miércoles, diciembre 31, 2008

La vida en un segundo

Un segundo. Tenemos un segundo. 2008 se va con la palabra "crisis" colgando sobre su espalda y con el horror de una nueva matanza prendida en sus últimos días a modo de interrogante que nunca podremos resolver. Se va con eso y con otras cosas, pero nos deja un segundo más. Qué considerado.

Yo llevo días pensando qué hacer con ese tiempo extra. Parece insignificante, pero no está la cosa como para andar desperdiciando presentes. Sobre todo si llegan en forma de indulto de las agujas del reloj, que son crueles y despiadadas, siempre a su ritmo, tic tac, tic tac, sin perdón, sin consideración, y da igual que te quieras bajar, porque allí siguen ellas, tic tac, tic tac, una y otra vez, dando vueltas y vueltas, sin tregua, tic tac, tic tac, y cuando te quieres dar cuenta, el tiempo ha pasado y tú no has sido capaz de hacer nada con él porque ni siquiera has caído en que el tic tac, tic tac, era la sentencia de tu presente.

Así que yo ese segundo quiero aprovecharlo. Bien mirado, un segundo puede dar mucho de sí. En un segundo, por ejemplo, se puede dar las gracias. Gracias a todos los que este año, más que nunca, han estado a mi lado, sacándome a hombros de la enfermería cuando el toro de la vida se empeñaba en coserme a cornadas. Gracias a quienes fuisteis fieles a la cita con mis desvaríos ciclotímicos, aunque sólo fuera "devezencuando". Gracias a quienes me regalasteis una sonrisa sin pedir otra a cambio –aunque la esperaseis y la deseaseis–. Gracias a quienes me brindasteis una palabra de aliento. A quienes me enjugasteis las lágrimas. Y a quienes me hicisteis llorar de alegría.

En un segundo, también, puede nacer una historia de amor. Con una mirada. Con dos pupilas clavadas, una en otra, y ensartadas en el hilo de la pasión para siempre –o al menos mientras el tic tac no deje de correr para ellas–. Y con una caricia. Con el tacto de una piel erizada por la emoción, que te vuelve el estómago del revés, te corta la respiración. Con un beso. Con sólo un beso.

Y en un segundo, también, se puede cambiar el chip. Se puede dejar de ser agorero para asumir que sí, que 2009 no parece que vaya a ponérnoslo fácil, pero que en peores plazas hemos toreado, y que tenemos valor de sobra para lidiar con las embestidas de un burel que sale a la plaza cual manso pregonado pero, quién sabe, puede terminar por hacer el avión en la muleta de la esperanza. La de cada uno.

Así pues, como diría mi amigo Emilio, feliz segundo nuevo. Y, después, cómo no, FELIZ AÑO 2009.

sábado, diciembre 27, 2008

Estilo Audrey

Lo leí hace tiempo. Más de un mes. Creo. Sí, más de un mes. Pero hasta ahora no había tenido tiempo -o quizá ganas- para recopilar las grandes frases que encierra en sus cuidadas páginas.

Cómo ser adorable, según Audrey Hepburn, es una lectura deliciosa. Rápida, pero deliciosa. Sobre todo para fanáticas de Audrey, como servidora. No sé si me convertiré en un ser adorable por obra y gracia de sus palabras -lo dudo, como en la canción, lo dudo, lo dudooooooooooo...-, pero puede que lo intente. Por Año Nuevo, por ejemplo.

Ahí van algunas de sus perlas:

- "Creo que el pasado me ha ayudado a valorar el presente, y no quiero estropearlo preocupándome por el futuro".
- "Me falta confianza en mí misma, y no sé si algún día la alcanzaré. Tal vez sea mejor no estar seguro de ti mismo, como yo. Pero resulta agotador".
- "Hay un refrán holandés que dice: 'No te preocupes; pasará lo que tenga que pasar'. Yo creo en él".
- "Me ha acompañado en todas mis relaciones. Cuando me enamoré y me casé, siempre tuve miedo de que me abandonaran. Todo lo que más amas, y crees que puedes perder, sabes que puede cambiar. ¿Por qué miras de izquierda a derecha cuando cruzas la calle? Porque no quieres que te atropellen. Sin embargo, sigues cruzando la calle".
- "Se te rompe el corazón, eso es todo. Pero no puedes juzgar o señalar con el dedo. Sólo debes tener la suerte de encontrar a alguien que te valore".
- "Si no está roto, ¡no lo arregles!".
- "Tardé mucho tiempo en encontrar a alguien como él, pero a veces más vale tarde que nunca. Si lo hubiera conocido a los dieciocho, no lo habría apreciado tanto".
- "Vivir es como visitar un museo a toda velocidad. Sólo más tarde empezamos a asimilar lo que hemos visto, a pensar en ello, a buscarlo en algún libro, y a recordarlo; porque no podemos retenerlo todo de una vez".
- "Tienes que mirarte a ti misma de manera objetiva. Analizarte a ti misma como a un instrumento. Tienes que ser totalmente sincera contigo misma. Afrontar tus defectos, no intentar ocultarlos. Y, en lugar de ello, desarrollar alguna otra cualidad".
- "Me parece que desarrollar un estilo personal está al alcance de toda mujer si aprende a conocerse a sí misma".
- "El silencio es algo que jamás se olvida".

Cómo ser adorable, según Audrey Hepburn, Melissa Hellstern, Ediciones B, Barcelona, 2005.

miércoles, diciembre 24, 2008

Un premio por Navidad

El día a día se ha rebelado contra el calendario. Se anticipa. Quiere vivirlo todo intensamente. Antes de tiempo. O quizá, quién sabe, es que el tiempo no lo marcan las hojas del almanaque. Por eso los regalos anticipados se disfrutan más. Por el encanto de la subversión. Quizá.

El caso es que este año he tenido avalancha de regalos adelantados –lo que significa que no tendré apenas uno solo en su debido momento... pero el deber he decidido apartarlo del placer de regalar– y uno de ellos ha sido el de Mara.

Mi querida hadita me ha obsequiado con el premio Symbelmine, que son "aquellas flores que, según Tolkien, crecen sobre las tumbas de los reyes Rohirrin. Flores también conocidas como 'No me olvides'. La idea es otorgar este premio en agradecimiento a los blogs, premiando su trabajo y como un motivo más para estrechar lazos existentes, para que así, no nos olvidemos de esos blogs que hacen que cada día queramos seguir haciendo lo que hacemos".

Una vez recibido el galardón, se debe cumplir con tres normas:

1. Elegir 7 blogs o sitios de Internet que por su calidad, su afinidad o cualquier razón hayan conseguido establecer un vínculo que desees reforzar y premiar con un premio y enlazarlos en el post escrito.
2. Escribir un post mostrando el premio, citar el nombre del blog o web que te lo regala y notificar a tus elegidos con un comentario.
3. Opcional: exhibir el premio en tu blog.

A mí me cuesta elegir sólo siete blogs con quienes continuar la cadena, pero me pongo a ello –para ponérmelo más fácil, evitaré premiar a ya premiados, que merecerían, no obstante, nuevo galardón, como la propia Mara o mi querido Juan Rodríguez Millán–:

1. De pezón a rabo. Explicar los motivos para premiar a la Condesa no tiene sentido a estas alturas. Precisamente por la altura de su persona y de sus escritos. Y más allá del blog, por la altura de su amistad.
2. La fábrica de sueños. Lo mismo sucede con Berrendita. Con esa elegancia para escribir. Con ese decirlo todo sin decir apenas nada. Con esa capacidad para removerte las entrañas. Con ese puñal clavado en cada letra. Con ese corazón danzante en cada línea. Otro pedazo de mujer. Y otro pedazo de blog.
3. El diario de Petrarca. Hay que ver cómo escribe este niño. De arte.
4. El mundo por montera. Y si hay alguien que escriba de arte, de arte y también de valor, ésa es mi Covi. A veces se deja pervertir por la vagancia y actualiza poco, pero sus letras son esencia pura... y, si vienen en frascos pequeños, ¿qué importa?
5. La segunda oportunidad. Con A pesar de mí me siento muy identificada. A veces. Pero esa forma descarnada de escribir –e intuyo que de sentir– me toca muy de cerca.
6. Gominas Power. Y, cómo no, también dejo un hueco para mis pasiones. Como todo lo que tenga que ver con el mundo cofrade. Con el Sur, en general. Que se refleja de forma fiel y emocionante en la casa de Caballa. Gracias por hacer que cada día pueda ser Jueves Santo, con sólo leer tu blog.
7. De tacones y bolsos. Y otra de mis grandes aficiones es la moda –aunque no predique con el ejemplo–. Y, si de moda y de estilos de vida hablamos –porque no sólo de trapos vive la mujer–, el rincón de Beatriz es el sitio ideal para perderse.

