Trabajo gratis a cambio de figureteo. Es la nueva moda en el mundo de la comunicación. Con un ingente número de periodistas en la calle, hay que buscarse la vida como sea. El precio da igual (ya lo dijo Mastercard). Incluso si poner tu culo en pompa supone que tu compañero se quede sin comer. En esta Operación Bikini permanente, las barbas del vecino se están quedando ralas de tanto cortarlas y el remojo más útil parece ser el del jabón al ego ajeno.
Me lo comentaba hace meses mi amiga Esther Palma (que me está ayudando –y de qué manera– con la promoción de Tinta y oro y que acaba de estrenar web, con una buena ración de 2.0): las "agencias" surgen como setas y enganchan cuentas de clientes ajenos con la promoción irresistible de trabajar gratis (mientras les duren los ingresos del Inem, supongo).
Lo constato en carne ajena: profesionales que pierden dinero trabajando porque otros que no lo son –y que no cotizan a la Seguridad Social– han intrigado para quitarles el puesto y chutarse su dosis de figureteo.
Pero en este cabaret provinciano y obsceno, esos pseudoprofesionales que surgen como setas terminarán por destaparse en su auténtica condición: la de pedos de lobo. Quien no sabe de ir por el campo los coge y los luce orgulloso en casa, mas cuando se decide a cocinarlos la peste es tal que se hace cruces al pensar cómo pudo dejarse llevar por cantos de sirena en tierra.
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