martes, marzo 10, 2009
Donde siempre es Pasión
Tengo el cuerpo del revés. Sólo huelo a incienso, la luna para mí sólo puede estar llena, todos los sones me traen compases cofrades y cada noche sueño con una Madrugá que nunca acabe.
La Semana Santa está al caer. No sé cómo ni por qué me enamoré de ella, pero lo cierto es que, para mí, es la fecha más importante del año. Es la fecha en que todas las calles de Sevilla te llevan al cielo, cuando cada minuto de espera es emoción aunque haga frío, te duelan los pies y se te cierren los ojos de cansancio. Es la fecha en que tienes la Gloria un poquito más cerca, la fecha en la que el sufrimiento del costalero, que tú apenas intuyes desde la distancia que te separa del paso, se convierte en penitencia conjunta, en redención implorada para alcanzar esa Luz divina que, por otra parte, no quieres que llegue del todo, porque eso significa que la Resurrección, con su Domingo de campanillas, con sus galas y sus fastos, ya está aquí, y que aún te queda otro año para volver a estremecerte de emoción con ese no sé qué que te recorre el cuerpo y te estruja el alma cada vez que llega la Semana de Pasión.
Este año he contado los días más que nunca. Necesito que llegue. Necesito pisar Sevilla de nuevo. Necesito oler a incienso. Necesito rezarle al Gran Poder en la calle, quedarme sin respiración con su silencio. Necesito llorar al ver aparecer, flamenca como ella sola, a mi Esperanza de Triana. Necesito quitarme el sombrero ante la elegancia sin par de la Macarena. Y temblar al ver de lejos el vaivén inigualable del Cristo de los Gitanos.
Y, en mi espera, larga espera, he encontrado aliados. Caballa, esa Callejuela del barrio del cielo, un Costal y Trabajadera que son capaces de levantar la fe hasta del más descreído... y, en cada uno de sus posts, mil ilusiones, mil sueños en forma de comentarios, mil almas que sienten lo mismo que yo, aunque estemos lejos, aunque yo no me haya criado entre capirotes y aunque en mi pueblo no sepan que el martillo no es sólo para clavar clavos.
Porque en sus casas, siempre es Pasión. Y en Pasión, la distancia no se mide en kilómetros.
Rocío Jurado, "Madrugá en Sevilla".
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Genial Noelia...!!! Magnífica entrada, la Semana Santa de Sevilla engancha a los sentidos, tanto como para el que mira como para el que participa. Todos forman parte de la magia que irradia la ciudad más bella del mundo.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Caballa... tu blog me ha hecho más corta e intensa la espera. Enhorabuena por tu trabajo... no sabes cómo te envidio.
ResponderEliminarUn beso.
Pues ya sabes, a disfrutarla, que sólo la tienes una vez al año. Me ha encantado la frase final, demuestra, si todo lo anterior no había bastado, lo que de verdad sientes...
ResponderEliminarYo la verdad es que no soy nada seguidor de la Semana Santa, es algo que se me escapa como otras muchas celebraciones multitudinarias, pero ¿quién soy yo para quitarle la ilusión a alguien que se nota que le gusta tanto...?
Yo tampoco era de Semana Santa hasta que la viví. Y te agradezco el respeto, Juan, de veras. No me gusta nada la gente con ideas preconcebidas, que siempre ponen en duda la fe o el sentimiento de los sevillanos, simplemente porque lo expresan. Como si por expresarlo fuera menos cierto.
ResponderEliminarUn beso.
Mi capillita favorita :p
ResponderEliminarNoelia, ¡que bien escribes!
ResponderEliminarNo mas comentarios.
Besos
Salud
¡Me encanta lo de "capillita"! Besotes, Mara.
ResponderEliminarCoronel, usted me estima demasiado. Pero se lo agradezco. Más besos.
Jumm, nunca he podido vivir una Semana Santa en Sevilla, me encantaría...
ResponderEliminarEs genial. Pero bueno, yo ya no soy objetiva. ¡¡Venteeeeeeeeeeeee!!
ResponderEliminarEnhorabuena Noelia. Tienes un blog donde la lectura se hace agradable, ademas, se esconden detras de tus palabras sentimientos encontrados y profundos, he leido tambien tu otro blog, y me parece de una inteligencia literata maravillosa, debe y tiene que decir mucho de ti... entiendo que si.
ResponderEliminarUn beso y ya sabes donde tienes una callejuela Sevillana en un rinconcito de Triana.
Gracias, Miguel Ángel. Me quedaría a vivir en esa callejuela. Sin duda. Seguimos viéndonos/leyéndonos. Besos.
ResponderEliminarCómo tantas otras cosas la semana de pasión en Sevilla ya no es lo que era :'(... Demasiada gente, demasiadas bullas, ya casi no queda un ricnconcito tranquilo desde el que poder sentir al señor de Sevilla en la madrugá.
ResponderEliminarNo soy nacido en Sevilla e incluso los nazarenos de pequeño me daban tremendo miedo, con el paos de los años y con unos guias excepcionales, aprendía a amar cada detalle de la semana santa, hasta el putno de vivir la madrileña, cuando no puedo ir a Sevilla.
Un saludo a los lectores y a la autora, con quien me alegra compartir este sentimiento de "capillita"
Anónimo, creo que si me tengo que quedar un año sin bajar a Sevilla en Semana Santa me da algo... Gracias por tu comentario. Saludos.
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