El Cid atravesaba la arena venteña, de lado a lado, con sabor a hiel en los labios y poca templanza en el ánimo, consciente de que acababa de explotarle en las manos el último cartucho de un reencuentro con Madrid que, según iban cayendo las hojas del calendario, se convertía, sin solución de continuidad, en desencuentro abúlico, pleno de melancolía y ayuno de grandeza.
El toreo es así. Todos, hasta los más grandes, han tenido tardes. Y rachas. Y temporadas enteras. De no encontrarse, de no sentirse. De no verlo claro. De no tener suerte. De no. Siempre de no.
Y no ha pasado nada. Porque siempre se agazapa un sí al otro lado de los vuelos de la muleta. Y aquí paz y después gloria. Y orejas. Y puertas grandes. Y laureles. Y palmaditas en la espalda.
Pero no. Esta temporada no fue así. Se despeñó la suerte de El Cid por el abismo de una feria infausta y, al otro lado de la barrera, tras echarle el cierre a una tarde para olvidar, su apoderado aguardaba delante de los micrófonos -y hablo en singular con conocimiento de causa-. No cruzó palabra con ninguno de los medios. Ni un saludo. Ni siquiera un gesto, de esos que no hace falta acompañar de palabras porque llevan el sentimiento cosido en los poros de la piel. Nada. Como si no nos conociera a ninguno. Como si se hubieran olvidado de que en el toreo somos siempre los mismos, para bien y para mal, cuatro gatos mal avenidos, pero cuatro al fin y al cabo, condenados a entendernos porque nos tenemos que ver una tarde tras otra, aquí y allá, haga calor o frío. Y así una feria tras otra.
Se le olvidó. Se le olvidó el señorío. Y, en lugar de pedirnos, mientras esperábamos todos al torero, que no hiciéramos preguntas, esperó a que le tuviéramos delante e hiciéramos el mismo gesto que, tarde tras tarde, hemos repetido con cada torero que abandona la plaza, para conocer su opinión sobre el festejo. Para darle la oportunidad de expresarse. O de no decir nada. Pero, sobre todo, para cumplir con nuestra obligación de informar. Esperó, decía, a que le tuviéramos delante, para levantar la mano, apartar el micrófono y sentenciar con un agrio "Dejarlo, por favor".
¿Saben? Una, por periodista que sea, también tiene su corazoncito. Y si alguien le pide que no haga preguntas a una persona que no encuentra fuerzas para responder, una no las hace. Es así de mala profesional. Mala profesional, pero buena gente. Creo. Y respetuosa.
Pero, a partir de ahora, habrá que medir los respetos. No para con El Cid, desde luego, que me parece buen torero y mejor persona, sino para con un apoderado que, en lugar de hacer las cosas con el señorío sevillano que se le presume, se dejó llevar por la hiel de una feria echada a perder y perdió las formas con unos profesionales del periodismo que -ellos, nosotros, sí que no- no llevaban hiel en los micrófonos.
Por cierto, iba a hablar de otro apoderado. De Corbelle. Pero se me revuelven las tripas. Si trabajo me cuesta comulgar con la falta de señorío, no se imaginan lo que me repugna la mentira. Y no diré más que esto: Joao Folque, ganadero de Palha, SÍ fue a la enfermería a visitar a Israel Lancho. Servidora le entrevistó en la puerta. Aunque, ahora que lo pienso, quizá tampoco esté bien visto hacer entrevistas mientras en la enfermería se opera a un torero.
Qué cosas...
* * *
Actualización: Sixto Naranjo, que comparte conmigo y con otros cuantos compañeros cada tarde de alcachofing, también menciona el incidente en su blog -mucho más actualizado y recomendable que este Devezencuandario, que hace honor a su maltrecho nombre-. Gracias, Sixto.
Noelia, estoy contigo al 100%. Tanto con lo de Corbelle como con lo de Ellauri.
ResponderEliminarAhora, te digo algo. Ni una ni otra cosa me sorprenden demasiado.
Me alegro mucho de que tengas los arrestos de decirlo. Ole tus huevos.
¡Un beso!
