Vuelvo más cañera que nunca. Más de lo que me fui. Si es que me fui alguna vez. Y si acaso se puede decir que vuelvo, porque cada vez tengo más presente la sensación de marcharme de continuo, de que los pasos no me acercan a nada, sino que cada vez me llevan más lejos hacia la perdición perpetua.
No, no he caído en manos de una secta. Creo que mi cuenta corriente no resulta interesante para ninguna. Y tampoco me he dado ningún golpe en la cabeza. Puede que haya tragado un poquito de agua en la última clase de aquaspinning, pero, quién sabe, igual el cloro disuelve la celulitis y mato dos pájaros de un tiro.
Lo malo es que vuelvo cañera conmigo misma. Y motivos tengo. Porque tengo el chiringuito abandonao, y tengo abandonaos a todos los que un día me seguían -qué tiempos aquellos... ¿me habrán sido fieles en mi ausencia?-.
El primer latigazo, en la frente: Mara me da un premio y yo voy y tardo una semana -o más- en agradecerlo de forma pública y seguir la cadena de reconocimientos. Lo dicho: no tengo vergüenza.
Pero es que he andado de la Ceca a la Meca. De veras. Y de bodas. Y de otras cosas que prefiero no recordar, que ya lo dijo la Pantoja, "Dientes, dientes, que les jode". Pues eso. Que les joda. Que los que me quieren se alegrarán.
Y después del soliloquio, vamos allá con el premio. Dice mi hadita particular, que aunque no me conoce me quiere una jartá, que este Devezencuandario es una Joya para el alma. Y lo cierto es que yo no sé si adornará las almas ajenas, pero puedo asegurar que la mía sí. Y mucho. Gracias a todos los que comparten mis letras, claro está. Así que, Mara, un millón de gracias. O más.
Ahora toca cumplir las reglas:
1) Si fuiste premiado, escribe un post, e incluye a cinco blogs que reúnan estos valores.
2) Haz en tu post un link al post del premio, para que se pueda encontrar el origen.
Elegir sólo cinco blogs que transmitan "amistad, solidaridad, amor, que ayuden a reflexionar y ser mejor persona", a estas alturas de la película, es algo muy difícil. A estas alturas de la película, dos años y pico después de empezar la aventura, he aprendido mucho de muchos bloggers. Han sido muchos los post que me han ayudado a ser mejor persona. Muchas las entradas que me han removido el alma.
Pero, como no quiero que se me acuse de premiar siempre a los mismos, voy a intentar repartir los galardones sin olvidar ningún hueco de mi blogosfera particular:
-Peripatético. Su visión del mundo es una lección constante de humanidad, solidaridad y ética. Y de compromiso.
-Que 20 años no es nada. Una joyita. De verdad. Sobre todo para los enamorados de Sevilla, como yo.
-Pétalos de acero. No escribe mucho. Pero, eso sí, cuando escribe, lo borda.
-La segunda oportunidad. Sincero. Directo. Desgarrador. A corazón abierto.
-La fábrica de sueños. Sí, ya sé que lo he premiado hace poco. Pero es que me tiene hechizada.
Para terminar, una sola cosa más. Una nueva muestra de las manitas que tiene mi mami, que está hecha una artista.
Lo borda en tiempo récord. Apenas le hicieron falta cinco días para hacerme el vestido de la boda de Eva, la boda más bonita que he presenciado en toda mi vida, dicho sea de paso.
La modelo no está en su mejor momento físico, pero ha hecho propósito de enmienda y -esta vez sí- lo piensa cumplir. Con un par.
Gracias, madre. Que eres la hostia, qué quieres que te diga.
martes, septiembre 30, 2008
jueves, septiembre 18, 2008
Mi verdadera historia. En el camino del huerto
[...] La chica de las tetas grandes salió con múltiples especímenes, todos ellos obsesos sexuales en potencia... o más bien en impotencia, porque al final ella, que sólo tenía de echá p’alante la masa pectoral bien puesta, les mandaba a todos desde el camino del huerto al sendero polvoriento del arrimón frustrado en cuanto atisbaba sus aviesas intenciones.
