Todo en la vida tiene un porqué. Y si no lo tuviera, nos lo inventamos. No pasa nada. Las palabras se las lleva el viento y lo que se escribe, se rompe o se pudre. Y aquí paz y después gloria.
No voy a entrar en la muerte de Érika Ortiz. No entré en su momento y no voy a hacerlo ahora. Cada uno muere cuando le toca y, en su caso, lo único que me produce es recuerdos de un sentimiento de desazón y de abandono y de culpa y de hastío y de rabia y de... y de dolor. Y de pena por lo que pasará su hija.
Pero si ahora recupero el tema es porque, al hilo del porqué de las cosas, encuentro hoy una razón más que contundente del porqué de la cosa tomatera. De la prensa de las vísceras -supongo que el corazón no deja de ser una de ellas, aunque se le eleve a los altares y se sacralice sin remedio-. Dice Carmen Rigalt:
"La mañana que estalló la noticia, viví en primera persona una situación muy elocuente. Mi teléfono no paraba de sonar. Eran llamadas de gente ajena al periodismo, personas que deseaban conocer detalles de la muerte de Erika Ortiz. Consciente del delicado momento informativo que se nos venía encima, no disimulé mi incomodidad. Una de las personas que llamaban tuvo un rapto de sinceridad y dijo: «Quiero saber, pero en cuanto lo sepa todo criticaré a los periodistas por contar detalles». Aquella frase sonó como una bofetada. Dijéramos lo que dijéramos, a los periodistas de las vísceras se nos iba a criticar igual."
Pues eso: ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio. Necesito que me cuentes, pero morirás por contarlo. Matar al mensajero. He ahí la cuestión.
Curiosa situación la que cuenta Carmen Rigalt, desde luego... Los morbo-adictos siguen en su línea. Y los que insisten en acabar con el periodismo, también. Lo malo es que en este segundo grupo también hay periodistas y personas que toman decisiones dentro de los medios de comunicación...
ResponderEliminarYo no soporto el circo que se monta cuando gente más o menos conocida se muere, no veo por ningún lado que este caso sea una noticia para abrir un telediario, no entiendo por qué hay que conocer todos los detalles si la familia no los quiere hacer públicos... No entiendo tantas cosas, que a veces me asusto.