben a uno por la garganta y le martillean la boca del estómago cuando ETA mata de nuevo.


Con el gesto sereno, cogiendo aire poco a poco, sin que se note demasiado, para que no le ceda ni un poco la voz, para que no se le nuble la vista y ni una sola lágrima traidora se le escape por el rabillo del ojo y le caiga mejilla abajo; serena, con esa entereza postiza que provoca la nebulosa de los malos sueños, Sandra Carrasco condenaba el asesinato de su padre y empujaba a todos los españoles a acudir mañana a las urnas como signo inequívoco de madurez democrática frente a la barbarie etarra.

Ella, mañana, votará. Con su padre recién enterrado, votará. Con su dolor a cuestas, votará. Se despertará y quizá uno de los primeros impulsos sea buscar a su padre en la cocina para preguntarle a qué hora van al colegio. Pero entonces se dará cuenta de que su padre no está. Que no va a poder preguntarle ni eso ni nada. Ni mañana, ni el lunes, ni dentro de cuatro años, ni nunca.

Que no va a poder ir con él a ninguna parte, pero que él irá siempre con ella. Y que ella seguirá defendiendo las libertades en su nombre. En el de los dos. Aunque les pese a esos "hijos de puta".

Foto: elpais.com.

Hoy es mi día

Se supone que hoy es un día especial, pero, qué quieren que les diga: no han sonado campanillas celestiales cuando he abierto la pestaña, ni la aguja de la báscula ha retrocedido milagrosamente, ni se ha llenado la nevera por obra y gracia del espíritu de turno -que muy santo no debe de ser, porque hace tiempo que no paso por el confesionario y no me prodigo en obras de caridad-, ni me aguardaban en el móvil mensajes insinuantes. Nada. Nada de particular.

La agenda internacional, grandilocuente, protocolaria y políticamente correcta, señala hoy, 8 de marzo, como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Perdón: sin "Trabajadora", que alguien, hace un año o dos, se dio cuenta de que trabajar, trabajar, lo que se dice trabajar, trabajamos todas. Nos paguen o no. Tengamos o no nómina y cuenta corriente propias.

No sé cómo celebrarlo. En mi casa, la agenda marca limpiar. Sé que no es muy propio de fecha tan reivindicativa e igualitaria, pero en mi humilde hogar, si no limpio yo, reina la mierda. O, cuando menos, la pelusa. Y las migas del pan de la tostada. Que, como hoy es mi día, no toca ponerse a régimen.

lunes, marzo 03, 2008

Una corrida muy peculiar

Es uno de los grupos de rock con más fuerza del panorama internacional. Después de publicar su quinto álbum, hace casi tres años, la revista Rolling Stone -o sea, algo así como la biblia de la música- ensalzó a Jack y Meg White con estas palabras:

"Si pasara que fueras parte de una banda de rock, pero no eres ninguno de The White Stripes, sería muy feo ser tú ahora mismo".

Ahora cantan en español su último sencillo, "Conquista", para cuyo videoclip se han convertido en toreros de un peculiar festejo, en el que la compasión por el toro -que, en este caso, se supone actúa como la herramienta conquistadora en cuestión- termina por volverse contra uno mismo mientras el objeto de la conquista pasa millas del irredento enamorado.

Atención, pregunta: ¿de dónde habrán sacado semejantes ropajes? ¿Les habrá asesorado El Pana?



The White Stripes
, "Conquest".

El tour de Rosa

Mi plima Rosa lo está bordando. Hace tiempo que la admiro por su capacidad de trabajo, por su valía profesional y personal y por la solidez de sus convicciones -además de por su eficacísima e increíble gestión del tiempo... me pregunto si sus días también son de veinticuatro horas-.

El otro día me encontré con su firma en la portada de elpais.com y, aunque quede tonto decirlo -y mucho más aún escribirlo-, me hizo mucha ilusión.

Ánimo, Rosa... te queda poquito y te estás saliendo.

P.D.: Sigues teniendo guardada una cosita en mi casa... ¡¡ha sobrevivido a la mudanza!!

domingo, marzo 02, 2008

El otro Atleti-Barça

Ayer ganó el Atleti. Albricias. Notición: de sobra es sabido que somos "los Pupas" y perdemos siempre.

Hace mucho que no veo un Atleti-Barça. De hecho, hace mucho que no veo al Atleti. O un partido, en general, sin colores, sin bufandas y sin fanáticos que gritan mientras bañan en cerveza el nudo que hace en el estómago el sentimiento futbolero. Pero recuerdo que los Atleti-Barça eran encuentros trepidantes, donde la ocasión de gol estaba a la vuelta del tobillo, los "uyyyyy" se subían de manera permanente a las gargantas nerviosas y el marcador amenazaba con sucumbir a la locura de las vueltas y revueltas provocadas por goles sacados de la manga de una jugada maestra.