Gracias, Mara, por tu regalito. Y gracias a quienes, con vuestras visitas, lo hacéis posible. Para todos vosotros, ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!

viernes, diciembre 19, 2008

Felicitaciones toreras

Hoy está siendo un día de felicitaciones toreras. Primero, la de Israel Cuchillo. Qué arte tiene el gachó, oye. Qué arte. Qué torero es. Que no se me escape el valor por los boquetes de las cornadas, dice. Como a él. Y como a Él. Bien. Al año nuevo le pediré un pelín del coraje de JT –con una millonésima parte me bastaría– y una pizca de la inteligencia de IC. Aunque sólo sea un pellizquito.


Después abro el buzón y me encuentro postal de Talavante –gracias a Olga y Virginia, siempre prestas al quite... y no se me olvida que nos debemos una comida o similar, chicas–. Él me invita a soñar. A tener temple "para hacer eternas las 365 noches" que tengo para soñar.


Lo voy a intentar. Todo. Tener valor, hacerme un torniquete en los boquetes de las cornadas y hacer acopio de temple para vivir soñando. Por las noches y por los días. Dormida y despierta.

Feliz Navidad a vosotros también. Y Feliz 2009. Llenito de puertas grandes. Para todos.

jueves, diciembre 18, 2008

Un año ya

Un año. Un año ya. Más. Un año y tres días. Ese es el tiempo que hace que comenzó mi nueva vida.

El principio no fue prometedor. Sin trabajo, sin ilusión. Sin fe en una historia de amor con los días contados. Con miedo. A no poder pagar la hipoteca. A seguir enviando mi curriculum sin encontrar respuesta. Y, sobre todo, a no verle despertar a mi lado. A seguir cerrando los ojos sin haber pronunciado un "Buenas noches" y a despertarme sin que nadie pueda musitarme, desde el otro lado de una cama demasiado grande y siempre vacía, un "Buenos días" soñoliento.

De eso hace ya un año. Un año y tres días. El primer mes, las cosas fueron a peor y di con mis huesos en el saco roto de la esperanza perdida. Del abatimiento. Del no querer despertar un solo día más. El segundo mes, me fui haciendo a la idea de que había vida al otro lado de la reja de mi ventana. Al menos ciertos días. Y poquitas noches. Allá por marzo, se fue encendiendo alguna velita más al fondo del túnel. Y en abril, un par de ellas extra. En mayo, pese a la lluvia, el sol me inundó por momentos, hasta hacerme creer, ya en junio, que podía recuperar ese escalofrío que me había hecho vivir un día y sin el que ahora vagaba moribunda. Eso sí, llegó julio y la realidad me zarandeó: debía caminar en otra dirección. En la que se abrió ante mí, quizá, un mes de agosto. Aunque sufriera. Aunque me costase llorar. Aunque fuera difícil decidir. Cortar. Empezar de cero. Sin mirar atrás. O casi. Septiembre no fue fácil. Ni octubre. Los días menguaban y las noches eran demasiado largas. Y empezaban a ser frías.

Pero en noviembre la cosa cambió. Paré, cogí aire, respiré y dejé que la luz me inundase. Aunque todos se empeñasen en augurarme un futuro de tinieblas. Y decidí que yo podía ser quien yo quisiera.

Y en estas llegó diciembre. Y se mantuvo el reto. El que espero no perder. Porque tengo trabajo, tengo casa, tengo amigos,... pero, sobre todo, tengo ilusión. Y fe. Y sé que es mi principal patrimonio. Lo único verdaderamente valioso en este viaje. Lo que no puede faltar en la mochila.

Con este post participo en el concurso "1 año en 1 post", de Atrapalo.com. Sé que quizá voy justa de tiempo para que me votéis, pero nunca es tarde si el post no es malo, ¿no? Venga, porfi, un votito... (pulsad abajo) ¡¡Gracias!! Y, a los que no me votéis pero me leéis, gracias igualmente. Sois la razón de que siga escribiendo. Aunque sea a trompicones.

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Mi hijo

Hace días que pasé por el blog de Vicky y me quedé con las ganas de verle la cara a mi hijo virtual...

Pues bien, ya he tenido cinco minutos seguidos para ponerme a la tarea... y ahí va el resultado:

No hubiera sido feo, ¿verdad? Eso sí, yo habría preferido niña, que conste. Para llenarla de lazos, puntillas, volantes, flores,... Vamos, una auténtica cursilería de niña.

Quien quiera animarse, que se pase por aquí...

miércoles, diciembre 17, 2008

Todo lo que quiero para Navidad...

... eres tú... Al menos, para esta Navidad, ¿no?



All I want for Christmas, de la B.S.O. de Love Actually.

domingo, diciembre 14, 2008

Un premio para soñar

Sueño con el olor a jazmín. Y azahar. Sobre todo a azahar. Sueño con los naranjos en flor, con una luz tenue, con la brisa que te empapa de duende al cruzar el puente.

Sueño con el rasgueo de una guitarra. Con unas palmas a compás. Con un paseo de caballos.

Y sueño, claro está, con un festival de volantes, con una cintura ceñida, con una silueta en forma de guitarra... Con una mirada cómplice bajo un cielo de farolillos, con una caricia robada en mitad de una sevillana, con una letra susurrada al oído en una noche de luna...

Sueño con la magia.

Y, mientras llega, me alegro por un premio que me ha hecho volver a soñar. Se lo ha ganado Vicky Martín Berrocal, Mejor Diseñadora de Trajes de Flamenca según la revista Glamour. Motivos no le faltan para llevarse el galardón: sus diseños son elegantes y respiran esencia andaluza. Duende. Tienen fuerza. Tienen garra. Y supongo que el simple hecho de vestirlos debe de transportarla a una a la mismísima gloria hispalense.

Yo, por el momento, tendré que esperar. A poder comprarme un modelo de Vicky, al jazmín, al azahar, a la brisa, a la guitarra, a las palmas, al paseo de caballos... Tendré que esperar a la magia.

Pero ya queda menos. Y, entretanto, puedo seguir soñando. Incluso despierta.

martes, diciembre 09, 2008

Menuda conquista

Me levanto. Me despierta el timbre. Si no, aún seguiría en la cama. Creo, ilusa de mí, que es mi madre, que me trae el desayuno. Pero no. Es la cartera. Con un certificado. Uff. El catastro. Puag. No lo entiendo. Mucha cifra y poca letra. Ya me lo dirá el banco cuando vengan los recibos. El banco. Tengo que ir. Pero hoy no. No.

Vale, va, no me acuesto. No son horas y he dormido mucho. Venga, va, a levantarse. Hay que ser productivo.

Pongo la tele mientras me preparo el desayuno. Demasiado desayuno para tan poca actividad física. Debería ir al gimnasio. Pero no, hoy no. Llueve. No en el gimnasio, pero llueve. Y tengo que poner lavadoras.

La tele. Hablan de no sé qué, hasta que empiezan a hablar de las parejas. De las mujeres que ganan lo suficiente como para vivir solas, y de la conquista que supone la propia soledad.

Eso, la conquista. Ya no soy solterona. No. Soy una conquistadora.

Y como quiero dejar de serlo, me tomo el desayuno deprisa y corriendo, cambia que te cambia de canal, hago la cama, me lavo como los gatos, me visto, y me subo con mi madre. No es un novio, pero es la única que me da cariño. A veces. Y sólo un ratito. Sólo antes de irse a trabajar.

A ella no le hablo de mi conquista. A ella voy a terminar por reconocerle que ya paso de la independencia. Que quiero que me quieran. Un poco, un poquito nada más. Y que esto de la soledad es una mierda.

Menuda conquista.

jueves, diciembre 04, 2008

Gracias, Manuel


Hace casi una semana que tenía que haber escrito este post, pero bueno... todos sabéis de mi inconstancia, así que no voy a disculparme ni a fustigarme más de la cuenta.

Sólo voy a agradecer a Manuel Durán –alma mater de la entrega anual de los premios que otorga la Peña Los Olivares a los triunfadores de la feria de San Sebastián de los Reyes– que, un año más, me invitase a compartir con amigos de verdad una noche inolvidable.

