Me permito reproducirlo:
CIEGA
Al irte, me has dejado
un ruido de carcomas en la sangre,
un rastro de ceniza
que ensucia las paredes en tu ausencia,
mientras todoa mi lado
se vuelve un tren sin gente,
lleno de puertas rotas
y pasillos vacíos,
donde acuden los perros
verdes de tus ojos a destrozar
mi sueño con los dientes.
Ahora encuentro tu voz
en el café cargado del recuerdo,
y su olor me encadena
al mástil de tu nombre.
Estoy harta de ver cómo se rompe
la luna en los cristales,
cansada de escribir "te amo"
en los espejos,
pero, sin ti, mis manos
siguen lamiendo ciegas
señales de luz bajo la lluvia,
practicando a deshora la papiroflexia inútil del olvido.
A veces, doblo todo el silencio que me habita,
y te dibujo pájaros de chicle
y árboles en el corazón;
otras veces, en cambio, me conformo
con hacer garabatos de almíbar en tus manos.
No sé qué más decir.
Puede que sea el momento
de enterrar las palabras una a una
bajo el pesado escombro de este invierno.
Podría transcribir a oscuras la tristeza,
pero nunca he sabido llorar cuando es preciso.
En mis venas no hay ya lugar
para guardar la noche hecha pedazos,
a no ser que achique la sangre a cucharadas.
Sandra Pérez Mercader
Mención Especial del XXV Premio de Poesía Cafetín Croché
Al irte, me has dejado
un ruido de carcomas en la sangre,
un rastro de ceniza
que ensucia las paredes en tu ausencia,
mientras todoa mi lado
se vuelve un tren sin gente,
lleno de puertas rotas
y pasillos vacíos,
donde acuden los perros
verdes de tus ojos a destrozar
mi sueño con los dientes.
Ahora encuentro tu voz
en el café cargado del recuerdo,
y su olor me encadena
al mástil de tu nombre.
Estoy harta de ver cómo se rompe
la luna en los cristales,
cansada de escribir "te amo"
en los espejos,
pero, sin ti, mis manos
siguen lamiendo ciegas
señales de luz bajo la lluvia,
practicando a deshora la papiroflexia inútil del olvido.
A veces, doblo todo el silencio que me habita,
y te dibujo pájaros de chicle
y árboles en el corazón;
otras veces, en cambio, me conformo
con hacer garabatos de almíbar en tus manos.
No sé qué más decir.
Puede que sea el momento
de enterrar las palabras una a una
bajo el pesado escombro de este invierno.
Podría transcribir a oscuras la tristeza,
pero nunca he sabido llorar cuando es preciso.
En mis venas no hay ya lugar
para guardar la noche hecha pedazos,
a no ser que achique la sangre a cucharadas.
Sandra Pérez Mercader
Mención Especial del XXV Premio de Poesía Cafetín Croché
Hola, Noelia! Muchisimas gracias por tus felicitaciones y tus comentarios.
ResponderEliminarMe ha gustado este poema al completo, del que has publicado más reciente me quedo con este trocito:
"Cómo me gustaría
ofrecerte una franja de un horario trucado
para que desplegaras tu alfombra de sueños por el suelo
y decidir en cuál queremos retozar."
Me alegro de tu vuelta! Besos y Feliz regreso!.
Gracias, William. Es un placer descubrir que mi blogosfera es fiel a pesar de mis ausencias.
ResponderEliminarUn beso.