jueves, octubre 27, 2011

Honestidad literaria



Cada día me siento más orgullosa de publicar en Eutelequia. Saber que una editora joven, independiente, que va por la vida a pecho descubierto, quiere apostar por nuevas voces sin obsesionarse por lo que puedan vender es como encontrar vino en el desierto. Y que el vino en cuestión sea un Vega Sicilia. La hostia, vamos.

Hoy Eutelequia estrena una nueva propuesta cultural para Madrid: las tertulias literarias tituladas "La huella de otros escritores en la literatura contemporánea española". Una vez al mes, un autor eutelequiano se sube al escenario del bar Diablos Azules para practicar un ejercicio de honestidad: rendir homenaje a aquellos escritores que han influido en su obra.

Abre plaza Esteban Gutiérrez Gómez, que nos contará cómo han influido en su última novela, La enfermedad del lado izquierdo, las letras de Hermann Hesse y Julio Cortázar. La cita: jueves 27 de octubre a las 20:30 horas en Diablos Azules (c/ Apodaca, 6, Madrid).

¿Que compráis el libro? Pues además de llevaros unas páginas más que interesantes, Eutelequia os invita a vino, caña o refresco. 

miércoles, octubre 26, 2011

Umbral es la puerta

Foto: El Mundo
"Dentro de mí está el idioma como dentro de un reloj parado está el tiempo". Francisco Umbral no sabía vivir sin despegarse de la tecla. Respiraba palabras. No. Respiraba literatura. Y sus letras no eran una simple pose ante la página. Eran un auténtico ejemplo de compromiso social, que hacían a Umbral traspasar el dintel de literato para convertirlo en tótem del periodismo.

La figura de Francisco Umbral ha sido, cuatro años después de su muerte, el centro de dos días de ponencias y mesas redondas que, bajo el título "Los placeres literarios: Francisco Umbral como lector", han analizado el papel del escritor en la literatura y el periodismo español, pero también sus influencias, las resonancias que autores como Proust o incluso Quevedo tienen en las páginas de su ingente producción literaria.

Como escribió Pedro J. Ramírez, "cuando nos falte Umbral tendremos que volver a Umbral", y así lo hicieron el propio director de El Mundo, Luis María Anson, Carmen Rigalt, César Antonio Molina, Ángel Antonio Herrera, Lourdes Ventura o quien le ha sustituido en la última de El Mundo, Raúl del Pozo, además de otros escritores y críticos literarios.

En sus palabras, una máxima que nadie discute: Umbral es la puerta al articulismo. La columna contemporánea no puede comprenderse sin sus aportaciones, que combinaban un talento literario insuperable hasta la fecha con "un compromiso intelectual con la manera de entender el papel de los medios en una sociedad democrática", según Pedro J. Ramírez.
Foto: Disueño Comunicación
A Umbral le escamotearon los máximos reconocimientos literarios. Murió soñando con el Nobel y con entrar en la Real Academia Española de la Lengua. Pero era incómodo. No se callaba. Escribía lo que pensaba, y pensaba diferente, y lo escribía como nadie. Y hay demasiadas mentes estrechas incapaces de aprehender semejante grandeza.

En un rapto de corrección política, Umbral le puso los cuernos a El Mundo, en cuyo equipo fundacional había participado. Pensaba que si escribía en el ABC lo tendría más fácil para meterse entre los hilos de la bufanda a ese establisment que le negaba el pan y la sal. Pero nunca fue un buen chico. No valía. Era un rebelde que nutría su vena canalla con el placer cotidiano de decir lo que pensaba. Y la aventura de ABC le duró minuto y medio.

Claro que quienes le despreciaron se olvidaban de que su obra está por encima del tiempo. Por encima de quienes cayeron aplastados por el peso incuestionable de sus metáforas. Por encima incluso de su propia grandeza pluma en mano. "Nadie en el siglo XX ha escrito con la calidad literaria de Umbral. No tiene parangón en el memorialismo y en el articulismo", según Luis María Anson (que fue su director en ABC), y si, como dice Carmen Rigalt, "con Umbral se acaba un tiempo", sobre esta nueva época se desliza, rotunda, la pluma tan perfecta como irreverente de Umbral, que ya en Mortal y rosa nos convenció de que "quizá la literatura sea eso. Desaparecer en la escritura y reaparecer, gloriosamente, al ser leído".

