Mi organismo se ha declarado en huelga. No tiene nada que ver con los sindicatos: es cosa del metabolismo, que ya va más lento que hace unos años y no quema como es debido –aunque una esté quemada, pero quemada quemada de verdad–.
Tengo retención de líquidos –de otras cosas mejor ni hablamos–, los pelos de las cejas me crecen con mucha prisa y, lo peor de todo, la memoria la voy perdiendo por minutos. Cualquier día se me olvida hasta que tengo un blog y dejo de escribir, no sólo por unos días, sino de manera perpetua.