Estaba claro: ella lo que quería, como antes dije, era ser mamá. Pero claro, no antes de tiempo. Y quería un hombre que la entendiera, que la rescatase de las mazmorras de la atracción mal entendida y sacada de quicio, que la vistiese de blanco, le pusiese un pedrusco en el dedo y luego le trajese a casa el parné necesario para comprarse todas las semanas un par de modelitos nuevos de Zara. Y una crema reparadora de Yves Rocher, ya puestos. Y que la llevase de luna de miel cada medio año. Y que la invitase a sitios caros. Y que le comprase un lavaplatos para no estropearse las cutículas que tan bien cuidadas tenía después de haber logrado vencer su destructiva onicofagia infantil. Y que la llevase al cine. Y al teatro. Y que contratase una asistenta que planchase dos tardes en semana. O más.
Aquel extraño ejemplo de generosidad masculina tardó en llegar. Tardó lo que tarda en aprobarse el latín de segundo de BUP cuando tu mayor preocupación es controlar la celulitis y vencer la guerra perpetua a los abdominales flácidos. Es decir, que tardó como tres o cuatro promociones de salidos, una detrás de otra. Todos al acecho de las delanteras más codiciadas y cotizadas de la localidad. Y de parte del extranjero.
Y tardó sobre todo porque, además de generoso y poco proclive a la erección prematura, el Príncipe de la Cartera Sin Fin también había de ser agradable a la vista, para no desentonar con el sainete que la Dama de las Tetas Grandes había concebido en un alarde de predicción previsiva y previsible, a la par que deseada, de su atildada vida futura.
Estaba claro: ella lo que quería, como antes dije, era ser mamá. Pero claro, no antes de tiempo. Y quería un hombre que la entendiera, que la rescatase de las mazmorras de la atracción mal entendida y sacada de quicio, que la vistiese de blanco, le pusiese un pedrusco en el dedo y luego le trajese a casa el parné necesario para comprarse todas las semanas un par de modelitos nuevos de Zara. Y una crema reparadora de Yves Rocher, ya puestos. Y que la llevase de luna de miel cada medio año. Y que la invitase a sitios caros. Y que le comprase un lavaplatos para no estropearse las cutículas que tan bien cuidadas tenía después de haber logrado vencer su destructiva onicofagia infantil. Y que la llevase al cine. Y al teatro. Y que contratase una asistenta que planchase dos tardes en semana. O más.
Aquel extraño ejemplo de generosidad masculina tardó en llegar. Tardó lo que tarda en aprobarse el latín de segundo de BUP cuando tu mayor preocupación es controlar la celulitis y vencer la guerra perpetua a los abdominales flácidos. Es decir, que tardó como tres o cuatro promociones de salidos, una detrás de otra. Todos al acecho de las delanteras más codiciadas y cotizadas de la localidad. Y de parte del extranjero.
Y tardó sobre todo porque, además de generoso y poco proclive a la erección prematura, el Príncipe de la Cartera Sin Fin también había de ser agradable a la vista, para no desentonar con el sainete que la Dama de las Tetas Grandes había concebido en un alarde de predicción previsiva y previsible, a la par que deseada, de su atildada vida futura.
Continuará...
martes, septiembre 16, 2008
Vuelta al cole
El estado de abandono de este blog empieza a preocuparme. ¡¡Con lo bien que lo llevaba este verano!!
Lo cierto es que, sin afán de buscar excusas porque sí, he de decir que no tengo tiempo p'a ná. Pero p'a ná p'a ná. De verdá.
Ahora mismo estoy actualizando en unas condiciones difíciles de describir. De hecho, ni siquiera voy a intentarlo. Digamos que entre los huecos que me dejan las tareas de recoger la ropa recién planchada, prepararme la comida de mañana, echarme potingues en la cara y crema anticelulítica en las cartucheras, aporreo las teclas un rato -y a todo esto me doy cuenta de que necesito una manicura urgente, porque hoy he empezado la piscina, que toca "vuelta al cole", y el remojo deja al descubierto unas cuantas carencias en mis cutículas-.
En fin, que no me enrollo, que la cama me llama a gritos -ojo, la cama... nada más que la cama... bueno, y un edredón que he recuperado de cuando era una enana... de edad, porque en estatura no he crecido demasiado, la verdad-.
Anoto mis deudas: nuevos capítulos de hombres en la almohada, de suegras y de historias ¿verdaderas?.