Publicado en Diariocrítico.

martes, octubre 25, 2011

No es país para señores

Foto: Javier Arroyo para Aplausos

Nunca antes un mechón blanco había sido sinónimo de torería. Hasta que llegó Antoñete y lo cambió todo volviendo a lo que nunca cambia: el toreo eterno. El clasicismo.

Lo de Chenel no era solo toreo. Era un modo de vida. Era el Carpe diem a la española. El aquí y ahora. El querer fumarse la vida aunque la vida misma se empeñase en regalarle tabacazos sin ton ni son.

Y ahí estaba él, recogiendo las colillas que los señoritos se dejaban a medias en Las Ventas para poder vendérselas a los obreros y ganar cuatro perras con las que malcomer.

Y ahí seguía, refugiándose en la casa del mayoral del coso de la calle de Alcalá porque sus padres, represaliados del régimen franquista, no tenían ni futuro ni presente que ofrecerle. Solo pasado. De dolor y rabia.

Y él cogió el dolor y lo transformó en torería. En esa manera de andar, por la plaza y por la vida, con la cabeza alta y el corazón al otro lado del pecho, siempre por delante, cargando la suerte a golpes de señorío.

Qué tendría Antoñete que los modernos de la movida lo enarbolaron como uno de sus símbolos. Él solito consiguió atraer a la plaza a miles de jóvenes que llenaron los tendidos de chupas de cuero, de peinados imposibles, de rebeldía, de aires nuevos, de ganas de comerse el mundo. Y luego dicen que el toreo es de derechas. Menuda panda de indocumentados.

Torero de toreros, en su adiós lluvioso logró sacar a la calle a más de cinco mil personas que le jalearon en su última puerta grande. Y hasta el sol le hizo un corte de mangas a las nubes para sacarle pañuelos blancos en esos cinco minutos de gloria eterna.

Qué curioso. Torero de toreros y lo más granado del escalafón se excusó para no llevarle en volandas en su faena más sentida. Para qué mentar ausencias. No lo merecen. Mejor decir cómo le gritaron "Torero, torero", con las lágrimas agarradas entre las pestañas, Manuel Caballero, Rafaelillo, Luis Miguel Encabo, El Boni, El Puno, Martín Recio, David Navalón "El Jaro", Enrique Ponce, Julio Pedro Saavedra, Miguel Abellán, Javier Conde, Cayetano Rivera, José Manuel Montoliú, Antonio Ferrera, Robleño, David Luguillano, Juan Mora, El Soro. Y seguro que alguno más que no logré ver entre el gentío. Toreros de verdad. Con honor y respeto por sus maestros. Con vergüenza torera.

Y su gente. Su Madrid echado a la calle, llenando la explanada de Las Ventas como en sus mejores tardes, queriendo tocar el capote de la Virgen de la Paloma que lo cubría, llorando desconsolados, gritándole "Viva" porque un señor como él nunca muere.

Qué pena que este no sea país para señores.

Publicado en Madrid2Noticias.

domingo, octubre 23, 2011

Chenel infinito


Tenía la voz de lija y el corazón de seda. Las muñecas rotas. Huesecillos de cristal como cuentas de un rosario con el que orar al dios del toreo desde el altar mismo de la torería.

Era el pecho por delante. Frente al toro y en la vida. La mirada profunda. El gesto sereno. La palabra justa. Medida.

Medida y temple. Dosis justas de todo menos de grandeza y verdad torera.


Un toque. Eh, eh toro. Distancia. Vente, vente. Y la pierna hacia delante, en la vía misma que conduce por igual a la muerte y a la gloria. Vente, toro, vente.

El coraje. Las ganas de darse por completo. El corazón abierto en dos en la muleta, etérea y firme a un tiempo. El tormento hecho placer en el compás de una verónica con el mentón hundido, en el bordado de una media con el cuerpo cimbreante, que no vencido.


El torear sin torear. El salir de la cara del toro con elegancia, sin aspavientos. Que quien tiene clase empapa con ella cada granito de arena hasta lograr que pueda agarrar en el ruedo la raíz más firme de la nobleza.

Y sin tener sangre azul. Ni falta que le hacía. Su sangre era lila. Lila sabiduría. Lila independencia. Lila dignidad.

Lila y oro para un torero con el alma de diamante. 

Se va Chenel. Se va el aroma. Se va la esencia de la torería. Elegancia y lujo en el frasco recio del clasicismo. Un ayer que no es pasado. Un futuro que empezó a ser antes de llegar.

