El amor da mucho juego. El desamor, más aún. Y el amor enmarañado con líos familiares, con caprichos del destino y con dilemas culturales se convierte ya en un filón.
Pero no pensaba en eso Éliette Abécassis cuando escribió La novia sefardí (Ed. La Esfera de los Libros): ella quería acercarnos la figura de una mujer que, en el fondo, no dejaba de ser como un cierto reflejo suyo en el espejo del tiempo, con destellos de una cultura desconocida que quería hacer brillar en toda su plenitud.
Por eso la historia de Esther Vital, la protagonista de esta nueva novela, se antoja tan parecida a la propia vida de la escritora: «Esther es como yo —confiesa Éliette—, yo la influí a ella y ella me ha influido a mí. Me cautivó cuando empecé a investigar sus orígenes, a indagar en la historia de su pueblo y de su familia. Yo nací en Estrasburgo, como ella, en una familia sefardí procedente de Marruecos y España, me casé en Israel y tengo todas esas identidades mezcladas», igual que la protagonista del libro, una mujer sefardí moderna que elige casarse por amor pero que se ve atenazada por las convenciones culturales y sociales de su pueblo.
—Dicen de esta historia que es la gran novela sobre el pueblo sefardí. ¿Son grandes desconocidos?
—Sí. Todo el mundo tiene nociones sobre los asquenazíes (judíos procedentes de Europa central y oriental) porque ellos escribieron mucho sobre su propia historia, pero los sefardíes son desconocidos —o no muy bien conocidos— porque su cultura se sustenta en la tradición oral. A menudo se les relaciona con el dinero o la comida, pero yo quería contar que pueden estar orgullosos de su cultura, de su historia, de su memoria. Son un magnífico pueblo en peligro de extinción.
—Esther Vital sufre una decepción cuando busca su libertad personal. ¿Merece la pena luchar por estos valores a pesar de que la libertad no sea lo que uno pensaba?
—Ella lucha por encontrar su identidad, el lugar donde poder ser una mujer libre de toda la presión de su tradición, su religión, su familia y, si me apura, de su propia culpabilidad. Pero se da cuenta de que sólo puede ser ella misma... ¡a través de su cultura! Todos nosotros estamos hechos de múltiples identidades y debemos encontrarnos a nosotros mismos a través de ellas.
—El destino es uno de los protagonistas de la novela. ¿Piensa que este destino gobierna nuestras vidas?
—Esther trata de escapar de él. Pienso que cada uno de nosotros lo va construyendo a través de las elecciones que hacemos. La más importante de ellas es el matrimonio: si hacemos la elección equivocada, estamos trágicamente gobernados por el destino que hemos escogido nosotros mismos. Pero puede que nosotros realmente no tengamos elección, que decidamos en función de la culpabilidad, de la historia de nuestras familias y de secretos que no se nos han revelado.
—Sus novelas anteriores eran policiacas y, en cambio, La novia sefardí es un thriller romántico. ¿Cómo ha sido ese cambio para usted, como escritora?
—Quería cambiar. He escrito unos quince libros, ensayos, historias policiacas, romances, textos personales, y ésta es una saga familiar. Como creadora, no quiero estar en manos del destino, sino que siempre intento algo más, algo nuevo: ésta es mi libertad como escritora.
—También escribió un guión de cine, Kadosh. ¿Qué le aportó en su carrera literaria?
—Me gustó, me ayudó en la forma de escribir. Creo que las novelas de hoy en día no se pueden escribir como las de antes. Tienen que ser dramáticas y escalofriantes como un buen guión, y éste a su vez tiene que ser como una novela. ¡De otro modo, morirían!
—Usted es profesora de Filosofía. ¿Resulta muy difícil en un mundo donde no mucha gente se para a reflexionar sobre la vida, donde vivimos demasiado deprisa?
—Sí. Filosofar es parar, contemplar, pensar acerca de lo que está sucediendo. Y eso es difícil en este mundo donde todo sucede tan rápido y no tenemos tiempo para nada, especialmente para pensar.
—Durante una temporada vivió en un barrio ultraortodoxo de Jerusalén. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Cómo vivió los enfrentamientos entre israelíes y palestinos?
—Fue interesante, descubrí otro modo de vivir la religión, de una manera muy intensa... a veces demasiado intensa. Me fijaba en las mujeres y me preguntaba qué significa la libertad para ellas. Israel es un lugar muy rico y colorido. Me gusta la increíble diferencia entre la noche loca de Tel Aviv y los rezos en Jerusalén. Creo que el modelo democrático de Israel se está propagando en toda la zona y ojalá en Palestina también. Es el único camino para la paz.
—¿En qué trabaja ahora? ¿Qué hay después de La novia sefardí?
—He escrito una novela sobre el divorcio: una pareja que se está separando en una terrible guerra tragicómica. Se titula Une affaire conjugale [Un asunto interno].
Publicado en Diariocrítico.
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