Con canciones como ésta recuerdo por qué Ana Belén es una de mis cantantes favoritas. Por qué me ha llenado tanto en tantos momentos y por qué siempre vuelvo a ella, como el colega de El Almendro.
... porque a veces no decir la verdad -o no reconocerla- es tanto -o más- que mentir continuamente.
sábado, abril 21, 2007
lunes, abril 16, 2007
Tarde de toros
De paseo por Sevilla
Peticiones del oyente
domingo, abril 08, 2007
Regreso de un sueño
Esta vez estuve ausente porque cumplí un sueño. Espero que sea sólo el primero de una lista que me encantaría ver cumplidos a partir de ahora... aunque he de confesar que, después de haber visto salir a la Esperanza de Triana de la Catedral de Sevilla, mientras amanecía, con el cielo hispalense entre dos luces y un aroma mágico en el que se fundían las notas de azahar con las de incienso y el olor a cirio prendido... después de haber visto eso, me moriría tranquila. Ni todo el oro del mundo podría ser moneda de cambio para pagar la emoción de ese momento.
lunes, abril 02, 2007
Falling into you
La canción del día... redescubrimiento conjunto para poner punto y final a un fin de semana horrendo.
domingo, abril 01, 2007
La frase del día
Estoy suscrita. A la frase del día. Lo que no quiere decir que, cuando envío frases a los amigos, las copie de mi mail. No. En esos casos las busco y las personalizo.
Pero la que aparece hoy con el icono del sobrecito cerrado me llama poderosamente la atención:
"Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas." Blaise Pascal.
Pero la que aparece hoy con el icono del sobrecito cerrado me llama poderosamente la atención:
"Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas." Blaise Pascal.
Quisiera ser
Confieso: hace mil años que no leo los blogs de los amigos. Los otros, directamente, los ignoré siempre. Y hoy, haciendo un repasito por sus últimas entradas, encuentro un meme de Beti que espero no haya caducado.
Me propone que diga quién hubiera querido ser. Y yo no sé qué contestarle, porque bastante tengo con saber quién soy, de dónde vengo y hacia dónde quiero ir.
Pero confieso que, después de plantearme la pregunta desde diferentes puntos de vista, recurro a un personaje que desde siempre -desde niña- jugué a ser, quizá movida por ese imaginario popular que a veces tanto me envuelve y que presentaba a esta mujer como una especie de juguete del destino, que se enfrentó a todo y a todos por amor y que, apenas consiguió lo que quería, lo perdió de la única manera en la que pueden perderse los sueños: con un corazón que latió demasiado y, cansado, deja de latir.
De pequeña jugué a ser la Reina María de las Mercedes de Orleans -sí, qué pasa... vi muchas veces Dónde vas, Alfonso XII- y, de mayor -¿?-, sigo soñando con encontrar el amor de mi vida. Bueno, más bien con que dicho amor y yo nos encontremos mutuamente, que a menudo es lo más difícil.
De todos modos, me tomo una licencia -con tu permiso, Beti-, y apunto otro nombre más: Gustavo Adolfo Bécquer. Quienes me conocen, saben de mi predilección por sus letras. Quienes aún no han dado con la razón de tal preferencia, puede que lo conozcan pronto. En cuanto me deje llevar, sin miedo a parecer cursi.
Ahora sí: le paso el meme a Victoria, a Ladyesteffi, a Juan Rodríguez Millán y a Covi -si es que llego a tiempo, claro-.
Me propone que diga quién hubiera querido ser. Y yo no sé qué contestarle, porque bastante tengo con saber quién soy, de dónde vengo y hacia dónde quiero ir.
Pero confieso que, después de plantearme la pregunta desde diferentes puntos de vista, recurro a un personaje que desde siempre -desde niña- jugué a ser, quizá movida por ese imaginario popular que a veces tanto me envuelve y que presentaba a esta mujer como una especie de juguete del destino, que se enfrentó a todo y a todos por amor y que, apenas consiguió lo que quería, lo perdió de la única manera en la que pueden perderse los sueños: con un corazón que latió demasiado y, cansado, deja de latir.
De pequeña jugué a ser la Reina María de las Mercedes de Orleans -sí, qué pasa... vi muchas veces Dónde vas, Alfonso XII- y, de mayor -¿?-, sigo soñando con encontrar el amor de mi vida. Bueno, más bien con que dicho amor y yo nos encontremos mutuamente, que a menudo es lo más difícil.
De todos modos, me tomo una licencia -con tu permiso, Beti-, y apunto otro nombre más: Gustavo Adolfo Bécquer. Quienes me conocen, saben de mi predilección por sus letras. Quienes aún no han dado con la razón de tal preferencia, puede que lo conozcan pronto. En cuanto me deje llevar, sin miedo a parecer cursi.
Ahora sí: le paso el meme a Victoria, a Ladyesteffi, a Juan Rodríguez Millán y a Covi -si es que llego a tiempo, claro-.
Estrenamos abril
Estrenamos mes. Está bien para un Domingo de Ramos, fecha que siempre me trae a la memoria la imagen de mi madre quitando la etiqueta de una blusita, o de un jersey, o de unos leotarcitos, porque se le ponían los pelos de punta -y se le siguen poniendo- sólo de pensar en aquello de que "el Domingo de Ramos, el que no estrena algo se queda sin pies y sin manos" (o así).
Abril me recuerda muchas y buenas cosas, pero, sobre todas ellas, una: el olor a jazmín y azahar de Sevilla, la atmósfera idílica de un paseo al anochecer por el barrio de Santa Cruz, un beso nunca dado -o dado a destiempo, que para el caso es lo mismo- en la plazuela de Santa Marta, la salida de la Macarena por el Arco de San Gil, la candelería crepitante de la Esperanza trianera, a punto de extinguirse -pero siempre y sólo a punto- en una tumultosa mañana de Viernes Santo en la calle Pureza. Y la feria. Y los volantes. Y el paseo de caballos...
... y una canción. Una canción que escuché paseando junto al río en una tarde de soledad en la que, en lugar de refugiarme en la tristeza, me encontré conmigo misma por sorpresa.
Abril me recuerda muchas y buenas cosas, pero, sobre todas ellas, una: el olor a jazmín y azahar de Sevilla, la atmósfera idílica de un paseo al anochecer por el barrio de Santa Cruz, un beso nunca dado -o dado a destiempo, que para el caso es lo mismo- en la plazuela de Santa Marta, la salida de la Macarena por el Arco de San Gil, la candelería crepitante de la Esperanza trianera, a punto de extinguirse -pero siempre y sólo a punto- en una tumultosa mañana de Viernes Santo en la calle Pureza. Y la feria. Y los volantes. Y el paseo de caballos...
... y una canción. Una canción que escuché paseando junto al río en una tarde de soledad en la que, en lugar de refugiarme en la tristeza, me encontré conmigo misma por sorpresa.
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