Ya lo dijo esa gran dama que nació Gabrielle y murió Coco, que el estilo jamás pasa de moda. Y sin quererlo, describió el aroma a Chenel. Chenel sin número. Chenel infinito. 


Última faena de Antonio Chenel "Antoñete" en la plaza de Las Ventas de Madrid, el 24 de junio de 1998. Era su 66 cumpleaños. Toreró dos toros gratis, a puerta abierta. Cortó tres orejas y salió a hombros por la Puerta Grande.

miércoles, octubre 19, 2011

Marta Rivera de la Cruz: "La vida de cada uno empieza con cada crisis"

Marta Rivera de la Cruz

Marta Rivera de la Cruz es una de esas escritoras que poco a poco, de forma sigilosa, sin necesidad de entrar en tromba en las listas de los más vendidos, te conquista como lector. Terminas una de sus obras y sientes la necesidad de empezar con otra, porque te ha conquistado su capacidad para hacer malabares con el lenguaje y, sobre todo, para hacer de él una suerte de hilo de Ariadna que guía al Teseo/lector por un laberinto minotáurico hecho de historias nacidas en la esquina de otra historia y ésta, a su vez, en un hueco mínimo que deja otra historia más.

Su última obra, La vida después (Ed. Planeta) es además un ejercicio de equilibrismo en la difícil cuerda de las (casi siempre) convulsas relaciones entre sexos: cuenta la historia de una amistad entre un hombre y una mujer. Así, como suena. Una amistad que trasciende los cafés de compromiso y las tardes de compañía obligada para convertirse, tras la muerte del hombre. en una demostración de amor en toda regla. Porque la amistad, en el fondo, no es más que una forma de amor.

-La vida después es la historia de dos grandes amistades entretejidas por los hilos del amor. Si le dan a elegir, ¿con qué se queda: amistad o amor?
-Siempre he pensado que se puede vivir sin amor, pero no sin amigos. En el fondo, la amistad es mucho más desinteresada que el amor, que digan lo que digan es fundamentalmente egoísta.



-En el booktrailer de la novela [que la escritora grabó con su propio iPhone] la gente contesta a la pregunta del millón: ¿pueden un hombre y una mujer ser amigos? ¿Fue esta la pregunta que motivó esta novela?
-Esa era la pregunta que quería responder cuando empecé a escribir.

-Las mujeres llevan el peso de la trama: ¿acaso es un guiño a las lectoras, que superan en número, según las estadísticas, a los lectores?
 -No. Salió así. En mi anterior novela, el protagonista es un hombre... ¡y vendió más de veinte mil ejemplares!

-¿Y qué hay después de la vida?
-No lo sé. Pero la vida de cada uno empieza más de una vez, con cada crisis, con cada cambio.

-¿Y antes de una novela?
-Una historia que me empieza a rondar mi cabeza y de la que no me libro hasta que me siento a escribir. Y, por supuesto, muchas dudas, inquietudes e inseguridades.

-Greta Garbo, el Berlín de los años 30... vuelve usted a otro tiempo que también aparece en algunas de sus obras. ¿Le tira el pasado?
-La literatura y el cine son la única forma de viajar en el tiempo, así que echo mano de ambos.

-Si pudiera subir en la máquina del tiempo, ¿por qué personaje de aquella época se cambiaría?
-Me gustaría disfrutar una estancia en el París de la Belle Époque convertida en Misia Sert en París.

-Victoria, una de las protagonistas de "La vida después", se resigna a una vida sin amor, pero cuajadita de dinero. ¿Cuántas Victorias ha conocido en la sociedad actual?
-He conocido a muchas personas a las que no gusta su vida, pero que tienen miedo a romper con todo y empezar de cero.

-La novela es una historia hecha de historias que a su vez se componen de otras historias, algo que ya sucedía, por ejemplo, en El inventor de historias (Ed. Planeta). ¿De dónde viene esta pasión por convertir sus novelas en matrioskas rusas?
-No es pasión: es la única forma de narrar que conozco. No sería capaz de contar una historia en línea recta.

-Si le dan a escoger, ¿reportajes o novelas? No, no me diga que las dos: solo tiene una oportunidad: ¿el reportaje de su vida o la novela de su vida?
-Es una decisión dura... pero me quedo con la novela.

