Origen onírico

No conozco nadie de mi círculo cercano que no sepa qué es Origen. Que no la haya visto o tenga ganas de verla. Y que, habiéndola visto, no se anime a debatir sobre el origen al cuadrado, o sea, el origen de Origen, el sueño primigenio.

A mí me tira la cosa del sueño porque aprovecho cualquier excusa para echar una cabezada. A menudo es inconsciente. No lo puedo evitar: es apoyar la cabeza y la modorra me invade. Y sueño. Mucho. Y parece que vivo más. Y no siempre mejor.

Origen va de eso. De los sueños. De lo que puedes vivir en ellos. Y de lo que puedes cambiar con ellos. Es una historia portentosa en forma de thriller adictivo, que, tanto por guión como por dirección y concepción de la narración audiovisual, consagra a Christopher Nolan como maestro del género.

Di Caprio, una vez más, lo borda. Desde Titanic ha llovido mucho -hielos aparte- y el antaño niño bueno de sonrisa pícara no sólo 'progresa adecuadamente', sino que sobresale en cada proyecto que cae en sus manos. No es de extrañar que Clint Eastwood le quiera a su lado para protagonizar el biopic de Hoover, mítico fundador del FBI.

Y, aunque las convenciones la releguen a secundaria, Marion Cotillard acapara todo el protagonismo de la cinta en cuanto a sensualidad y elegancia se refiere, aportando a sus escenas una gran fuerza interpretativa que la confirma como una de las actrices del momento.

Para que veáis que no soy la única impresionada por el genio de Nolan, os dejo los enlaces a dos post que confirman mi opinión, en El diario de Petrarca y La Sala de Cine.