Sencillez, prestancia y brillo fueron, una vez más, las claves de esta velada. Y, aunque la cita es un clásico en mi agenda, esta nueva edición la recordaré con más cariño aún que las anteriores. Fue especial. Especial de veras.

Así que, aunque sea tarde, gracias, Manuel.

Libre

La libertad no se logra. No se compra ni se vende. No se espera. No se construye. No se gana. No se regala.

La libertad se siente.

Dice que está libre. Que es libre. Pero no. No lo es. No es libre porque su corazón sigue atado. Porque sigue anclado en otra historia. En otro mundo. En otra vida. Y le habrán dado todas las cartas de libertad que él quiera –las haya pedido o no–, pero no será libre, libre de verdad, hasta que no ahuyente sus propios fantasmas. Hasta que no abra su corazón. Hasta que no busque el infinito. Hasta que no deje de dar vueltas a sus propias pesadillas para dejarse llevar por sus sueños. Los pasados, los presentes o los futuros. Da igual. El caso es soñar.

Porque para ser libre hay que tener algún sueño. Y en cumplirlo consiste la libertad.

Al menos la del corazón.

viernes, noviembre 28, 2008

[Sin comentarios]

Una imagen vale más que mil palabras. Y quien dice una imagen dice los peep-toes con calcetines... o, sobre todo, la risa de Figar y compañía. Ay, que me da que de la jefa no se ríe ni Dios... con perdón.

jueves, noviembre 27, 2008

Dejada por naturaleza

Lo reconozco. Soy dejada por naturaleza. Y eso que la naturaleza no me pone. No es que la desprecie, ni que le falte al respeto. Es que la vida estilo Félix Rodríguez de la Fuente no se hizo para mí.

Es por ello que casi todo lo dejo a medias. Que me falta constancia. Que casi nunca llevo a buen término lo que me propongo. Que me dejo llevar por la vagancia, por el "luego", por el "después le pongo más ganas", y así me va. Vagancia suprema, "nunca" y "las ganas no llegan, porque hay que ponerlas antes".

Lo digo por eso de llevar una semana sin escribir. Porque yo, señores, me había propuesto escribir cada día. Aunque, después de casi treinta años de experiencia empírica, puedo decir que los propósitos están precisamente para eso, para no cumplirlos. Sobre todo si no existe un compromiso en firme con uno mismo, que, a la postre, es el más fugaz de todos los compromisos.

Y claro, en una semana sin escribir, se me ha colado por el hueco de la inconstancia, por ejemplo, cantarle el Cumpleaños Feliz a Menchu, escribir unas líneas para concienciar sobre la lacra que supone la violencia de género –sí, ya sé que es un tema manido, pero nunca me cansaré de ponerlo sobre la mesa–, recordar a una persona a quien quise mucho y que falta desde hace un año o celebrar con todo mi sentimiento cofrade –que cada vez es más intenso, aunque pueda parecer un tanto friki– el primer aniversario de un blog que, desde hace días, logra que mi mesa huela a incienso, a canela y clavo, a naranjos recién florecidos... a Sevilla en pleno alarde de Pasión. Enhorabuena, Caballa, y que cumplas muchos más.

Me propongo escribir más. Y más a menudo. Pero, ya saben: es sólo un propósito. Y de año viejo. Uf.

jueves, noviembre 20, 2008

A solas

He estado cinco días a solas. Con gente, pero a solas. Sin cerrar del todo la boca, pero en silencio. Sin darle vueltas a las cosas, pero pensando. Sintiendo. Queriendo. Queriéndome.


Me he dado cuenta de muchas cosas. No caben en una entrada. Quizá no quepan en un libro entero. O puede que se resuman en una sola frase. O en un solo pensamiento. O en apenas un par de palabras.


Necesitaba parar. Echar el freno. El de mano. Nada de pisar un poquito con el pie, pero con la vista puesta en el pedal de al lado. No. Frenar. Frenar de veras. Parar. Recomponerme. Relanzarme. Empezar. De nuevo. Y nueva.


Las cosas no pintan demasiado bien. Todos se empeñan en decirlo y, lo que es peor, la realidad les da la razón. Pero yo, que no presumo de optimista, no siento el agobio sobre mi cabeza. Ni en el pecho. Ni en el estómago.


En el estómago lo que tengo son mariposas. Y no sé lo que significan, pero dudo que se transformen en pájaro de mal agüero.


Por una vez, lo dudo.

De momento, no hay por qué preocuparse. El mundo se ha detenido a mis pies y yo he escrito desde el cielo.

No puedo pedir más.

jueves, noviembre 13, 2008

Cuando la crisis es más que un número

Sí, he caído. Yo también hablo de la crisis. Pensaba evitarlo, porque estoy harta de que, de cuatro palabras que se oyen al cabo del día, una sea "crisis". Porque me supera. Porque me deprime. Porque me agobia. Porque me aturde.

Pero ahora no puedo seguir tapándome los oídos, seguir cerrando los ojos y decirle al mundo eso que canturreábamos de canijos, cuando algo no nos convenía... cómo era... eso de "Habla, chucho, que no te escucho...". No, no puedo obviarlo.

Porque la crisis es ya la Crisis, así, con mayúsculas. Ya no son números. O no sólo números. Tiene muchos nombres, nombres y apellidos y, aunque los ha tenido siempre, ahora cada vez están más cerca, cada vez afectan a más gente conocida... y cada vez se le encoge a una más el estómago cuando oye hablar de un nuevo cierre, de un nuevo despido, de un nuevo recorte... De una nueva historia de horas en la cola del Inem, de envío masivo de currículos, de entrevistas que no llegan, de cifras que se tornan rojas, de cuentas corrientes menguantes... de ilusiones caducadas, de esperanzas dormidas, de suspiros embargados... De pasados que siempre fueron mejores, de presentes que se tornan negros y de futuro que apenas acierta a dibujarse en la espesura de la niebla.

Hoy la Crisis lleva prendido el logo de Localia. Y duele. Duele mucho. Duele por todos mis compañeros. Los de antes y los de ahora. Duele por tantas horas de buen trabajo. Duele por tantos buenos profesionales. Duele por tanto cariño. Duele por tanta ilusión. Duele por tanta lucha.

Duele porque allí empezó a cambiar el rumbo de mi vida. Porque allí me regalaron siempre una sonrisa. Porque allí creyeron en mí. Porque allí me enseñaron. Porque allí confiaron.

Porque sin ellos, no sería lo que soy. Si es que soy algo, claro.

Espero que volvamos a encontrarnos pronto. Muy pronto. Todos ellos merecen lo mejor. Porque son los mejores.

miércoles, noviembre 12, 2008

Necesito respirar Sevilla

Amanecer en Triana, en calle Betis, sentadita junto al río, viendo cómo se despereza el sol, rojo, todo rojo, reflejado en las aguas templadas del Guadalquivir.

Despertar en la calle Pureza, todas las calles blancas, mis pies dejando atrás la tristeza de sus pasos en el empedrado.

Acariciar el día en el Altozano, y robarle el corazón a Belmonte, que sigue oyendo su latido entre la gloria de la Puerta del Príncipe y la majestuosidad de la Giralda.

Cruzar el río y perderme en la locura de la calle Sierpes, arriba y abajo, y dejarme llevar por mis pasos, primero hacia el Salvador, más tarde, de nuevo, a La Campana, y volver por Tetuán a Plaza Nueva, y enfilar hacia la catedral, y embriagarme de la esencia de Santa Cruz.

Y soñar con una nueva noche de azahar. Y con un beso robado en un patio cuajadito de macetas. Y con la magia que brota de un surtidor de agua.

Y abrir los ojos y, aunque sea mentira, respirar. Y sonreír para seguir viviendo.

Eso, eso es. Necesito respirar Sevilla.



Miguel Bosé y Amaia Montero, Sevilla.

lunes, noviembre 10, 2008

Qué risa la de aquella noche

Hacía tiempo que no sonreía como lo hice el pasado sábado. Prometo repetir la operación. Hace falta estirar el cutis. Y con actuaciones tan grandiosas como las de Roberto y Enric, los compis de España Directo, es fácil tirar de sonrisa.

¡¡Gracias, chicos!!



P.D.: Por cierto, querido Roberto, a las sevillanas te reto yo... ;)

domingo, noviembre 09, 2008

El alma en una imagen


La felicidad. La inquietud. La alegría.

