viernes, abril 04, 2008
A besarse tocan
Siete mil labios repartiendo saliva por las comisuras de otros labios, o por una mejilla, o por el cuello... o yo qué sé... por la oreja, mismamente. Siete mil boquitas de piñón, todas a una, así como con los morritos para fuera, para fuera y hacia delante, al estilo de los peces, con toda la carne concentrada en diez o quince centímetros cuadrados de pielecilla rosada, presta al quite del beso de rigor.
Siete mil, ni más ni menos, dándole al kissing en la madrileña plaza de la Luna. Y yo, mientras, viendo las estrellas por culpa de mis tacones asesinos mientras pienso en la penitencia que he de autoimponerme por haber comido más canapés de la cuenta en uno de los cócteles más entretenidos -y más chics, por cierto- a los que he asistido en mi vida paletil, ya cercana a la treintena.
Mi sino es llegar tarde. Ayer se repartieron besos gratis -con camiseta de marca incluida, además- y yo voy y me entero con doce horas de retraso.
De haberlo sabido antes, habría cogido por banda el Licor del Polo y me habría plantado, con o sin acompañante, en el maratón del besuqueo. Que un osculito de vez en cuando no le viene mal a nadie, ¿no? Y si viene vestido con camiseta de buen algodón, mejor que mejor, que se acerca el buen tiempo, el cambio de armario acecha y nunca está de más contar con novedades en la percha para hacer más llevadero el descubrimiento ritual del michelín, todo el invierno escondido, el muy ruin, por la anchura mentirosa del jersey de cuello vuelto.
Pero, ahora que lo pienso, hice bien en quedarme con mi dolor de pies y mi autoflagelación post-atracón a cuestas. Con la suerte que me gasto, fijo que me encasquetan de pareja un espécimen aquejado de halitosis y con todas las papeletas para dejarme la lengua hecha polvo por obra y gracia de un piercing puesto de cualquier manera.
Quita, quita..., que me voy ahora mismo a que me dé un besito mi madre. No estimula mis hormonas, pero al menos deja olor a cremita.
Foto: Jorge Paris en 20 Minutos.
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Los cachorros es un buen libro.
ResponderEliminarTe contaré en cuanto lo lea. Gracias por visitar... ¡y espero que vuelvas a menudo!
ResponderEliminarUn saludo.
Jajajajaj pues la verdad es que sí. Yo hubiera hecho lo mismo, que cuanto más está una preocupada por el prójimo, antes se la dan con ajo. Que la gente es muy desconsiderada. Un beso ( de los de olor a cremita) y te deseo mucha suerte en el Diariocrítico.
ResponderEliminarGracias, Críptica. Por el beso y por la suerte.
ResponderEliminarQue te la den con ajo es una caca, sobre todo si se trata de un beso...
Otro beso... con olor a... azahar, que toca.
Jejeje, la verdad es que yo no me hubiera atrevido a ir a no ser que fuera con mi pareja... pero oye, la vida hay que vivirla no? jejeje
ResponderEliminarBesitos!
Yo tampoco me hubiera atrevido, Mara, hadita... pero detrás de la pantalla del ordenador somos todos más valientes, ¿no?
ResponderEliminarBesazos.
Soy de las que "hay que probar de todo", pero esos besos con sabor, mal sabor o besos "blandos"... con la leeengua medio muerta y humeda, ufff!!!. No, mejor de los de tu madre. Siempre hay que besar pasada una buena conversación, por lo menos, que te guste el tono de su voz, aunque no haya dicho nada.
ResponderEliminarMusa
Completamente de acuerdo, querida Musa...
ResponderEliminarPor cierto, respecto al tema besos... tenemos pendiente el préstamo de los dvd de "Sexo en Nueva York", que lo sepas.
Besos.
Pues yo te mando un besazo desde Levante!!!!!!
ResponderEliminarOtro para ti, guapetón...
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