Mi almohada está desierta. Bueno, la mía, exactamente, no. Tiene mi cabeza encima y pesa un huevo -¿será por eso que la aguja de la báscula no cede ni de coña?-. Me refiero a la de al lado. La de al lado siempre está vacía. Vamos, que duermo sola. Y, como suelta la Keaton en Cuando menos te lo esperas, debe de ser que estoy empezando a asumir mi condición de single -que es como llaman ahora a los solterones... y suena muy fino, oyes-, porque ya me he acostumbrado a dormir en el medio de la cama. Nada de dormir en un ladito. Metro y medio de colchón de látex para mí solita. Con un par -de calcetines... que se me quedan los pies congeladitos-.
Pero no siempre ha sido así. La almohada de al lado, a veces, ha tenido ocupante. Alguno ha roncado. Otro, simplemente, ha pasado por allí, ha hecho lo que ha podido, se ha vestido y aquí paz y después gloria.
Y también están las almohadas de los contrarios, que alguna he frecuentado.
Y luego vienen los contrarios que han frecuentado mi almohadón, solo con su imagen -distorsionada casi siempre, por cierto, porque, como han demostrado en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona, el amor es ciego y el enamoramiento, digo yo, más todavía-.
Hace tiempo que quiero escribir de todos ellos -sin que se note, porque luego se creen importantes y se vuelven más imbéciles todavía de lo que ya son-, entre otras cosas porque, según me dicen todas mis amigas -lo que confirma mis teorías y me absuelve del pecado del victimismo-, no conocen a nadie que sea capaz de atraer, como yo, a tan grande número de cenutrios en un radio de mil kilómetros a la redonda.
Pero ha sido Petrarca quien, con sus posts sobre sus mujeres, me ha dado el empujón definitivo.
Así que ahí van los míos. Los hombres de mi almohada.
Temblad, malditos...
Actualización: presiento -o quiero creer, o lo que sea- que este post marca el inicio de una nueva aventura blogosférica, así que, de ahora en adelante, estos vómito-relatos se volcarán directamente en el váter -limpito, eso sí- que puede encontrarse en Los hombres de mi almohada.
Despedázales si se lo merecen, Noelia... Ansioso estoy de leerlo, como leí con sumo interés el listado de Petrarca. Pero no todos somos malos, ¿eh...?
ResponderEliminarYo no podría hacerlo, dejaría ver demasiadas cosas que no quiero que se vean...
Tengo la sensación de haber destapado la caja de Pandora. XD
ResponderEliminarUn amigo me decia: Si no estas a gusto en ese lugar, cambiate a la sección oportunidades.
ResponderEliminarPero, la verdad que el mercao para los que somos Singles está regulá.
Quizas pedimos mucho, quizas nos conformamos con poco, quizas demos mucho, quizas demos poco...
Que se sé.
No se donde leí una frase de alguien que le decia a otro:
- Que tal la esperanza?
- La esperanza? ah, la esperanza, esa guarrilla vestida de verde...
Pues eso Noe, esperanzemonos anquesea de broma!.
Juan: no es mi intención hacer de carnicera, pese a que la mayoría me hayan cortado en cachitos, si no el corazón, sí la voluntad y la autoestima. De todos modos, como siempre, mezclaré la realidad con la ficción... ¡¡Lo que nos vamos a reír!!
ResponderEliminarPetrarca: me has animado, simplemente. Aunque lo tuyo es más bonito... más sentimental.
William: efectivamente, el mercado está fatal. Pero fatal. Y la inflación no tiene nada que ver, porque resulta que el problema es la devaluación (de valores, de sentimientos... de todo lo que puede llegar a buscar una persona "normal", vaya). Y sí, quizá exigimos mucho. Pero digo yo que para estar con cualquiera y reducir el amor al aguante, mejor estar solito, ¿no?
Besos por doquier.
Pues claro que no, eso nunca, cuando el amor se convierte en aguante, hay que empezar a decir adiós, que a veces el ser Single tiene sus suculentas ventajas y vuelves a ser tú.
ResponderEliminarCiertamente... ya lo dice el refranero, que es muy sabio: "Más vale estar solo que mal acompañado".
ResponderEliminarImagino que alguno llegó a ser bueno y el error (si se reconoce) llegó a ser propio. Queda una imagen de que todos somos malos.. snif, snif...
ResponderEliminarNo, hombre... malos no fueron todos, claro... pero hay que ironizar...
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