La mariposa en el estómago. La lágrima que empapa la sonrisa. La mirada brillante.

La respiración entrecortada.

La mano amiga que sostiene un velo con un broche heredado.

La lazada azul, la pulsera nueva, la diadema prestada.

La niña que sueña con convertirse, ella también, un día de estos, en una princesa blanca.

La vida, en estado puro.

El corazón, en un puño.

El alma, en una imagen.

Y todo en sus ojos: Ruth Zabalza.

sábado, noviembre 08, 2008

La última noche

¿Te imaginas que esta noche fuera la última noche? ¿Te lo imaginas? ¿Que no existiera mañana? ¿Que el plano fundiese en negro y ya no hubiera tiempo siquiera para una carta de ajuste?

Mi duda es: si esta noche fuera la última noche, ¿tú te enterarías? Sí, creo que sí. Y, dado que te enterarías, ¿cómo reaccionarías? ¿Qué pensarías? ¿Dirías algo? ¿Sí? ¿Qué? ¿A quién?

¿Y después? ¿Qué harías tú después? ¿Recordarías aquellas otras noches? ¿Recordarías mi mirada? ¿Las tonterías que nos decíamos? ¿Aquel último café que nunca tomábamos? ¿La distancia absurda en el sofá? ¿El primer abrazo, casi forzado? ¿El beso inventado en la mejilla?

¿Y el de verdad? ¿Recordarías el beso de verdad?

¿Y lo demás? ¿Lo recordarías? ¿Me recordarías?

¿Serías capaz de recordar lo que no existió si esta noche fuera la última noche? ¿Echarías de menos la historia que no se escribió si mañana todo fuera negro? ¿Te atreverías a querer mañana, sabiendo que hoy se acaba todo?

¿Y querrías mañana, si yo no estuviera, pintar el amanecer de azul turquesa? ¿Sí? ¿Querrías?

Pues es una pena... porque me temo que esta noche no va a ser la última noche. Me temo que no.

Algo contigo



Rosario Flores, Algo contigo.

jueves, noviembre 06, 2008

Adicta al Facebook

Puede que sea patético, pero no me duelen prendas en reconocerlo: mi vida virtual es mucho, pero que mucho más rica que mi vida real, que de puro plebeyo se está tornando en rutinaria. Mucho más rica y mucho más intensa, todo sea dicho.

La fiebre por la @ comenzó con el Messenger. Gracias a los muñequitos de Windows me adosé a mi primer novio-novio, que resultó siendo tanto o más virtual que su cuenta de correo, porque, claro está, en la distancia -sobre todo si de distancias cibernéticas se trata- todos los gatos son pardos y las visitas, placenteras.

Del Messenger pasamos, años después y con no pocos vaivenes, al mundo blog. Éste me ha servido, más que para enamorarme, para "amistarme" (mucho) y "autoafirmarme" (en menor medida, pero, qué coño, también).

Y del blog -y tras Flickr, que también tiene su punto-, pasamos al Facebook, donde entré por ver qué era aquello del perfil público de Bibiana Aído, que se comentaba por doquier cuando la hicieron ministra. Y, qué quieren que les diga, me paso más tiempo husmeando en el 'libro de las caras' que leyendo la prensa -cosa que no me vendría nada mal, no sólo por mi profesión, sino también por mi aspiración-.

Me he hecho adicta al Facebook. Allí me he reencontrado con gente de la que hacía años no sabía nada -pero nada de nada- y he conocido más -mucho más- sobre otras personas a las que tengo más cerca de lo que pensaba.

Es pintón. Muy pintón. Y sacia las ansias de las cotillas como yo.

Qué pasa. Siempre tuve alma de portera. ¿Algún problema? Ah, creía.

miércoles, noviembre 05, 2008

Todo es posible en América

La Historia se está escribiendo ante mis narices... ¡y yo con estos pelos! Sí, sí, que Obama ha ganado. Que las encuestas, por una vez -o una vez más, según y depende- han acertado, y que la esperanza se quita el manto verde para vestir de negro. Por raro que parezca.

Desde este 5 de noviembre de 2008, el futuro, ese futuro que invocamos como sinónimo de optimismo y prosperidad, ya no se ve de color de rosa. Qué va. Ahora se ve negro. Y todo por Obama. Y por su "Yes, we can". Y por la fe. La que ha puesto en él una abrumadora mayoría de estadounidenses y, por qué no decirlo, mucho más de medio mundo. Y más de tres cuartos, tal vez.

Este miércoles frío se está escribiendo la Historia, así, con mayúsculas, y yo, que acostumbro a renegar de las raíces de mis mechas cuando la actualidad se viste de titular a cinco columnas y todas las letras son negritas -más allá del color del presidente de los United States-, cojo y me voy a la pelu. Pero hoy no voy de intelectual. Qué va. Que la última vez que me puse finolis, pedí que me cortasen el pelo a lo Rachida Dati y, tras la debacle, por poco cambio de modelo y termino rapándome a lo Demi Moore en La teniente O'Neil. Hoy simplemente quiero que mi futuro también cambie de color. Y, a ser posible, de estilo.

Eso sí, de momento no me atrevo con el negro. Y con el corte, me atrevo por poco. Sólo porque el pelo crece. Por lo demás, soy incapaz de aplicarme la doctrina Obama. En cuestión de pelos, lo reconozco, "No, I can't".

Por cierto, no lo he dicho, pero me alegro. Por Obama. Y por mí... "y por todos mis compañeros, pero por mí el primero". Como en el escondite. Aunque, eso sí, el que no se ha escondido ha sido McCain. Un caballero ha sido cuando ha pedido unidad. Que arrimen el hombro para sacar al Imperio del atolladero.

Se ha merecido una bolsita de sus patatas. Pero fritas como Dios manda, con aceite de oliva. Que se lleva lo hispano. Ténganlo muy en cuenta.

Ah, y que sea enhorabuena.

martes, noviembre 04, 2008

¡Temblad, infieles!

¡Temblad, infieles del mundo, temblad! Vuestra gloria tiene los días contados. O casi.

Las cornudas, hartas de llevar los pitones a cuestas, han decidido ponerse la rabia por montera y pegar cornadas a diestro y siniestro. Que para siniestras, ellas. O nosotras. Vaya usted a saber.

Nace Descubre al infiel, un portal donde se identifica con pelos y señales (pero sólo con el nombre de pila, por aquello de la intimidad que ellos mismos dejan a la altura del betún con sus aventuras varias) a los infieles del mundo entero, se ofrecen consejos para superar una crisis pitonil, te ponen el hombro para que llores en un peculiar muro de las lamentaciones y... ¡hasta dan consejos sobre sexo! (aunque, en este sentido, apunto yo: ¿cómo mantener la compostura en la cama con un tío que sabes que viene de hacer lo mismo con otra incauta como tú?).

Y, para que no falte de ná, hasta el propio infiel tiene su minutito de gloria con el que explicarse, defenderse o vanagloriarse, según el estado de su autoestima... Dice el muy cachondo que no nos entiende: "Con los años pensé que encontraría respuestas. El tiempo no me las ha dado, pero sí hallé la solución: no preguntarme absolutamente nada"... y digo yo que lo mismo nos pasa a nosotras... así que, de momento, la menda va a empezar a borrar todo tipo de interrogantes; después, se pondrá el mono de faena y pondrá sobre aviso a las féminas de aquellos "sus" infieles que andan sueltos...

Lo de Los hombres de mi almohada era sólo un aviso... ¡¡seguid temblando!!

jueves, octubre 30, 2008

La guerra de los mundos

Hace setenta años que los alienígenas tomaron las ondas estadounidenses y provocaron el pánico entre una sociedad que, si bien miraba al mundo desafiante, por encima del hombro, al mismo tiempo se sentía frágil y condenada al terror eterno, pese a su supremacía.

Setenta años. Los alienígenas, dispuestos a tomar la Tierra, iban arrasando con todo lo que encontraban a su paso, mientras los militares, los científicos e incluso el secretario de Estado se encogían de hombros ante la catástrofe, pues no tenían manera de frenar aquel desastre.

Orson Welles lo avisó: que nadie se echase las manos a la cabeza, que aquello era sólo una dramatización. Que sólo pretendía adaptar La guerra de los mundos, de H. C. Wells. Nada más.

