sábado, marzo 31, 2007

Menudo sábado

Así se empieza un fin de semana, sí señor.

Me levanto. Desayuno. Me da el bajón. Me vuelvo a acostar. Es temprano. Dormito una hora. Me vuelvo a levantar. Vuelvo a desayunar. Pongo lavadoras. Navego en internet. Ladyesteffi me ha dejado un comentario. Suena el teléfono. Mi móvil está en las últimas y no reconoce el número. Es Carlos. Me da una mala noticia. Me espera en el tanatorio. Llueve. Llueve mucho. Me equivoco de salida y no llevo las gafas de ver y me da miedo pegarme un piñazo. Aparco. Subo a la sala. Jesús está bastante entero. Menos mal. ¿Se lo esperaba? Yo no sé lo que haría si me faltase mi hermano. Me acuerdo de Paloma. No coge el teléfono. No contesta a los mensajes. He de esperar. Y tampoco para esperarla a ella tengo paciencia suficiente. Jesús, Lola, Carlos y compañía bajan a comer. Yo me tengo que marchar. Mi madre llega a las cuatro y quiero estar en casa. Y menos mal que me marcho, porque cuando llego, es ella la que se marcha. Al médico. Nos tiramos toda la tarde en urgencias. Casi. Se le caen las lágrimas, mejilla abajo, tendida en la camilla, y yo no sé qué hacer para consolarla. Le cuento tonterías y repasamos las provincias y las capitales. Manda huevos, que dijo aquel. Me dice que Eduardo también lo ha dejado con su novia. Yo alucino. No sé si llamarle. O si será mejor que me lo cuente él cuando lo vea. Lo que pasa es que no le veo nunca. Ni a él ni a casi nadie de mi familia.

Llego a casa. Abro el ordenador. Le doy a la tecla. Hago más páginas de las previstas. Bien. Saco fotos del cajón oscuro. 1997, 1998, 1999,... en algún papel aparecemos mi madre, mi padre, mi hermano y yo.

Ya no me da repelús ver la imagen de mi padre.

El tiempo pasa y lo cura todo. O casi.

Era cuestión de esperar.

2 comentarios:

  1. Anónimo11:06 p. m.

    Paciencia, Noe. Llegará el momento en que cuando releas todo lo que has escrito lo verás como una nebulosa y te parecerá que todo ha sido, casi, ajeno a tí. Te encontrarás, claro, con otros obstáculos, otras preocupaciones, porque tu mundo habrá cambiado para bien y para mal, porque suele ser ley de vida. Pero todo ésto que ahora sientes como una pesada carga, de la que a veces no sabes por dónde salir, no será más que algo que llevas en tu mochila y que te servirá de experiencia, al mismo tiempo que te hará saber que siempre se van a abrir ante tí nuevos horizontes. Y éso es lo importante, el tener la conciencia y la consciencia de que la vida está para vivirla y de que las experiencias, buenas y malas, nos tienen que valer para seguir luchando porque, en el fondo, no dejan de ser nada más que el éstimulo que nos mantiene vivos. Tú, no hay más que leerte, estás perfectamente preparada para llegar a la misma conclusión y, cuando menos te lo esperes, para reirte de los peces de colores. Es sólo cuestión de tiempo, no demasiado tiempo, y de beberse cuanto antes, de golpe, los tragos amargos para poder disfrutar de los dulces que, sin duda, van a terminar por llegarte y que vas a poder paledear despacito, sorbo a sorbo, disfrutándolos a tope, mucho antes de lo que tú te imaginas. Un beso.

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  2. La vida intensa, recibes y das, coas que vienen y que van. Saludo fraterno.

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