Anoche se me presentó una ocasión de oro para volver a las andadas futboleras, con experimento sociológico incluido, pues pude haber sucumbido a la pasión del derbi con un culé al lado. Sin embargo, nuestro encuentro, que también tuvo dos tiempos y también duró casi dos horas, fue más dialéctico que otra cosa. No hablamos de fútbol. Ni falta que hizo. Llevábamos demasiado tiempo conociéndonos por nuestras teclas como para tirar de guiones rancios.

Hablamos de un presente incierto, de un futuro amenazante y de un pasado que no necesariamente fue mejor. Nuestra lengua sucumbió a la tentación del periodismo y no pudo resistirse al comentario crítico de la situación caótica que sufre la profesión. Tocamos el corazón con la palabra y tratamos de comprender algo mejor los vaivenes neuronales de nuestros contrarios. Y hablamos también de padres, de madres, de amigos que son más que familia, de amigas que ejercen como oráculos contemporáneos y de dietas que no siempre funcionan porque hace falta mucha voluntad para cincelarse un cuerpo de capricho.

Ayer conocí a Javier Lunaro. Vino a Madrid y no paró hasta que dio con mi voz al otro lado del teléfono. Quizá no se lo agradecí a tiempo. Pero me siento agradecida, en todo caso.

Fue un derbi de lo más apasionante. Y espero que se repita. Y, si se puede -lo lamento, Javier, pero los colores son los colores-, que vuelva a ganar mi Atleti.

P.D.: El otro gran descubrimiento del día fue Yoyogurt, una nueva ¿yogurería? que han abierto en el Planetocio de C. Villalba y que "amenaza" con convertirse en lugar de peregrinación frecuente. Digo yo que, a fin de cuentas, la adicción al yogurt no ha de ser demasiado insana ni demasiado calórica.

P.D.: Y también hubo "caza de erratas"...


Quizá la "holla" es más grande, por aquello de sobrarle una letra...

sábado, marzo 01, 2008

El día después

El día después no llega con resaca. Lo lamento, pero no me emborraché. Bebí del elixir del arte, sí, caté sorbitos de duende y alegré el paladar con gotitas de prestancia y remembranzas de sueños, pero emborracharme, lo que se dice emborracharme de toreo, no me emborraché.

Reapareció Morante y concitó a sus incondicionales en Vistalegre. Y hasta le tocaron palmas por bulerías, e incluso pareció que el cemento armado quería crugir, acunado en la dulce cadencia sublime de una verónica onírica. Pero claro, a servidora, El Pana le cortó el rollo. Desde el principio. Con ese ¿traje? de ¿luces? inclasificable, con aires de pijama; con sus andares pesados; con su toreo ¿peculiar? -sí, dejémoslo en peculiar-. Uff.

Espero con avidez las fotos de Paloma. La de ayer fue la primera de una -espero- extensa nómina de tardes a dúo, mano a mano, o pluma a objetivo, con el objetivo común de contar la magia del toreo.

Ayer se sumó al equipo Conchita. Con sus comentarios lo bordó. Qué tía, oyes.

Buena gente

Nací con retraso y así sigo. Por detrás de casi todo. Con los relojes parados por turnos e infinidad de tareas pendientes. Achaco mi desidia a la anécdota de mi falta de prisa por partir de la cálida oscuridad del abrigo materno, aunque sé bien que, en realidad, es por una fragilidad de ánimo y de voluntad dignas de estudio.

En fin. Autodisculpas aparte, tengo decenas de artículos por comentar. De momento, empezaré por el de ayer. Es el post de Juan Cruz en Mira que te lo tengo dicho y me toca de cerca. Si bien apunto con letras de fuego la cita de Ángel Gabilondo, para que no se me olvide nunca que ser buena gente es condición sine qua non para ser buen periodista -y para ser buen de todo, ¿no?-, copio sin pudor en las siguientes líneas la entrada completa. Merece la pena. Creo.

Ser periodista

Si naciera otra vez otra vez querría ser periodista. El mejor oficio del mundo. Y puede ser también el más abyecto. Lo practica gente de todas clases, y mucha gente de la que lo practica no lo quiere. Los que lo quieren y lo defienden son buena gente. Ayer lo dijo Ángel Gabilondo, el rector de la Autónoma, en la inauguración/clausura de los cursos del master de Periodismo de EL PAÍS y la Autónoma: "Sin ser buena gente no se puede ser periodista". Se puede; pero lo aconsejable es que se sea buena gente. Estamos en un tiempo en que es necesaria la gimnasia de la nobleza; el periodismo es tan delicado como esas mariposas que hacen el viaje de Canadá a México para reprdocuirse; viven seis meses, tardan diez días en hacer el viaje, son frágiles pero decididas. El periodismo no es exactamente una mariposa, a veces es un murciélago. Para hacerlo bien hace falta mucha gimnasia, como para ser buena gente.

Juan Cruz.

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