Asistir a un nacimiento es como chutarse un soplo de aire fresco en vena -que digo yo que siempre será más efectivo que aspirarlo, aunque no tengo experiencia ni en lo uno ni en lo otro-. Y, aunque no soporto el viento -entre otras cosas, porque con viento es imposible torear y te expones a la más cruel de las cornadas, por no hablar de que en los lugares donde sopla el viento es donde más locos por metro cuadrado azotan las conciencias ajenas mientras desperdician las neuronas propias- y el fresco no me convence -los frescos, menos-, me gustan los soplos -que no los soplones- en forma de nueva vida.
El registro civil blogosférico acoge desde hace unos días un nuevo habitante de esta peculiar red de letras: se llama El Cielo Delante y es el refugio literario de María Paredes -mi querida Umbralita- y Almudena Toral.
He de reconocer que me puede la amistad, y que es posible que peque de falta de objetividad. O de ausencia completa. Pero, aunque de momento el niño solo ha hecho tres pucheritos en forma de entradas, esas tres caritas me conmueven.
Como muestra, la última instantánea:
Nuestras vidas están azules. Tengo ganas de llorarte entre las cejas y de escapar por la ventana. No es mucha altura, pero tengo vértigo de no saber adónde miras ni si miras. Hay un montón de palacios que se han escondido a la risa de aquellos que tienen ganas de olvidar. Fuguémonos. A un mundo en el que no suenen los teléfonos y los horarios sean sólo nuestra excusa para querernos en los armarios.
Bienvenidas, chicas. Y que vuestro matrimonio sea duradero. Y el niño crezca sano y fuerte. Ah, y si puede ser niña, mejor. Sufro de desconfianza perenne e irremisible hacia el género masculino. Aunque sea en forma de poema.
Y, por supuesto, que el cielo nunca deje de estar delante. Siempre por delante.
Me gusta esa foto del sushi llevado al extremo !!
ResponderEliminarEs la imagen que identifica el blog que menciono... Estas chicas son unos ases.
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