Pero el poder de convicción de la radio, su capacidad para dar carácter de certeza a toda palabra que convierte en ondas, pesó más que la advertencia. Y sucedió entonces lo que ya todos saben: que los ciudadanos cayeron presa del miedo; y que las calles se llenaron de gente que corría despavorida, sin dirección; y que buena parte de los estadounidenses pensaron que allí se acababa el sueño americano, que los extraterrestres ponían punto y final al imperio.

Ahora, setenta años después, la radio española rinde homenaje a una retransmisión que se convirtió en un fenómeno sociológico y que, aún hoy, pasadas siete décadas, sigue estudiándose en todas las facultades como ejemplo indiscutible del poder de los medios de comunicación de masas.

A Orson Welles le despidieron por aquello, pero, como no hay mal que por bien no venga, se marchó a Hollywood y arrancó una carrera cinematográfica plagada de parabienes.

Esta noche, la voz de Welles será recreada por Primitivo Rojas -la voz de El precio justo-. Junto a él, voces señeras de la radio española, como Luis del Olmo, Juanma Ortega o Juan Ramón Lucas, irán poniendo voz a los personajes del mítico relato, para recrear aquella noche neoyorquina histórica del 30 de octubre de 1938.

La retransmisión íntegra de la obra podrá seguirse a partir de las 21 horas a través de Radio 3; habrá también conexiones en directo en Radio Nacional, Cadena Ser, Cope, Punto Radio, Onda Cero, Intereconomía y Onda Madrid.

miércoles, octubre 29, 2008

La independencia era esto

Dejar que suene el despertador diez o doce veces seguidas, sin que nadie te suelte, con voz balbuceante: "¿Por qué no lo callas?".

Entrar en la ducha, abrir el agua caliente y quedarte bajo el chorro redentor todo el tiempo que haga falta, sin que nadie relate al otro lado de la mampara porque llega tarde a trabajar.

Entrar en la cocina y apurar las últimas gotas de café que queda en la jarra, sin que nadie proteste porque tiene que marcharse sin desayunar gracias a tu egoísmo.

Salir de casa y coger el coche del garaje, sin que el contrario gruña porque siempre es tu bólido el que duerme calentito, mientras que el suyo sufre de lo lindo pasando la noche al raso, con el frío que hace y las heladas que caen, hay que ver.

Hacer la lista de la compra en un paroncito del trabajo, sin tener que pararte a pensar en si quedan o no galletas de las que al contrario le gustan y que suponen tu perdición, porque las ves ante ti, desafiantes, en el armario, y eres incapaz de que tu estómago les niegue un caluroso saludo.

Llegar a casa y sentarte tranquilamente en el sofá, sin tener que pelearte con nadie por el mando del mando y sin tener que pensar qué cena toca hacer hoy, porque con un yogur te conformas, pero el contrario quiere una cena en condiciones, que dice que no es sano irse a la cama con el estómago haciendo un triple mortal.

Echarte a dormir con todo el edredón en tu lado, sin que nadie te diga que le destapas y que va a coger una pulmonía por tu culpa.

La independencia era esto.

Era esto... y no poder tirar más del edredón, pero con otra sonrisa dentro, y poder calentarte los pies con el roce de otra piel en lugar de pasar las de Caín intentando coger calor con los calcetines de lana, que te cortan la circulación y son el colmo del antiglamour.

Era esto... y tirarse corriendo al teléfono para ver si hay algún mensaje que contestar, porque esas serán las únicas "buenas noches" que podrás dar antes de irte a dormir.

Era esto... y cargar con la compra sola, y terminar comprando las galletas dichosas, con la excusa de premiarte en una ocasión especial, pero consciente de que terminarás engulléndolas en el siguiente ataque de ansiedad... o para enjugar las lágrimas de la próxima película romántica que echen por la tele, porque, claro está, no tendrás a nadie al lado para que te achuche mientras lloras y te diga lo tonta que eres por darle tanto a la lágrima.

Era esto... y no tener a nadie que te acompañe al taller para evitar las caras de póker que pones cuando te explican las virguerías que le han hecho a tu coche.

Era esto... y terminar tirando el café, porque se pone malo, que para una sola no merece la pena hacer una cafetera entera, pero tampoco has sabido nunca cogerle el punto a dejarla a medias.

Era esto... y tener que comprarte un cepillo para llegar a todos los rincones de la espalda, porque no hay ningún voluntario que se preste a la tarea de extenderte el exfoliante a cambio de una dicha divertida.

Era esto... y despertarte sola, siempre sola, igual que te dormiste, del mismo modo que cenaste, y que comiste, y que desayunaste... Sola, con tu soledad a solas.

La independencia era esto. Pero, con todo, ¡que viva la independencia!

martes, octubre 28, 2008

A mi vera


... He suplicado a todo que no te vayas,
no sé dónde meterme en primavera,
y ayer pacté con todo para que te quedes,
he roto mil promesas para que te fueras...
Tú te empeñas en romper mi alma,
yo me empeño en tenerte a mi vera...




Juan Peña, A mi vera.

De amor y truenos


No está el horno para bollos, ni las teclas para alardes de lirismo. Tengo muchas cosas que decir y pocas ganas de contar. Y menos tiempo. Y demasiada vagancia. Todo en exceso. Como siempre.

Pero, a falta de un paseo completo por mi blogosfera habitual, un garbeo del tres al cuarto me conduce, como por arte de magia y sueño, a un artículo que debería grabarme a fuego hasta no dejar a salvo ni uno solo de los poros de mi piel.

Lo firma mi querida Berrendita, dueña y señora de letras contundentes, de páginas con sabor a sangre en la boca, con manojos de yerba entre los dientes, con pasión desmedida. Con truenos en el brillo imponderable de sus ojos.

Porque, como bien dice mi Ana, "Las mujeres tronamos". Me permito dos licencias: enlazar el artículo y extraer estas líneas, que me han llegado al alma:

Cuando una mujer se entrega en cuerpo y alma se abre un precipicio en su cadera, un mapamundi en los muslos, un abismo en el vientre, un firmamento en el estómago. Y truena sobre el lienzo, sobre la sábana dolorida de tanto amor.

Cuando una mujer ama, aparecen constelaciones bajo su nuca, veranos bajo las pestañas, altares en la cruz de sus axilas, el arco iris en la comisura de los labios.

Cuando una mujer besa, se desatan en la lengua mil terremotos. Cuando una mujer acaricia, queda escrito en la piel el vértigo de mil huracanes, la revolera de todos los vientos en los puntos cardinales de sus poros, el cristal de todas las aguas en las gotas calientes de su sudor.

Cuando una mujer sonríe, enciende la bombilla del infinito, truena silencios en la pupila, llueve misterios sobre los dientes de la tierra.


Lástima que algunos -muchos, quizá demasiados, de nuevo demasiados- no se den cuenta.

Y aquí vuelvo a tirar de letras ajenas (joder, sí que estoy vaga hoy, sí) y me remito a un ilustrativo artículo de Risto Mejide, a quien debería seguir más y mejor en ADN: "Para llegar a quererse bien, hay que haberse querido mucho". Porque, fíjense, fíjense cuántos tipos de amores pueden llegar a encontrarse:

Amores taxidermistas, que matan, ahogan y disecan todo aquello por lo que un día se enamoraron de ti. Amores carceleros, que pretenden que, además, jamás vuelvas a ver la luz del sol. Amores placebo, que intentan hacerte creer que sin ellos estarías mucho peor de lo que viniste. Amores republicanos, que si no estás con ellos, estás contra ellos. Amores demócratas, que sólo parecen triunfar donde los demás la cagan. Amores perros, como ese Iñárritu, incapaces de superarse a sí mismos.

Amores taja, que sirven mientras ayuden a olvidar. Amores puente, que sólo te preparan para la siguiente relación. Amores escaparate, que varían según tendencia y temporada. Amores alfombra, que ocultan aún más mierda de la que se ve. Amores cómoda, orgasmos fingidos a partir del tercer cajón. Amores de primera, siempre con segundas. Amores en oferta, sólo hasta fin de mes.

Elijan. Elijan si pueden. Y si no, hagan como la menda. Pernocten en la estación del desamor. Eso sí, les aviso: es fría. Fría de cojones. Y no sé si lo saben, pero bajan las temperaturas.

domingo, octubre 26, 2008

Cambio de rumbo

Con este golpe de tecla cambio de rumbo. En honor a la verdad, y pese a la grandilocuencia de la primera frase, no se trata de ningún giro copernicano. Creo que ni siquiera estoy ante un viraje de 90 grados. O quizá sí. El paso del tiempo -que dicen que pone todo en su sitio, aunque para mí no ha llegado el momento de comprobarlo- será el encargado de definir cuánto he girado esta vez. Que puede que me pase de rosca y termine levitando sobre mi propio eje, más rápido, más y más rápido, y casi sin darme cuenta, como en los exorcismos más cutres de la peli más casposa.