-Como experta en Comunicación Política, ¿cómo ve "La vida después" del 20N?
-Difícil. Es una gran incógnita. Pero prefiero pensar que también sobreviviremos a esto.

Publicado en Diariocrítico.

martes, octubre 18, 2011

Mil días

Los padres de Marta del Castillo (Foto: Alejandro Ruesga / El País)




Levanta los ojos. Mira hacia el frente. Lleva mil días con la vista perdida, pero a él quiere mirarlo a la cara. Como le ha mirado siempre. Con la verdad por delante. Las entrañas desgarradas. Con la sangre de hembra herida deslizándose por el mármol frío de una corte que, llamada a hacer justicia, se ha convertido en el refugio infame de una panda de malnacidos.


Van por allí sin temerle a nada. Entran, salen. Hablan, callan. Dicen que hicieron. Luego dicen que no dijeron. Y que si hicieron no se acuerdan. Y nadie es capaz de hacerles decir al fin la verdad.

Lleva la pena cosida en las pupilas, ayunas de esperanza. Y aunque el dolor quiso cegarla, sigue con los ojos bien abiertos, al acecho de una prueba, la más nimia, que le acerque a los restos de su hija.

No pide más que una tumba donde llevarle flores. Una lápida que abrillantar cada primero de noviembre. Un lugar donde rezarle. Donde ir a estar con ella.

Porque su hija lleva mil días perdida. Sin que se sepa dónde está. Y estando en todas partes a la vez.

Está en su cuarto. Está en Triana. Está en el río. Está en aquel maldito piso de León XIII que se levanta a solo cien metros de la oficina donde cada mañana va a ganarse el pan para seguir alimentando a sus otras dos hijas.

Porque la vida sigue. La de los demás. La suya se paró hace mil días. 

Publicado en Madrid2noticias.

domingo, octubre 16, 2011

Brava, amiga

Eres la sonrisa eterna. El brillo incontenible en la mirada. La caricia en el suspiro. El beso mecido en la cuna dulce de tus manos.

Pero bajo el manto de ternura que te envuelve se rebela una mujer valiente. Con esa bravura que solo cabe demostrar cuando toca luchar a muerte por la vida.

Tú lo has hecho. Te has crecido en el castigo. Has mecido la negrura de un mal sueño en el capote grácil de tu valor sin cuento. Lo has arrullado al son de naturales largos y templados, como solo las figuras son capaces de dibujar sobre las arenas movedizas de un futuro incierto.

Y después, llegada la hora de la verdad, has dejado la espada en lo alto, pasándote el dolor muy cerca pero sabiendo darle salida con el toque preciso de una muleta etérea.

Y nos has dejado a todos dibujando en el aire flores hechas de pañuelos blancos, orgullosos de haber presenciado tu gran faena para luego sacarte a hombros por la Puerta Grande de la vida.

Gracias, Natalia. Gracias por ser mi amiga. Y gracias por demostrarme que también se puede ser torera sin vestir de luces.

sábado, octubre 15, 2011

Sorteo fotográfico para lectores de "Tinta y oro"

Foto: Javier Arroyo

¿Has leído Tinta y oro? ¿Tienes pensado hacerlo pronto? Pues ahora tu lectura tiene premio: sorteamos 2 fotografías de Javier Arroyo a toreros de Tinta y oro.

Sólo tienes que seguir estos pasos:

1. Ser seguidor de la Fan Page de Tinta y oro en Facebook (http://www.facebook.com/tintayoro)

2. Enseñarnos una foto de tu ejemplar de Tinta y oro en el muro de nuestra Fan Page.

3. Señalarnos, también en el muro de la Fan Page, tu cita preferida del libro, o el cuadro que más te ha gustado.

Los ganadores se darán a conocer en esta web y en la Fan Page el 15 de noviembre de 2011. ¡Tenéis un mes justo! ¡Suerte!

martes, octubre 11, 2011

Superación personal

Se llama Juan y tiene treinta y ocho años. Su padre era panadero, pero él pronto se rebeló contra la inercia. Quería ser algo más. Vivir mejor. Y decidió echarse al monte de un oficio duro y peligroso, con el que podía ganar mucho dinero o perder la vida.

Le costó darse a valer. Hubo que jugársela demasiadas veces por unos pocos cuartos. Y luego estaban los accidentes. Treinta y cinco. Tela. Un año sufrió dos en cuatro meses. Los dos le tuvieron al borde de la muerte pero Juan, listo y valiente, supo dar esquinazo a la pálida dama y achatar el filo de su guadaña. 

