viernes, marzo 30, 2007

Mi nudo

Vivo más acompañada que nunca. También sola. Descubro en ti lo que nunca tuve. Lo que soñé, despierta y dormida, pensando que no podía existir más allá de mi cabeza. Lo que pedí, lo que sigo pidiendo siempre y lo que pediré toda la vida. Todo aquello en lo que creo, aunque dejase de creerlo, porque llegué a creer -incrédula de mí- que nunca lo encontraría.

Siempre me dices que no diga "nunca". Que el "nunca" no existe. Y yo pienso que quizá el "siempre" tampoco. Y que por eso no te crees que yo quiera estar siempre aquí. Que no terminas de asimilar que el "siempre" no deja de ser una sucesión de "ahoras" y que el "ahora" de ahora mismo es lo que más vida me da en esta muerte prolongada, retransmitida en directo desde la agonía ciclotímica que me envuelve y que tú has bautizado no sé cómo, creo que para que yo me ría, porque me dices que estoy mejor si sonrío y entonces yo siempre pienso que deberías aplicarte el cuento, sonreír un poco más y pensar bastante menos.

Me acompañas. Me acompañas cuando estás, y también cuando te marchas. Cuando hablas y cuando callas, cuando sólo respiras. Incluso cuando llega el viernes y me despido, sin querer, como si me fuera la vida en ello, porque sé que me queda una eternidad para volver a tenerte sin haberte tenido nunca. Sólo con tu voz. Con tu voz y con tu aliento.

Pero aun entonces me acompañas. Aun estando sola. Aun sabiendo que tú no lo estás. Solo.

Porque al mismo tiempo que tú se quedó conmigo un nudo -"el nudo", ¿te acuerdas?-, que me aprieta, que me oprime, que me dice que no intente entender toda esta marea, que sólo me deje arrastrar. Que la gente de tierra adentro nos asustamos con esto de las corrientes, pero que lo único que puede ocurrirte si te dejas llevar por la marea es que te arrulle la luna, que la luna, al fin y al cabo, es la dueña y señora de todos estos vaivenes.

Y se hace de noche y la miro. Y la miro y me mira y me dice que quizá tú la mires también, y le pido que me guarde este secreto. Que no te cuente que le he pedido un luscofusco eterno, pero que ella me ha advertido de que el anochecer sólo puede ser eterno, sólo puede tener sentido, si es capaz de envolvernos con su magia. Y no sé si vas a dejarte. Envolver.

4 comentarios:

  1. Anónimo11:21 a. m.

    Todos podemos destruir el dolor que nos ataca, pero en vano dominamos nuestras penas...

    No te preocupes, guapa, que las cosas que tienen que llegar, llegan. MIra lo que me mandó alguien de quien estuve muy muy enamorada en su momento..

    "Sabe esperar, aguarda a que la marea fluya, así en la costa un barco, sin que el partir te inquiete.
    Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya, porque la vida es larga y el arte es un juguete.
    Y si la vida es corta y no llega la mar a tu galera, aguarda sin partir y siempre espera, que el arte es largo y además, importa"

    Del señorito Antonio Machado...

    un beso!!

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  2. Anónimo5:22 p. m.

    Felicidades por el blog, me encanta. Saludos.

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  3. Declarada impaciente por sí misma, la confesión de espera es cuanto menos esclarecedora de sólo una cosa, que valdrá la pena, seguro.

    Te mereces lo mejor.

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Gracias por contribuir a este blog con tus comentarios... pero te agradezco aún más que te identifiques.

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