sábado, febrero 10, 2007

La quiebra del negocio

Lo tengo. Lo tengo entre mis manos. Lo compré el jueves, pero hasta ayer viernes no pude echarle mano. Y menos mal, porque si lo hubiera cogido el jueves, a buen seguro que el viernes no llego a currar ni de coña. Que me hubiera quedado la noche en vela leyendo, vamos.

El libro de Carmen Esteban es ya una realidad. Está en las tiendas. Está en las mesillas de noche. Está en las listas de novedades. Está entre mis ilusiones y promete ser un fiel compañero de fatigas. También de alegrías.

Es uno de los mejores descubrimientos de los últimos tiempos. Y lo dice una patética lectora, que, llegada la página diez o doce, si no encuentra intríngulis o punto de enganche en la cuestión, pasa página, cierra las tapas y si te he visto no me acuerdo.

De entre las muchas frases -párrafos, páginas- que he remarcado ya, me quedo, de momento, con una de las citas con las que Carmen ilustra su libro -para el que se lleva documentando toda la vida, como si fuera una tarea pendiente consigo misma y con su manera de entender el toreo, que no es otra cosa que la manera de entender la misma vida-. Es una cita fundamental para acercarse al manoletismo -con perdón-: cuenta Carmen que a Manolete le dijo un chaval que jugaba al toro, como único consejo para darle rienda suelta a la muleta: "Tú te estás quieto y mueves sólo la tela. ¿Comprendes?". Y años después, Manolete le confiesa al crítico taurino K-Hito que en ese momento pensó: "¿Y por qué el toro ha de embestir a la capa y no a mí? ¿Embiste acaso a lo que se mueve? Y tuve aquella tarde una concepción simplista del toreo. Movimiento de un lado, quietud absoluta de otro. Pero -pensé- ¿y si al venir el morlaco me muevo yo? Era, a mi entender, la quiebra del negocio".

¿Cuántos negocios se quebrarán esta tarde en Valdemorillo?

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