Lo peor era pensar en sus hijos desde la cama del hospital. Imaginarse sin volver a verlos. Darse cuenta de que la tarde anterior pudo ser la última vez que les diera un beso. Pero quizá de ahí sacaba Juan sus fuerzas para pulverizar los tiempos de recuperación estimada por los médicos y volver a ejercer su arriesgado oficio.

Aunque la vida le sonrió pocas veces, nunca ha sido este hombre alguien resentido. Para el revés, una sonrisa. Para sanar un golpe, cien mil caricias. Jamás un mal gesto. Ni gatos en el estómago. Qué sentido tiene rebozarse en bilis cuando hasta la amargura se convierte en premio si te gusta el chocolate.

Hace unos días Juan volvió a sufrir un grave accidente. Otra vez estuvo al borde de la muerte. Otra vez con sus hijos en la mente y en la boca. Y otra vez con el valor intacto. Con la voluntad dispuesta para convertir el navajazo de la vida en una oportunidad para seguir luchando. Es la sangre fría de los hombres excepcionales que son capaces de calentarse el alma con solo una brizna de luz que asome entre la negrura de una ciénaga de barro.

Juan José Padilla (Foto: Javier Arroyo)
Si Juan fuera escritor vendería miles de libros. La gente estaría ávida de conocer sus secretos de superación personal. Le pediría a gritos su receta para no rendirse. Si Juan fuera periodista le darían un programa y sus oyentes llamarían en busca de consejo. Para saber cómo resistir ante tal o cual percance. Para recibir su aliento. Si Juan fuera científico le harían entrevistas en los dominicales para que contase y cantase las virtudes del pensamiento positivo.

Pero Juan es torero. Su oficio consiste en hacer arte burlando la muerte. Sus accidentes son cornadas que serpentean por cada centímetro de su cuerpo. Y su lección de vida se resume en una frase, pronunciada a duras penas, sin poder mover la lengua, con la cara acartonada, consciente de que puede no volver a ver jamás por su ojo izquierdo: "Este toro no me va a quitar de esto. Del toreo me voy a marchar cuando yo quiera". 

Publicado en Madrid2Noticias.com

viernes, octubre 07, 2011

Honor y Oro


Se escocía la tarde entre las costuras de un terno nuevo, de entretiempo forzado. Soplaba el viento y yo me empeñaba en hablar de poesía, pero el viento traía rumores de sangre escarchada, verso descarnado de épica desnuda, cruel y despiadada.

Un mal paso, un tropiezo, un pitonazo certero. La sangre. La vida al ralentí. Sus hijos. Su llanto desgarrado y seco, sin lágrimas que llevarse a una mejilla hecha pedazos.

Lloró por él Miguel. Llanto fiero, lágrima valiente de quien sabe que el valor no consiste en ser de piedra. Carne abierta. Corazón partido en dos sin anestesia.

#fuerzapadilla. Eres el Hércules que parte en dos al dragón del miedo. El que arrebata la guadaña a la muerte. Eres nervio y garra. Eres ciclón. Eres leyenda. Vistes de Honor y Oro y ese terno, lejos de escocer, cura todas las llagas.

Hércules matando al dragón del jardín de las Hespérides, Rubens, Pedro Pablo (y taller), 1635-1640. Museo del Prado

miércoles, octubre 05, 2011

Desayuno con Audrey

Hoy hace 50 años que se proyectó por primera vez Desayuno con diamantes, la película con la que Audrey Hepburn terminó de enamorar a medio mundo.

Servidora, Audreymaniaca confesa, no podía dejar de dedicar un post a este aniversario. Es el motivo perfecto para recordar una canción que significa mucho en mi vida. Y que probablemente signifique mucho más.



Además de Moon River, de Desayuno con diamantes recuerdo a menudo esta frase: "Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje, y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno nena, ya estás en una jaula, tú misma la has construido. Y en ella seguirás vayas donde vayas porque no importa dónde huyas; siempre acabarás tropezando contigo misma."

Que cumpla muchos más...

Zorras

Hoy me he levantado sintiéndome un poco zorra. Un poco bastante. Ayer también.

