Acabo de llegar de Sevilla. Obviaré el regreso. No quiero mosquearme. Me parece indecente que, una vez más, cuatro copos de nieve nos pongan en jaque.
El caso es que de Sevilla me traigo varias cosas. En primer lugar, las pilas cargadas de nuevo. Un pellizquito de duende –con perdón y con permiso de los sevillanos–. Una amistad recién iniciada. Un rincón descubierto por casualidad. Una lágrima de emoción. Y una pizquita de inspiración, con la que he hecho estas cositas:
Y hoy, aunque Sevilla lloraba, entre lágrima y suspiro he descubierto este plumín, que me ha recordado que tengo muy, pero que muy olvidadas mis letras.
Mi querida Noe: loca te veo entre viajes y abalorios. Me encanta que regreses con pellizquito de duende y las pilas cargadas, aunque no te equivoques: el duende se lo lleva uno puesto.
ResponderEliminarTe debo una llamada, corazón.
Mil besos.
Gracias, guapa. Eres un sol. Luego nos llamamos y nos contamos. ¡Tú sí que tienes duende! Un besote.
ResponderEliminarComo ya te dije, me encantan tus joyas, quien sabe, si no se despierta en tí una nueva vocación. Vaz a estar muy guapa con esos pendientes. Bs
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Un besote.
ResponderEliminarAy, Noeli, veo esa plaza sevilla con esa luz de agua, me viene el olor a cal mojada y se me parte el corazón, la verdad.
ResponderEliminarLa condesa de Estraza
Tenemos que ir juntas a Sevilla, condesa. Puede ser la bomba.
ResponderEliminarUn beso para ese corazón partío.