Han sido cortas pero intensas. Para servidora, así son las vacaciones ideales.
De nada me sirve tirarme en la arena quince o veinte días, dormitando al sol, o paseando con helados en la mano, si nada de lo que me suceda lo recuerdo más allá de las consabidas fotos de recuerdo. En cambio, si en tres días vivo momentos tan intensos, que al emprender el regreso no sé si el viaje ha sido cierto o si, por el contrario, todo ha sido un dulce sueño, me siento tan renovada o más que los que se alejan de la mesa de trabajo por un mes entero.
Me da miedo contarlo, incluso escribirlo, por que mis torpes letras no echen por tierra el hechizo. Quizá dibuje tres o cuatro pinceladas torpes, a modo de recordatorio, y también de cierto acicate por ver si mi vagancia habitual se pierde entre la emoción de tantos momentos de arte como se acumulan en mi piel desde hace justo una semana.
Pero puede que no. Puede que esta vez lo guarde sólo para mí.
Puede que nadie me creyera.
Y puede que no merezca la pena que nadie me crea nunca.
Puede que sea mejor mantener siempre el hechizo y vivir de la ilusión.
Que no te importe si te creen o no, el momento es tuyo y eso te hacer ser mejor y más fuerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Musa. Opino lo mismo. Besos.
ResponderEliminarLas cosas que mejor salen son las improvisadas. Esas que surgen como consecuencia del "liarse la manta a la cabeza" y aprovechar el momento, y mira que yo soy poco de "Carpe diem"... En fin, un saludillo mujé.
ResponderEliminarP.D: Anoto tu propuesta de acompañarme a Ciudad de Vascos ;)
"Carpe Diem!" era mi lema... creo que he de recuperarlo. Me da la sensación de que se me está pasando el tiempo y empiezo a agobiarme...
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