viernes, junio 05, 2009
Esplá infinito
Se ha ido como se van los mitos. Por la Puerta Grande y con el alma pequeña, encogida de tanto pellizco. De tanto genio. De tanta esencia. De tanto derramarse. De tanto sentirse. De darse más que nunca. De vaciarse por completo. De desnudar el corazón y ponerlo, vuelta y vuelta, sobre una arena que ya no era arena, sino cielo, cielo de verdad, cielo azul y limpio, sin una sola nube, cielo en calma a pesar del vendaval, que el viento no eran más que palmas y laureles para ceñir su cabeza.
Esplá se ha ido, y se ha marchado, maestro como siempre y torero como nunca, acariciando el ideal con la yema de sus dedos.
Me pregunto qué sentirá cuando sienta que se ha vaciado tanto. Si se sentirá vacío. Si, por el contrario, se sentirá más pleno que nunca. Si sentirá sentirse tanto. O si sentirá no haberse sentido antes. Antes o durante más tiempo.
Pero qué más dará el tiempo ahora. Qué cuenta contar si la medida de todas las cosas es, hoy más que nunca, la infinitud.
Foto: Juan Miguel Sánchez Vigil en Larga cambiada.
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Ole, Noelia. Te has salido. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Berrendita. Viniendo de ti, es mucho más que un piropo.
ResponderEliminarBesazos.
Noelia, seguro que se ha ido lleno.
ResponderEliminarComo nos vamos algunos despues de leerte.
¿ya se ha pasado el cabreo? Me alegro.
Besos
Gracias, coronel. Lo cierto es que no estaba cabreada, sino dolida. Pero sí, ya pasó.
ResponderEliminarBesos.
Noelia: me ha encantado cómo lo describes. Lo de Esplá fue arte, seguro (no soy muy aficionado a los toros) pero, sin duda, lo tuyo lo es.
ResponderEliminarUn abrazo,
Miguel
Gracias, Miguel... Peaso piropo que me dejas, quillo...
ResponderEliminarCompartí un día una tarde de tienta con él, su hijo Alejandro, su sobrino Dámaso y el progenitor de este último.
ResponderEliminarSiempre supe que, además de tener mucho arte, presencia, elegancia y saber estar dentro del ruedo, lo hacía de la misma manera o, incluso mejor, fuera del mismo.
Charlamos de varios temas en general, y al igual que desgranaba su arte en la plaza, sus palabras se convertían en veronicas, largas cambiadas, pase de pecho, ...
Maestro, su arte en las plazas ha quedado patente para la eternidad, pero como persona, seguirá día tras día abriendo muchas puertas grandes y cortando muchos trofeos.