1. Llegar a tu último día cuando la magnífica canción que tu vida tenía que cantar sigue en silencio en tu interior.
2. Llegar a tu último día sin haber experimentado el poder natural que posees para crear una gran obra y alcanzar grandes logros.
3. Llegar a tu último día dándote cuenta de que jamás has inspirado a nadie con tu ejemplo.
4. Llegar a tu último día lleno de dolor al darte cuenta de que jamás asumiste grandes riesgos y por tanto jamás obtuviste grandes recompensas.
5. Llegar a tu último día sabiendo que perdiste la oportunidad de ver ni de lejos lo que es la excelencia porque te creíste la mentira de que debías resignarte a la mediocridad.
6. Llegar a tu último día lamentando no haber aprendido nunca a transformar la adversidad en victoria y el plomo en oro.
7. Llegar a tu último día lamentando haber olvidado que el trabajo consiste en ayudar a los demás, no en ayudarte solo a ti mismo.
8. Llegar a tu último día sabiendo que has vivido la vida que la sociedad te enseñó a desear y no la vida que verdaderamente querías.
9. Llegar a tu último día y averiguar que jamás realizaste todo tu potencial ni te acercaste al genio en el que tenías que haberte convertido.
10. Llegar a tu último día y descubrir que podías haber sido un líder y transformar el mundo en un lugar mejor. Pero te negaste a aceptar esa misión porque te dio miedo. Así que fracasaste. Y desperdiciaste tu vida.
El líder que no tenía cargo, Robin Sharma (Ed. Grijalbo).
Sensacional la entrada. Eso sí, un poco desasosegante. Pero muy buena para empezar un lunes. Da que pensar.
ResponderEliminarGracias, Pablo. Es que lo he leído esta mañana y me ha gustado.
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