Pero no. Creo que no. Es mucho más prosaico que todo esto. Cambio de rumbo, primero, porque escribo desde mi nuevo ordenador... ¡¡¡SÍIIIII!!! Llegó a mí el viernes... y es una monada. Espero que se porte conmigo tan bien como lo ha hecho el anterior, al que, por cosas de fidelidad -bueno, y sobre todo por aquello de que guarda muchos secretos dentro- aún no he dicho adiós.

Y, a falta de uno de enero que llevarme a la agenda -porque es en los unos de enero cuando más enérgicos nos ponemos a la tarea del cambio- y puesto que septiembre pasó hace rato -es la opción B de los buenos propósitos-, me he dicho: "Ordenador nuevo, vida nueva". Y allá que voy.

Que no cunda el pánico. No pienso relatar los pormenores de mis propósitos. Más que nada porque puede que no los cumpla, y bastante mal quedo cuando no actualizo el blog como para permitirme el lujo de quedar aún peor por faltar a mis promesas. Eso se queda para la menda lerenda, que saca el látigo cada dos por tres cuando de la autoflagelación se trata.

Sólo diré que hago propósito de enmienda. ¿Que van diez mil millones, sólo en el último año? Pues sí. ¿Y qué? De sabios es rectificar. Y hasta el mejor escribano echa un borrón. Y yo tengo un arsenal de gomas de borrar para enmendarme a todas horas.

Guau. Mi autocharla no tiene desperdicio. Pero no teman: creo que es el efecto Richard Gere. Acabo de llegar a casa después de ver Noches de Tormenta y, aunque la película deja bastante que desear -los diálogos son anodinos y la historia, bastante previsible-, quien tuvo retuvo... y más. Y, como no todo es blanco ni negro, ahí va la frase de la cinta... que bien podría ser la frase de una vida entera:

Hay otra clase de amor... Un amor que te hace creer que todo es posible.
Que te hace ser mejor de lo que eres, y no menos de lo que eres...

O algo así, que llevaba pluma y libreta, pero estaba oscuro y no podía apuntar...


miércoles, octubre 22, 2008

Regalitos de arte

Hoy la vida me sonríe. Aunque el cielo llore a cántaros y la lluvia me deje a medio gas.

Pero claro, cuando a una le regalan una amistad sincera, ¿cómo puede evitar reír a carcajadas, sin muecas?

El artífice del milagro ha sido Emilio Asiaín. Emilio, su madre y su padre, que son unos artistas. Tienen una de las sastrerías de toreros con más solera de Madrid, un negocio familiar que se forjó al mismo tiempo que una auténtica historia de amor: la de Emilio padre y Encarnita.

Atravesar la puerta de su casa es sumergirse en un universo de ternura y de pasión. De ternura a todo aquel que se cruza en sus miradas. De pasión por un oficio que va mucho más allá de los millones de puntadas que surcan sus manos cada día; mucho más allá del oro y la plata que salpican las ricas telas; mucho más allá del esmero en la colocación de las piedras que habrán de enriquecer los ya de por sí ricos bordados... Mucho más allá. Siempre más.

En la familia Asiaín se respira vida. Y Emilio es buen ejemplo de ello: a su trabajo entregado en la sastrería suma clases de taichi, estudio constante de la optimización del rendimiento físico y las técnicas de relajación en la alta competición... y, ahora, nuevos proyectos que pretenden acercar a la sociedad sus dos grandes pasiones.

Por un lado, es inminente la creación de una asociación para fomentar la práctica del taichi, con sesiones gratuitas en lugares céntricos de Madrid. Por otro, Emilio está inmerso en el diseño de complementos con motivos taurinos.

Y yo he tenido la suerte de que poder lucir dos de ellos en auténtica primicia:

Bolso torero

De purísima y oro

¡¡Gracias, Emilio!! Sois unos soles... ¡¡pero muy grandes!!

martes, octubre 21, 2008

Mi verdadera historia. Tribulaciones sobre dos ruedas

[...] Resulta que hoy me he sentido como imbuida por una especie de exaltación deportiva y le he pedido la bici a Chihuahua. Digo yo que bien podría haber desempolvado el banco de abdominales que compré cuando empecé a salir con Arturo, por aquello de remozar la barriguita, y haberme quedado, sube y baja, sube y baja, delante de la tele, con un platito de patatitas fritas en la mesita del salón, y mi cocacola al lado, con su hielito y su rajita de limón y todo. Pero no. He visto que la tarde se me iba de las manos y me quedaba, como los vampiros, sin catar ni un mísero rayo de luz solar y me he dicho: “¿Qué tal si mueves tu celulitis, vuelta y vuelta, vuelta y vuelta, y el airecito serrano te oxigena las neuronas, que las tienes muy perjudicadas?”. Y chica, dicho y hecho, allá que he ido.

Podría haber salido a andar un rato, pasito a paso, pasito a paso, pero no. Me ha parecido como de marujilla. Ya me veía yo con la batita de salir, con sus florecitas y el cinturón con la hebilla forradita a juego, con las alpargatas de cuña y el pañuelito en la mano, para enjuagar los sudores postmenopaúsicos, cortando trajes a toda la vecindad y poniendo cara de póker a los niños que se cruzan por delante en busca de un columpio recién liberado... y como que no. Como que prefiero guardar esa estampa marujil para más adelante.

Pero el caso es que yo quería que me diera el aire, y entonces he salido a la terraza y allí la he visto. Radiante. Llamándome. Diciéndome desde el cuentakilómetros: “Mira, guapa, mira qué sillín que tengo... mira qué platos... y qué piñón, oiga, qué piñón... cómo lo tengo... ¡cómo lo tengo!”. Y entonces he vuelto a entrar en el salón, todo lleno de ropa recién recogida de la cuerda, esperando una racioncita de plancha para tomar, y con Chihuahua cual majo a medio vestir, vegetando detrás de un paquete de donettes, tiradito en el sofá. Y la bici llamándome. Y Chihuahua mirando embobado la pantalla del televisor. Porque apuesto a que no ve más allá de las formas deformes que se escapan de los rayos catódicos. Vamos, que ve pero no mira. O mira pero no ve. O sea, que no se entera. Y la bici llamándome...

Y entonces le he dicho a Chihuahua si me dejaba dar una vuelta en la bici. Y él, sin despegar los ojos de la lluvia catódica, me ha dicho que si estaba loca. Que yo no sé ni montar en bici. Y yo le he dicho que sí, que en el instituto me hicieron un examen. Que bueno, que lo aprobé por los pelos, pero que sí, que subirme, me sé subir, y que oye, que mal que bien, que yo creo que sí, que puedo mantener el equilibrio. Y entonces me ha dicho que ni siquiera llego a los pedales. Y yo le he dicho que tenía entendido que los sillines se suben y se bajan. Que al menos el sillín de la bicicleta estática de Arturo subía y bajaba, pero que claro, que era Arturo el que sabía subirlo y bajarlo, que yo bastante hacía con ponerme ahí arriba y darle un poquito a los pedales. Y que si él no me puede bajar el sillín. Y entonces me ha dicho que cuánto hace que fue aquello del instituto.

Y yo me he puesto a hacer cuentas y entonces, como me parecía insultante responder a la pregunta, he vuelto a salir a la terraza y yo solita he bajado el sillín de la bici. Y hasta me he subido, apoyándome en la barandilla –a la que, por cierto, no le vendría nada mal una sesión de lija y otra de barniz-, para comprobar que lo dejaba a la altura correcta. Y le he dicho a Chihuahua que ya no tiene que bajar el sillín, y que si me la deja, la bici, vamos, que total, que él no la usa porque el único deporte que a él le gusta últimamente es el nothing –o sea, el no hacer nada de nada- y que claro, que la tiene a la pobre toda abandonadita. Y que yo no tengo la culpa, que era ella la que me estaba llamando para que la rescatase de su aburrimiento. Y entonces él ha dejado de mirar la tele, me ha mirado con cara de pena y me ha dicho: “Estás más loca de lo que yo pensaba”; y, aunque yo sé que no piensa, me he sentido un poco tonta, y a pesar de todo, he cogido la bici y la he bajado en brazos por el portal –es que las dos no cabemos en el ascensor- y con ella que me he ido de paseo.