Pero, antes de saldar estas, he de pagar -y muy gustosa- un par de deudas más. La primera, con Fanny, que me ayudó a quedar fenomenal con estos encarguitos tan monos:
La segunda, con mi hermano, que me trajo estos regalitos de tierras irlandesas:
Y la tercera, con mi madre, que tiene la aguja desatada y ya ha entregado su primer gran encargo: un vestido negro de fiesta absolutamente impresionante (ahí colgado, en la percha, no parece lo mismo, la verdad):
En fin... ¡¡Feliz vuelta al cole para todos!!
Lo cierto es que, sin afán de buscar excusas porque sí, he de decir que no tengo tiempo p'a ná. Pero p'a ná p'a ná. De verdá.
Ahora mismo estoy actualizando en unas condiciones difíciles de describir. De hecho, ni siquiera voy a intentarlo. Digamos que entre los huecos que me dejan las tareas de recoger la ropa recién planchada, prepararme la comida de mañana, echarme potingues en la cara y crema anticelulítica en las cartucheras, aporreo las teclas un rato -y a todo esto me doy cuenta de que necesito una manicura urgente, porque hoy he empezado la piscina, que toca "vuelta al cole", y el remojo deja al descubierto unas cuantas carencias en mis cutículas-.
En fin, que no me enrollo, que la cama me llama a gritos -ojo, la cama... nada más que la cama... bueno, y un edredón que he recuperado de cuando era una enana... de edad, porque en estatura no he crecido demasiado, la verdad-.
Anoto mis deudas: nuevos capítulos de hombres en la almohada, de suegras y de historias ¿verdaderas?.
Pero, antes de saldar estas, he de pagar -y muy gustosa- un par de deudas más. La primera, con Fanny, que me ayudó a quedar fenomenal con estos encarguitos tan monos:
La segunda, con mi hermano, que me trajo estos regalitos de tierras irlandesas:
Y la tercera, con mi madre, que tiene la aguja desatada y ya ha entregado su primer gran encargo: un vestido negro de fiesta absolutamente impresionante (ahí colgado, en la percha, no parece lo mismo, la verdad):
En fin... ¡¡Feliz vuelta al cole para todos!!
miércoles, septiembre 10, 2008
Un premio por hacer de lazo
No tengo vergüenza. Ni vergüenza ni perdón de Dios. Llevo sin actualizar esto casi una semana y lo peor de todo no es que me pueda la vagancia, sino que la vagancia se lleva por delante la buena educación. O casi.
Resulta que hace ya cuatro días que mi querida Mara me dio un premio. Un galardón siempre le otorga a una un plus de autoestima. Un pelín de ego. Una sonrisa, al menos. Sobre todo cuando el premio en cuestión se otorga por cosa de la amistad. En honor a. Por y para. Por fomentarla. Para que no se pierda.
Mara es un sol. Ya lo dije en mi frustrada Semana del Blog -que al final sólo tuvo dos días-. Yo el premio no sé si lo merezco, pero desde luego que no piensa servidora ser ella quien corte la cadena de los lazos, de las amistades que se encuentran casi por casualidad, de las sonrisas que llegan por una palabra sorpresa, de las confesiones a media voz desde un blog cómplice, de las tiritas que se le ponen al alma cuando está rota en mil pedazos y sale una caricia al paso para amortiguar el dolor seguro de la caída.
Así que, ahí va, primero, el quid de la cuestión:
A todas nos encantan los blogs, donde en la mayoría de ellos sus objetivos son mostrar las maravillas y hacer amistades; hay personas que no se interesan cuando les damos un premio y de esta manera contribuyen a cortar esos lazos; ¿queremos que se corten o que se propaguen? ¡Entonces tratemos de prestar más atención a ellos! Así que este premio debemos entregarlo a ocho bloggeras que a su vez deben hacer lo mismo y poner este texto.
Y mis ocho bloggers son:
-Javi Boix: porque le descubrí en la blogosfera, y porque me demostró ser un amigo cuando lo necesitaba.
Resulta que hace ya cuatro días que mi querida Mara me dio un premio. Un galardón siempre le otorga a una un plus de autoestima. Un pelín de ego. Una sonrisa, al menos. Sobre todo cuando el premio en cuestión se otorga por cosa de la amistad. En honor a. Por y para. Por fomentarla. Para que no se pierda.
Mara es un sol. Ya lo dije en mi frustrada Semana del Blog -que al final sólo tuvo dos días-. Yo el premio no sé si lo merezco, pero desde luego que no piensa servidora ser ella quien corte la cadena de los lazos, de las amistades que se encuentran casi por casualidad, de las sonrisas que llegan por una palabra sorpresa, de las confesiones a media voz desde un blog cómplice, de las tiritas que se le ponen al alma cuando está rota en mil pedazos y sale una caricia al paso para amortiguar el dolor seguro de la caída.
