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Parecía como si nunca se hubiera ido. Como si fuera un día cualquiera de la primavera de 2002, yo estuviera a punto de terminar la carrera y él no estuviera a tres meses de decir "hasta aquí hemos llegado" sin llegar nunca a abrir la boca.
Dicen que la mejor palabra es la que se queda por decir, y a fe que José Tomás lo ha demostrado. Él sólo sigue hablando con lo que habló siempre. Con el capote y con la muleta. Y con su magia. Y con su pureza. Y con su verdad. Y con su entrega.
Y todo lo demás sobra.
Y cuando todo lo demás sobra, ¿qué voy a escribir yo de esto? ¿Qué decir cuando todas las palabras se quedan cortas?
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