Continuará...

miércoles, octubre 15, 2008

Todo sobre mis suegras. Amalia

Ay, qué desastre. Empiezo el post con el título y no recuerdo si aquella segunda suegra mía se llamaba Amalia o Amelia. Mi señora madre me ha corregido el desliz unas cuantas veces, pero mi memoria es frágil y tiende a olvidar qué vocal corresponde a la sílaba central del nombre de aquella mujer siempre sonriente, siempre solícita, siempre cariñosa... una pedazo de suegra, en fin.

Amalia -me decanto por la "a", y que los hados me sean propicios- era -supongo que lo sigue siendo- la madre de David, el niño guapísimo que conocí en parvulitos y por el que dejé a Kiko.

David -quién le encontrase de nuevo... si estás por ahí, hijo, manifiéstate- era moreno, con cara de bueno y con unos ojos verdes que quitaban el sentío. Le recuerdo vestido de pirata, en una fiesta de carnaval del cole, situado -qué bien enseñan a los niños desde pequeños, oyes- entre las dos chiquillas que peleaban por sus huesos: Natalia y una servidora.

Natalia era una cursi. Y que diga eso una megacursi como yo, tiene delito. Pero es que ella era un verdadero repollo con lazo. A las fotos me remito: la menda, disfrazada del Atleti -sí, qué pasa... nadie es perfecto, hay defectos que se incuban desde la cuna- y mi rival, vestidita de bailarina del cancán, con sus plumas en la cabeza y todo, como si anduviéramos por el Lejano Oeste y tuviéramos que pelear, liguero en ristre, por el amor de mi David.

Porque David, quiéralo ella o no, era mío. Mío y solo mío. Era yo quien lloraba con él cuando nos obligaban a ir a natación. Era yo la que le invitaba a chucherías en el bar de mi señor padre. Era yo la que jugaba con él a Uve en los recreos -bueno, ella también, pero yo jugaba más, porque hacía de Diana y era la prota- y, sobre todo, era yo la que me hacía cariñitos con esa monada de niño al ladito de los columpios -y mamá, no hagas comentarios, que te conozco y me haces pasar vergüenza.

Pero Natalia, además de requetecursi, era muy envidiosa, y me decía, la muy pedorra, que David me iba a dejar por gorda. ¡¡Habló la flaca!! ¡¡Si teníamos las dos unos mofletes que no cabían en las fotos de carné!!

Y además, querida, Amalia me quería a mí. Seguro. Casi más que David. Porque ese es mi sino, llevarme mejor con mis suegras que con mis novios. Aunque confabulen con mi madre para obligarnos a los tortolitos a soportar horrendas sesiones de natación cada martes, sin pesarles en absoluto nuestro recurrente dolor de barriga -inventado una semana tras otra, a propósito, para tan acuática ocasión.

De todos modos, ahora que lo pienso, en aquellos años la vida ya me estaba ofreciendo una temprana lección, a la que yo no quise atender: que, ya desde el principio, las tías somos tan tontas que preferimos pelearnos por la atención de un menda que aliarnos en nuestro propio beneficio... que, al final, los tíos pasan y somos nosotras las que quedamos.

Para ilustrar aquella época, nada mejor que Parchís -por cierto, mi David se parecía al buenorro de rojo, de cuyo nombre no logro acordarme-.




Comando G.




El twist de mi colegio.




Don Diablo.



Dime por qué.

lunes, octubre 13, 2008

A sangre y hiel

Hoy hace tres años de la última vez que hablé contigo. Tres años ya, fíjate. Quién nos lo iba a decir. Quién iba a decirnos que, después de no despedirme, y después de no dejar que tú te despidieras, hoy, tres años después, iba a acordarme de aquella tarde.

Iba a decir que llovía, pero no. O sí. No lo sé, vaya. Es que quería hacer la cosa más poética.

Pero las riñas no tienen rima posible. No valen para componer versos. Ni mucho menos estrofas.

Los gritos no suenan bien. Las malas caras no inspiran. El corazón en los puños impide que puedas abrir los dedos para dar a manos llenas.

¿Sabes? Me he arrepentido muchas veces de aquella conversación. De haberte colgado sin dejarte terminar. De no haberte escuchado. Una vez más.

Pero no me dejaste otra opción. No podía permitirme seguir calándome con tus lamentos. No podía seguir siendo cómplice de tu chantaje. Ni continuar tolerando tus amenazas veladas.

No podía.

Y me hice la valiente, aun a riesgo de sentirme cobarde por el resto de mis días.

Pero hay cosas que no tienen vuelta atrás.

Palabras que no pueden borrarse, aunque no se hayan escrito.

Y otras que jamás se escribirán, porque duelen demasiado, y salpican sangre y hiel.

Y yo no quiero seguir sangrando. Y, ¿sabes?, me he propuesto endulzar cada trago de amargor que me espere en esta copa engañosa que te llenan de por vida.

Pero no te quedes con lo malo. Allá donde estés, recuérdame con cariño. Si puedes.

Yo también lo intento.

Y aunque no lo creas, muchas cosas de las que he logrado en estos tres últimos años han ido, en parte, por ti.

Ahora toca volver a enterrarte sin duelo... en la ladera de un monte... o donde quieras imaginar. Aunque no nacieras en el Mediterráneo.



Joan Manuel Serrat, Mediterráneo.

Eso iba por ti. Esto, por mí, que soy más flamenca. Y me lo merezco, qué quieres que te diga.




Camarón de la Isla y Joan Manuel Serrat, La saeta.

jueves, octubre 09, 2008

Mi verdadera historia. Del "amor" y otros apaños

[...] Pues eso, que el Príncipe de la Cartera Sin Fin y el Pelo Engominado llegó. Ángel se llamaba el amigo. Y entonces le pidió salir, muy formal y muy correcto, a la Dama de las Tetas Grandes y la Celulitis Pequeña, a la sazón Vanessa Meseta Tejelavieja, un nombre aristocrático donde los haya, que no olvidaré mientras viva, quizá por la "e" reiterativa que se eleva y revolotea, estirada, entre mis esperpénticos recuerdos. Le pidió salir, decía. Y la llevó al cine. Y le regaló modelitos de Zara. Y rositas de la china... para ella sola, no como el bueno de Paco, que compraba una para siete, algo así como el grito de guerra de los mosqueteros, pero en versión clase media-media-media-baja. Y pendientitos de perlitas, con su gargantillita a juego. Y pulseritas. Y sortijitas. Y hasta creo que puso su granito de arenita en el vestidito de novia que lució, blanca y radiante, la buena de Vanessita cuando, seis años después de la primera cita, rubricó, con la vista puesta en la Visa Oro de su querido Angelito, aquel compromiso hiperbólico disfrazado de diminutivo.

Y como ella lo que quería era ser mamá y él lo que quería era no escucharla a ella más de lo justo y necesario, pues él puso su semillita y ella, lo restante. Los mareos, las náuseas, los antojos, el “mírame aquí que me duele allí”, el “dame masajitos en los pies que me pica la barriga” y el “vete a dormir al cuarto de invitados, que me despiertas al quinto de tus ronquidos”. Y así.

Y ella tuvo a su niña. Jennifer María, creo que se llamaba la criatura. Y él, una cama más pequeña al lado de la ventana y los pies fríos para el resto de las noches de su vida.

Por cierto, que no sé bien qué habrá sido de ellos. Me perdí entre los lazos y los faldones del bautizo de la criatura.

Yo es que, ya se lo he dicho, no tengo instinto maternal. Bueno, creo que, en realidad, no tengo instinto de nada más que de supervivencia. Y sólo a veces.

Por ejemplo, hoy me he empeñado en burlar esa patraña del afán de permanencia en el mundo. Nooooo, no piensen que he intentado suicidarme. Qué va. Soy demasiado vaga para eso. El instinto de supervivencia a punto ha estado de quedar hecho trizas gracias a mis nulas artes sobre las dos ruedas. De la bici.

Continuará...

miércoles, octubre 08, 2008

Laura es otra artista


Un inciso. La boda de Eva ya quedó atrás, pero no puedo dejar de mostrar la muñequita que hizo Laura Valea para la ocasión.

A la novia le encantó y la puso a presidir la mesa de los novios...