Así que, ahí va, primero, el quid de la cuestión:
A todas nos encantan los blogs, donde en la mayoría de ellos sus objetivos son mostrar las maravillas y hacer amistades; hay personas que no se interesan cuando les damos un premio y de esta manera contribuyen a cortar esos lazos; ¿queremos que se corten o que se propaguen? ¡Entonces tratemos de prestar más atención a ellos! Así que este premio debemos entregarlo a ocho bloggeras que a su vez deben hacer lo mismo y poner este texto.
Y mis ocho bloggers son:
-Javi Boix: porque le descubrí en la blogosfera, y porque me demostró ser un amigo cuando lo necesitaba.
-Ladysteffi: ella ya sabe por qué. Será mi amiga siempre. Con o sin blog.
-Juan R. Millán: también lo conocí en la blogosfera. Y también me demostró que está ahí. Siempre.
-Lunaro: Ídem.
-Retorno a Manderley: qué decir de uno de mis fieles... y de uno de los mejores cinéfilos -con permiso de Juan, claro-.
-Jon: su alegato del Sinsombrerismo es un soplo de aire fresco. Llegó a través de amigos comunes que no sabíamos que compartíamos. Y se quedó. Y me quedé.
-Mi Vicky: tengo poco que decir porque ella ya lo sabe todo. Es mi amiga. Y es una tía cañón. En todos los sentidos. Y que conste que a mí me van los tíos, ¿eh?
-Musa: ¡Ay, Musa, que no me actualizas nada! Te debo una. Una detrás de otra, quiero decir. Y pienso pagártelas. Todas.
Gracias a todos. Por todo. Y seguid ahí, porfa. Que me dais una alegría con vuestros comentarios. Aunque suene egoísta.
jueves, septiembre 04, 2008
Mudanza de emergencia
Salió de su casa para pasar la tarde de domingo con una amiga y nunca volvió a dormir entre esas cuatro paredes.
A media tarde, una llamada la sobresaltó. La siguiente la inquietó todavía más. Y más aún la que habría de llegar después.
No tenía que hacer nada. Nada excepto evitar volver a la que había sido su casa durante quince años.
Los demás ya se habían encargado de hacer la mudanza de emergencia. Le habían cogido toda la ropa que había cabido en dos o tres bolsas, su ordenador portátil, algún que otro potingue del cuarto de baño y se lo habían llevado a una casa nueva, en un pueblo nuevo, que nadie, nadie más que ella, ¿lo entendía?, debía conocer.
Sacaron sus cosas por la ventana que daba a la parte trasera del edificio. Al otro lado de la valla de la urbanización, un coche medio escondido esperaba para llevárselas. Nadie debía saber nada de aquello.
Desaparecerían sin dejar más rastro que el teléfono móvil encendido.
Cualquier pista suponía meterse en la boca del lobo. Meterse más. Más aún.
Porque lo cierto era que llevaba en la boca del lobo algo así como media vida. Y no sabía si con aquella huida iba a ser capaz de salir.
Hoy hace exactamente tres años de aquello. Nueva casa. Y otra casa nueva más. Y otra. Tres casas en tres años. Y tres mudanzas. Y más de tres trabajos. Y más de tres hombres. Y quizá un solo amor. Y un puñadito de amigos.
Y un funeral. Y una tumba sin lápida. Sin nombre. Sin fechas. Sin recuerdos. Con el peso inconstante y leve y ruin de las moscas. Y eso solo en verano.
Si fue capaz de renacer después de todo aquello, se dice, también tiene que ser capaz de renacer ahora. Aunque le falte el aire. Aunque le sobre esa opresión perenne en el pecho. Aunque las noches se sucedan con los días en una danza macabra en la que todo son preocupaciones e inseguridades.
Total, hoy hace tres años que le cambió la vida. Quizá sea una buena fecha para que vuelva a cambiar de nuevo.
A media tarde, una llamada la sobresaltó. La siguiente la inquietó todavía más. Y más aún la que habría de llegar después.
No tenía que hacer nada. Nada excepto evitar volver a la que había sido su casa durante quince años.
