La felicidad. La inquietud. La alegría.
La mariposa en el estómago. La lágrima que empapa la sonrisa. La mirada brillante.
La respiración entrecortada.
La mano amiga que sostiene un velo con un broche heredado.
La lazada azul, la pulsera nueva, la diadema prestada.
La niña que sueña con convertirse, ella también, un día de estos, en una princesa blanca.
La vida, en estado puro.
El corazón, en un puño.
El alma, en una imagen.
Y todo en sus ojos: Ruth Zabalza.
Joder, cómo me gustaría volver a vivir esas sensaciones, todas juntas, todas a la vez, el corazón en un puño.
ResponderEliminarUn beso Noelia.
Y a mí, y a mí... Aunque yo todavía no me he casado, que conste.
ResponderEliminarBesos.
Noelia, será porque no has querido. Otra explicación no tiene.
ResponderEliminarBesos
Salud
El Coronel
Bueno, bueno... que está muy mal el mercado, coronel...
ResponderEliminarBonitas palabras, Noelia.
ResponderEliminarMe alegra volver por tu blog, espero que pronto te des ese respirito en Sevilla. Besitos
Gracias por volver, Mónica. Nos teníamos abandonadas mutuamente. Yo también he visitado el tuyo y he comprobado, con mucha alegría, que cada vez eres más artista.
ResponderEliminarSevilla... pues mañana a estas horas, si Dios quiere, allí estaré.