Se lo debo al juez Del Olmo, que nos ha humillado a todas con una sentencia que debería avergonzar al poder judicial por completo. Pero lejos de hacerlo, van sus colegas de Jueces para la Democracia y, en comandita, haciendo buena esa práctica tan discutible del corporativismo porque sí, le defienden. Dicen que el revuelo mediático no se debe a la necesaria denuncia de una sentencia injusta y denigrante, sino a "una campaña de desprestigio contra el Juez del Olmo".

A estas alturas todos ustedes sabrán que, según Del Olmo, el hecho de que un hombre llame "zorra" a su mujer después de decirle a su hijo que cualquier día habría de llorarla en una caja de pino no es un insulto. Qué va. Es un halago. O sea, según la quinta acepción de la palabrita en el Diccionario RAE, 'coloq. Persona astuta y solapada'. La cuarta, 'prostituta', se la saltó. No le interesaba.



Me pregunto qué sentiría Del Olmo si su padre hubiera llamado "zorra" a su madre. O mejor aún, cómo reaccionaría si su yerno utilizase tal calificativo para su hija (en caso de que la tenga). ¿Le alabaría el piropo? ¿O más bien lo denunciaría por insultos graves y violencia de género?


No, quizá no lo denunciaría. Del Olmo sabe bien que en la justicia española sigue habiendo dinosaurios como él que, con sentencias como esta, consiguen echar por tierra lo que tanto trabajo está costando lograr: que las mujeres que sienten en sus carnes (o en sus mentes) la violencia de género la denuncien y traten de buscar una salida al infierno del maltrato.


Nos llevamos las manos a la cabeza cuando nos hablan de otra mujer (más) muerta a manos de su pareja o expareja. Nuestras alarmas saltan cuando intuimos un moratón en un ojo, apenas disimulado con un pegote de maquillaje que, caprichoso, se resiste a tapar la infamia. Pero no nos damos cuenta de que antes del ataúd, mucho antes del primer golpe, la víctima de violencia de género tiene el alma acuchillada.


Primero es un reproche al largo de la falda. Después, una pregunta de más ante una explicación de menos. Más tarde, la estrategia de apartarla de los suyos. Y luego llegan los insultos: con qué facilidad se pasa del "estás imbécil" a "no eres más que una zorra". Y lo peor es que muchas veces terminas creyéndotelo todo. Que llevas la falda muy corta. Que tenías que haber llegado antes. Que no deberías pasar tanto tiempo con tus amigas. Que estás imbécil. Que eres una zorra.


Pero si fueras zorra, zorra y astuta de verdad, no estarías a su lado. Y eso nadie se atreve a decírtelo. Les resulta más fácil llorarte.

Si sufres violencia de género o conoces a alguien que pueda estar sufriéndola, llama al 016, número gratuito del Gobierno que no queda reflejado en la factura telefónica.



sábado, octubre 01, 2011

Lorenzo Silva: "Internet hace que uno se exprese con gracia"


Una mirada impertinente, insolente. Un guiño a quien no tiene voz. O más bien a quien no tiene quien se la publique. El coronel no tiene quien le escriba y algunos lectores, tampoco. Algo así debió de pensar Lorenzo Silva cuando se puso teclas a la obra con Niños feroces (Ed. Destino), una novela metaliteraria en la que un joven aprendiz de escritor pone voz al drama de los niños devorados por la verocidad de las batallas, desde la Segunda Guerra Mundial hasta los eufemísticos "conflictos armados" de Irak y Afganistán.

Silva es uno de los escritores de moda. Por cómo escribe y por cómo lo vende. Sabe que Internet no es el futuro, sino el presente más inmediato, y por eso hace constantes guiños a la Red y sus acólitos. Y de ahí la puesta en escena de la presentación de Niños feroces, un café literario con bloggers y periodistas de medios digitales.



A las primeras de cambio, Lorenzo confiesa: "Este libro no lo habría podido escribir sin Internet. En la Red se puede recabar información muy precisa y muy profunda al instante", datos concretos que se necesitan para dar consistencia histórica al relato y vestirlo con ese traje de veracidad tan imprescindible cuando se escribe sobre escenarios y momentos que han existido más allá de la imaginación del autor.

Más razones de Lorenzo Silva para abanderar la causa de Internet: "Antes la relación con los lectores era algo muy somero; el retorno consistía en lo que pudiera decir de tu obra el crítico o el profesor. Ahora, en cambio, los propios lectores te transmiten sus opiniones en las redes sociales, en foros o a través de sus blogs".


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