Los demás ya se habían encargado de hacer la mudanza de emergencia. Le habían cogido toda la ropa que había cabido en dos o tres bolsas, su ordenador portátil, algún que otro potingue del cuarto de baño y se lo habían llevado a una casa nueva, en un pueblo nuevo, que nadie, nadie más que ella, ¿lo entendía?, debía conocer.
Sacaron sus cosas por la ventana que daba a la parte trasera del edificio. Al otro lado de la valla de la urbanización, un coche medio escondido esperaba para llevárselas. Nadie debía saber nada de aquello.
Desaparecerían sin dejar más rastro que el teléfono móvil encendido.
Cualquier pista suponía meterse en la boca del lobo. Meterse más. Más aún.
Porque lo cierto era que llevaba en la boca del lobo algo así como media vida. Y no sabía si con aquella huida iba a ser capaz de salir.
Hoy hace exactamente tres años de aquello. Nueva casa. Y otra casa nueva más. Y otra. Tres casas en tres años. Y tres mudanzas. Y más de tres trabajos. Y más de tres hombres. Y quizá un solo amor. Y un puñadito de amigos.
Y un funeral. Y una tumba sin lápida. Sin nombre. Sin fechas. Sin recuerdos. Con el peso inconstante y leve y ruin de las moscas. Y eso solo en verano.
Si fue capaz de renacer después de todo aquello, se dice, también tiene que ser capaz de renacer ahora. Aunque le falte el aire. Aunque le sobre esa opresión perenne en el pecho. Aunque las noches se sucedan con los días en una danza macabra en la que todo son preocupaciones e inseguridades.
Total, hoy hace tres años que le cambió la vida. Quizá sea una buena fecha para que vuelva a cambiar de nuevo.
martes, septiembre 02, 2008
Mi hada particular
La descubrí por casualidad. Me la encontré. Parecía que me estaba esperando. Sin prisa. Agazapada tras el bello velo de la elegancia. Como si le sobrase el mundo entero. Como si su vida fuera sólo una excusa para bordar de sueños cada madrugada.
Cuatro letras. Ni una más. Creo que por aquel entonces ni siquiera gastaba foto. Ni color. Una letra y un enlace.
Me enlacé.
Y desde entonces no me he desenlazado nunca.
Porque Mara me ha enganchado. Me ha hecho sentir que lo que yo siento, aunque no lo parezca, tiene sentido. Si es que el sentido se mide por la cantidad de personas que sienten lo mismo que siento yo. Que no estoy tan sola como yo pensaba en esta batalla absurda, mas impostergable, de la búsqueda de la belleza. En este dejarse el corazón a cada paso. En este regar de ilusión el terreno baldío de la rutina. En este ser soñando mientras el sueño te vence y te deja dormida.
Efectivamente, Mara, las hadas existen. Y tú eres una de ellas.
Feliz semana del blog.
Cuatro letras. Ni una más. Creo que por aquel entonces ni siquiera gastaba foto. Ni color. Una letra y un enlace.
Me enlacé.
Y desde entonces no me he desenlazado nunca.
Porque Mara me ha enganchado. Me ha hecho sentir que lo que yo siento, aunque no lo parezca, tiene sentido. Si es que el sentido se mide por la cantidad de personas que sienten lo mismo que siento yo. Que no estoy tan sola como yo pensaba en esta batalla absurda, mas impostergable, de la búsqueda de la belleza. En este dejarse el corazón a cada paso. En este regar de ilusión el terreno baldío de la rutina. En este ser soñando mientras el sueño te vence y te deja dormida.
Efectivamente, Mara, las hadas existen. Y tú eres una de ellas.
Feliz semana del blog.
lunes, septiembre 01, 2008
I work hard for the money
Si queréis saber lo que ha sido de mi vida en el último mes, echadle un vistazo al vídeo (con un poquito de imaginación, eso sí, que, aunque ando escasa, todavía tengo algo de glamour).
Ah, y abstenerse los que piensen criticarme porque me gusta el dinero. No me ofende. Al menos lo gano limpiamente. Y, total, si digo que me escuerno por cuestión de moral, no me va a creer nadie...
Donna Summer, She works hard for the money.
Ah, y abstenerse los que piensen criticarme porque me gusta el dinero. No me ofende. Al menos lo gano limpiamente. Y, total, si digo que me escuerno por cuestión de moral, no me va a creer nadie...
Donna Summer, She works hard for the money.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)