Gracias, Covi. Con lo agustito que estaba una en Informativos, con mi gripe A y mis directos en la DGT...
ResponderEliminarBesotes.
Noelia estos personajes suelen ser así de desagradecidos. No hace mucho tiempo, (pero antes de la feria de Abril) y tras más de 15 dias de llamadas quedé con Ellauri para charlar con El Cid. Llegó el día y no se puso; volví a quedar y no se volvió a poner. Allá ellos. Por cierto, cuando El Cid no era figura y le llamaba para el programa se ponía a la primera.
ResponderEliminarAh; toda mi solidaridad y como dice Covadonga. ¡Ole tus huevos!
Y cien por cien con lo de Corbelle
Un beso
No sé si es cuestión de ser desagradecido o de no saber estar. Insisto: las cosas se pueden pedir con educación -que el torero tuvo en todo momento, insisto- y de una manera correcta.
ResponderEliminarQuiero que quede claro que contra Manuel no tengo nada. Al revés: le aprecio mucho y me parece un gran torero, por muchas malas tardes que tenga -que tampoco han sido tan horrorosas como muchos se empeñan en decir-.
Y quiero que quede claro también que fue muy distinto el comportamiento de Manuel Tornay y de Joaquín Moeckel (que también se acercó por lo mismo y, antes de que llegara el torero, le dijo a un compañero que, por favor, no preguntase, que no era momento).
Pero bueno, no te preocupes: si esto llega a sus ojos, se despacharán con un "Mujer tenía que ser...".
Como dijo la Divina, "A mí, plin". Gracias a Dios, no vivo del toro.
Te agradezco mucho tu apoyo, Pablo. Un beso.
Pues claro Noelia, cómo no voy a estar de acuerdo.l Si es que es así. De todas maaneras,es cierto lo que dice Covadomnnga. No es sorppresa. La única vez que necesité de Ellauri, para dar un premio al Cid en SSRR me laa jugó hasta el último momento. Ese trofeo está en poder d ela Peña y ya sabes cmo son aquelllos trofeos. El señorío se muestra en los maloss momentos... y een los buuenos, pero sobre toodo en aquéllos.
ResponderEliminarManuel Durán
Gracias, Manuel... Esta gente no se da cuenta del daño que hacen a su torero. Estaría bien que lo "cuidaran" más de otra manera...
ResponderEliminarUn abrazo.
Tienes todo mi apoyo Noelia.
ResponderEliminarCuando una hace su trabajo con respeto y amabilidad se debe llevar lo mismo... el saber estar se debe demostrar en todos los momentos, buenos y malos.
Ánimo y besos.
Gracias, Silvia. Supongo que me duele especialmente porque, para mí, El Cid y su gente son muy cercanos. Aunque, repito: nadie más que Ellauri se salió del tiesto.
ResponderEliminarUn beso.
Mi Noelia, ¿que esperabas? ya sabes los taurinos son así y uno que anda ya con el cuerpo curado, pero lleno de cicatrices, no le sorprende nada ni del El Cid, ni mucho menos de Corbelle, este tipo siempre ha sido déspota. El Cid nos dejo tirados cuando le íbamos a dar el premio de triunfador hace unos años, después de confirmar su asistencia unas horas antes.
ResponderEliminarTranquila, tu a lo tuyo y sigue denunciando, que para eso has estudiado.
Besos mi niña.
Salud
Pd. ¡Ah! y Andres Vazquez, tambien se ha lucido.
Son la leche, la verdad. No esperaba nada, porque es mejor no esperar, pero no se pueden tolerar estos comportamientos, y por eso he escrito esto.
ResponderEliminarBesos.
Con esto de los exámenes he estado ausente de casi todo. Aunque llegue pelín tarde, mi apoyo para ti, y mis malos augurios para gente que se cree dueña de los toreros.
ResponderEliminarUn beso!
Muchas gracias, Jon. A desconectada no creo que me ganes. No sé de dónde sacar el tiempo.
ResponderEliminarEspero que los exámenes te hayan salido genial... aunque, ahora que lo pienso, tengo pocas dudas de que así será.
Un beso y gracias por los ánimos y por la visita.