domingo, noviembre 26, 2006

Unos guantes, por favor

Ya sé lo que pediré por Navidad: unos guantes. Le diré a mi señora madre que se guarde los 219 euros que los padres españoles gastarán, de media, en juguetes, y que me encargue unos guantecitos.

No los quiero tipo Gilda, ni siquiera de esos que se llevan ahora, de piel troquelada. Tampoco es que necesite el regalo por el motivo de cada año -a saber: que siempre pierdo un guante, y siempre el de la misma mano, y mi hermano siempre termina regalándome un par nuevo cada Navidad... y tengo una colección inmensa de guantes de piel negra, todos de la mano izquierda, que es la que hay que preservar, porque dicen es "la de los millones"-. No. Es que resulta que la columna dominical de la Rigalt me ha dado una idea para acabar mi pelea con la báscula: es la "Dieta con guantes", cuyo truco consiste en aplicar la máxima de "la única comida que adelgaza es la que se queda en el plato".

Bien mirado, los guantes pueden convertirse, amén de en un protector gástrico y anti-michelín, en una impagable herramienta de trabajo, que te ayuda a no ensuciarte las manos si te toca husmear en tamayazos, malayazos y ciempozuelazos varios. Parece que Zapatero está dándole a la neurona y se encuentra a punto de "parir" un plan anticorrupción para evitar nuevos episodios de opereta consistorial, de ésos en los que los politiquillos dan el cante por un puñado de hectáreas. Las claves: un registro de tránsfugas -el que se mueva saldrá en la foto-; dos años de "abstinencia" para los cargos públicos -es decir, que si eres concejal, verbigracia, de Urbanismo, sólo podrás fichar por una constructora dos años después de haber abandonado tu acta correspondiente... aunque quién sabe si, mientras tanto, podrías aprovechar una suerte de "fondos de reptiles" que en su día alimentaron las más gráciles plumas periodísticas-; permutas y convenios "transparentes" -o sea, pasados, vuelta y vuelta, por el pleno-; e información rápida para los ediles -vaya, que nada de tejemanejes en la sombra... claro que, si luego un edil descubre un follón y quiere cambiarse de filas, ¿habrá de considerársele tránsfuga y aplicarle, pues, el artículo 60?-.

Quizá no entienda nada porque apenas he dormido cuatro horas -aunque he de confesar que la única resaca que me embarga es la de la atrofia muscular que provocan cuatro horas y media, sin interrupción, de movimiento flamenco de esqueleto-, pero, con la somnolencia y todo, se me ponen los pelos de punta con testimonios como el de Fe Rodríguez, un ejemplo claro de que las tumbas de las mujeres maltratadas no siempre cobran forma de nicho en los cementerios.

La reflexión de Arcadi Espada sobre la famosa "rendición" es de lo más acertado que he leído en las últimas fechas, y me lleva de cabeza a una frase con la que cierro el kiosko por el momento para intentar dormir un poco más antes de que vuelva mi señora madre y me vea hecha unos zorros -aunque sin pieles y sin puteo, que conste-:

"Dense prisa, porque Caronte aguarda". Antonio Banderas, en La Vanguardia.

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