Gracias, Laura. Eres un sol.

Mujer de chocolate

Suena entre inocente y picarona. Con ese toque sensual que de siempre se les ha atribuido a las francesas, que parece que te están diciendo "Cómeme" sin abrir la boca siquiera.

La descubrí un día por casualidad. Me sonó a domingo, a mañana soleada, con las ventanas abiertas, con un café humeante sobre una bandeja con un mantelito blanco y un croissant recién sacado del horno y un periódico que no mancha posado encima del regazo.

Ella es francesa, pero su familia es española. Creo que la historia de la emigración tiene parada y fonda en su casa. De ahí su apellido, Ruiz. Su nombre no es tan folclórico: Olivia.

Olivia Ruiz presentó ayer su disco en España. Y mañana da un concierto para que la escuche medio Madrid.

A mí me gusta mucho su primer single, La femme chocolat. No lo he encontrado en castellano, por eso lo pongo en francés. La historia, para los que, como yo, no conozcan el idioma del amor -me río yo del topicazo, pero bueno-, se puede ver claramente en el vídeo: es la historia de una mujer, que podríamos ser cualquiera, que tiene que acostumbrarse a los cambios de su cuerpo. Aceptar que con 36 no se tiene la misma cintura que con 26, que la celulitis se te instala en el culo y no hay crema que obre el milagro... En fin, cosas de mujeres, de ésas que no entienden los hombres.

De momento, no voy a aplicarme el cuento. Quiero volver a tener el cuerpo de los 27, porque no hace tanto. Y estoy en el camino, dicho sea de paso.

Por cierto, al hilo de esta historia, una reflexión: cada día son más las mujeres adultas -y bien adultas- que caen en las garras de la anorexia. Podéis verlo en un reportaje buenísimo de mi compi Mariló Hoyos, que se emitió en Esta mañana, de La 1, el pasado lunes.




Olivia Ruiz, La femme chocolat.

martes, octubre 07, 2008

Modelos para Mara

Que sí, que sí, que esto no puede ser. Que tengo que actualizar algo más frecuentemente que una vez a la semana, pero que es que no lo puedo hacer todo a un tiempo.

Por partes. No soy una gran dibujante ni voy de diseñadora, pero se me han ocurrido estos modelitos para Mara y su boda de diciembre... A ver qué le parecen a ella.

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Este otro es mucho más andaluz... falda de raso negra y camisa de gasa blanca, muy vaporosa, con cuello y puños de raso rojo y chorrera blanca de encaje:

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Y este otro también tiene un aire andaluz: es en color marfil, con apliques de pasamanería negros y chorrera de encaje, también negra, y apliques del mismo encaje en la "manga".


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No seáis muy duros, que ya sé que lo del dibujo no es lo mío y que mi vena andaluza resulta irritante en muchos casos...

martes, septiembre 30, 2008

Una de latigazos

Vuelvo más cañera que nunca. Más de lo que me fui. Si es que me fui alguna vez. Y si acaso se puede decir que vuelvo, porque cada vez tengo más presente la sensación de marcharme de continuo, de que los pasos no me acercan a nada, sino que cada vez me llevan más lejos hacia la perdición perpetua.

No, no he caído en manos de una secta. Creo que mi cuenta corriente no resulta interesante para ninguna. Y tampoco me he dado ningún golpe en la cabeza. Puede que haya tragado un poquito de agua en la última clase de aquaspinning, pero, quién sabe, igual el cloro disuelve la celulitis y mato dos pájaros de un tiro.

Lo malo es que vuelvo cañera conmigo misma. Y motivos tengo. Porque tengo el chiringuito abandonao, y tengo abandonaos a todos los que un día me seguían -qué tiempos aquellos... ¿me habrán sido fieles en mi ausencia?-.

El primer latigazo, en la frente: Mara me da un premio y yo voy y tardo una semana -o más- en agradecerlo de forma pública y seguir la cadena de reconocimientos. Lo dicho: no tengo vergüenza.

Pero es que he andado de la Ceca a la Meca. De veras. Y de bodas. Y de otras cosas que prefiero no recordar, que ya lo dijo la Pantoja, "Dientes, dientes, que les jode". Pues eso. Que les joda. Que los que me quieren se alegrarán.

Y después del soliloquio, vamos allá con el premio. Dice mi hadita particular, que aunque no me conoce me quiere una jartá, que este Devezencuandario es una Joya para el alma. Y lo cierto es que yo no sé si adornará las almas ajenas, pero puedo asegurar que la mía sí. Y mucho. Gracias a todos los que comparten mis letras, claro está. Así que, Mara, un millón de gracias. O más.

Ahora toca cumplir las reglas:

1) Si fuiste premiado, escribe un post, e incluye a cinco blogs que reúnan estos valores.

2) Haz en tu post un link al post del premio, para que se pueda encontrar el origen.

Elegir sólo cinco blogs que transmitan "amistad, solidaridad, amor, que ayuden a reflexionar y ser mejor persona", a estas alturas de la película, es algo muy difícil. A estas alturas de la película, dos años y pico después de empezar la aventura, he aprendido mucho de muchos bloggers. Han sido muchos los post que me han ayudado a ser mejor persona. Muchas las entradas que me han removido el alma.

Pero, como no quiero que se me acuse de premiar siempre a los mismos, voy a intentar repartir los galardones sin olvidar ningún hueco de mi blogosfera particular:

-Peripatético. Su visión del mundo es una lección constante de humanidad, solidaridad y ética. Y de compromiso.

-Que 20 años no es nada. Una joyita. De verdad. Sobre todo para los enamorados de Sevilla, como yo.

-Pétalos de acero. No escribe mucho. Pero, eso sí, cuando escribe, lo borda.

-La segunda oportunidad. Sincero. Directo. Desgarrador. A corazón abierto.

-La fábrica de sueños. Sí, ya sé que lo he premiado hace poco. Pero es que me tiene hechizada.

Para terminar, una sola cosa más. Una nueva muestra de las manitas que tiene mi mami, que está hecha una artista.

Lo borda en tiempo récord. Apenas le hicieron falta cinco días para hacerme el vestido de la boda de Eva, la boda más bonita que he presenciado en toda mi vida, dicho sea de paso.

La modelo no está en su mejor momento físico, pero ha hecho propósito de enmienda y -esta vez sí- lo piensa cumplir. Con un par.

Gracias, madre. Que eres la hostia, qué quieres que te diga.

jueves, septiembre 18, 2008

Mi verdadera historia. En el camino del huerto

[...] La chica de las tetas grandes salió con múltiples especímenes, todos ellos obsesos sexuales en potencia... o más bien en impotencia, porque al final ella, que sólo tenía de echá p’alante la masa pectoral bien puesta, les mandaba a todos desde el camino del huerto al sendero polvoriento del arrimón frustrado en cuanto atisbaba sus aviesas intenciones.

Estaba claro: ella lo que quería, como antes dije, era ser mamá. Pero claro, no antes de tiempo. Y quería un hombre que la entendiera, que la rescatase de las mazmorras de la atracción mal entendida y sacada de quicio, que la vistiese de blanco, le pusiese un pedrusco en el dedo y luego le trajese a casa el parné necesario para comprarse todas las semanas un par de modelitos nuevos de Zara. Y una crema reparadora de Yves Rocher, ya puestos. Y que la llevase de luna de miel cada medio año. Y que la invitase a sitios caros. Y que le comprase un lavaplatos para no estropearse las cutículas que tan bien cuidadas tenía después de haber logrado vencer su destructiva onicofagia infantil. Y que la llevase al cine. Y al teatro. Y que contratase una asistenta que planchase dos tardes en semana. O más.

Aquel extraño ejemplo de generosidad masculina tardó en llegar. Tardó lo que tarda en aprobarse el latín de segundo de BUP cuando tu mayor preocupación es controlar la celulitis y vencer la guerra perpetua a los abdominales flácidos. Es decir, que tardó como tres o cuatro promociones de salidos, una detrás de otra. Todos al acecho de las delanteras más codiciadas y cotizadas de la localidad. Y de parte del extranjero.

Y tardó sobre todo porque, además de generoso y poco proclive a la erección prematura, el Príncipe de la Cartera Sin Fin también había de ser agradable a la vista, para no desentonar con el sainete que la Dama de las Tetas Grandes había concebido en un alarde de predicción previsiva y previsible, a la par que deseada, de su atildada vida futura.

Continuará...

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