martes, febrero 14, 2012

Amor sin tickets regalo

Hubo un tiempo en que el Día de San Valentín era un cachondeo y si te presentabas, aunque fuera por casualidad, con una prenda roja en clase eras objeto de escarnio de todos tus compañeros. Pasados los años (y los cursos), la que tenía un apaño con el que morrearse al salir de clase hacía gala, orgullosa, de su condición, y se exhibía con camisetas rojas, bien escotadas, para demostrar que tenía un pecho donde no cabía ni siquiera el corazón. Cosas de las hormonas, caprichosas, las cabronas.

Pasados los primeros escarceos con el amorcito lúdico, llegan los rollos, que también repelen la cuestión sanvalentínica, y más tarde, ya sí, las relaciones naranjiles en toda regla, las de rosas, bombones y cenas con velas cada catorce de febrero.

Si tienes pareja y no lo celebras, eres un paria del sistema, donde el amor (o sus efectos) tiene horario y fecha en el calendario. Y canciones moñas para ponerle ojitos al de enfrente. Y platos afrodisiacos para evitar quedarte dormida después de la cena. Y, si se descuidan, hasta aspirinas en forma de corazón por si se te ocurre calzarte un dolor de cabeza.

Y lo cierto es que tanto rojo, tanta flor, tanto beso y tanto corazón recortado en cartulina le ponen a una la cabeza como un bombo. Empacha el cariño para llevar, las caricias por encargo, los besos en la agenda y los polvos con ínfulas de amor encarnado en dos cuerpos con la suerte de tener las hormonas a tono.

A una le pone más la cena por sorpresa, la flor en un día cualquiera (y a ser posible, sin ser roja), el beso cada mañana, la sonrisa por sistema. El Amor, sí, con mayúsculas y sin tickets regalo.

[Publicado en Madrid2noticias].

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