José Tomás, Serafín Marín y Juan Mora. Foto: Javier Arroyo (Aplausos) |
Me piden que defienda los toros. Que escriba a favor de la tauromaquia. Que ejerza de pro. Y yo, que últimamente ando muy sensible a todo lo que huela a cuerno, digo que sí sin pensarlo. Pero cuando lo pienso un poco me doy cuenta que después de los argumentos que ponen sobre la mesa gente tan solvente como Francis Wolff, Albert Boadella o Salvador Boix, pinto yo muy poco ejerciendo de sesuda analista taurómaca.
Juan Mora. Foto: Javier Arroyo (Aplausos) |
En el fondo, no he tratado de defenderla nunca. Se defiende a un acusado, a un asesino, una causa perdida, un pobre desvalido. La Fiesta no lo es. Aunque muchos se empeñen en adjudicarle los cuatro estados anteriores y otros muchos más, a cual peor.
José Tomás. Foto: Javier Arroyo (Aplausos) |
Pero tampoco quiero que trate a mí de convencerme nadie. Y mucho menos de ponerme una cruz en la casilla "Asesina" porque llevo yendo a los toros desde los dos años. ¿Saben? Nunca le he tocado un pelo a nadie. Y los trastornos mentales que últimamente pueda mostrar provienen más de las maldades humanas que soporto a diario que de llevar treinta años viendo el presunto sufrimiento de un animal en el ruedo.
Es curioso lo de los antis. Se ponen la capa de la progresía y avanzan por el bosque en busca de un lobo que echarse a la cesta del victimismo. Y resulta que la Caperucita Verde de turno lleva escondida la peor de todas las armas: el afán prohibicionista. Porque todo lo que no se ajuste a sus parámetros de libertad no debe existir. Así es la nueva democracia.
José Tomás. Foto: Javier Arroyo (Aplausos) |
De los políticos mejor ni hablamos. Son capaces de cargarse de un plumazo seiscientos años de historia y el sustento económico de no sé cuántas familias solo porque hay algo que huele a España. Y a ellos España no les gusta. Aunque les dé de comer, no les gusta. Extraño caso de bulimia este: atracón de erario público y luego vómito de prohibición cosmética. Corridas no, correbous sí. Siempre ha habido clases. Hasta para sufrir.
Serafín Marín. Foto: Javier Arroyo (Aplausos) |
Han calculado mal: puede que ya no haya más toros en Cataluña (cosa que está por ver), pero desde hace días todas las televisiones, radios, revistas y periódicos de España y parte del extranjero hablan de toros. Y ayer, salvo raras excepciones, contaron la gloria del toreo: el sentimiento de comunión de 18.000 almas estremecidas al compás de una escultura etérea, cincelada sobre la muerte a golpe de valor.
Publicado en Madrid2noticias.com
Eres la leche!! Me has emocionado !! Gracias por poner mis fotos!! Sincera, firme y con mucha elegancia!!
ResponderEliminarGracias a ti por hacer esas fotos en las que se para el tiempo para reventarnos el alma.
ResponderEliminarNunca he sido aficionada a los toros a pesar de haber ido a bastantes festejos. Reconozco que no entiendo de toros ni de todo lo que rodea la Fiesta pero no soy ni creo que llegue a ser nunca Antitaurina. Me considero demócrata y creo que la democracia no es "esto". Las corridas de toros llevan siglos celebrándose en España, no se obliga a nadie a asistir a ellas, pero si las prohíben sí privan a mucha gente de la "libertad" de decidir.
ResponderEliminarUn besazo guapa y gracias por ser tan valiente!!!
Gracias, madre. Si soy valiente es gracias a tu ejemplo. Y no soy ni la milésima parte de valiente que tú.
ResponderEliminarotra delicia... q bien dicho
ResponderEliminarMuchas gracias, Peterlulupan.
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