Es una jodienda ser anti. Siempre en contra, siempre con la bilis a flor de lengua, siempre mascullando, siempre murmurando. Y siempre descalificando.
Yo, por ejemplo, soy antimadridista. Qué quieren que le haga. Desde pequeña, los merengues me chinchaban y se burlaban de que el Atleti siempre perdiera. Y claro, yo nunca tuve argumentos para defender que era mejor mi sinrazón rojiblanca que su corazón vikingo. Con el tiempo, he aplacado mi genio colchonero: ya no repito la alineación de memoria -entre otras cosas, porque ya no conozco más que a Forlán y al Kun Agüero- ni salgo de casa con el chándal oficial y la bufanda en ristre. Eso sí: si pierde el Madrid -sobre todo si pierde contra el Barça-, me invade una sensación de euforia. Como si saboreara lo que otros logran que yo jamás podré conseguir.
Pero ser anti te obliga a gastar mucha energía. A tirar de amargura. A dejarte llevar por los humores aparcando las razones.
Por eso creo que los antitaurinos deben de estar jodidos. Aunque lleguen a prohibir los toros en Cataluña, van a seguir jodidísimos. Porque aún les va a costar abolir la Fiesta en toda España. Y en Francia. Y en América. Y mientras, seguirán comiendo hiel.
Se deshacen en insultos. Ése es su mejor ¿argumento? Insultar. Tachar de "asesinas" a personas que sólo cometemos el pecado de disfrutar con el arte de jugarse la vida ante una bravura que, habitualmente, lucha hasta la muerte. Y mientras, lo que consiguen es que quienes amamos el toreo hablemos cada vez más de toros. Que busquemos estrategias conjuntas -aunque sólo sea para evitar el "autocastigo" al que se ha condenado la propia Fiesta por permitir que su elemento central, el toro, perdiera el protagonismo, como insinuaba el otro día mi amiga Rosa en su tauroblog de El País-.
Ellos solitos nos hacen la propaganda. La entrevista con Francis Wolff que colgué en Youtube ya tiene 271 visitas. Evidentemente, no es el éxito de John Cobra -ni lo quiero, vive Dios-, pero destaca cuando la media de las reproducciones de mis vídeos no suele superar la media centena.
Eso sí: por colgarlo, he tenido que aguantar docenas de insultos de antitaurinos. Me tocan el pie -sin pedicura ni nada-. Ellos y su bilis. A mí me seguirán gustando los toros, seguiré hablando de toros, pagando mi entrada para ir a los toros y, si Dios quiere y tengo medio a mano, escribiendo de toros.
Y, como ésta es mi casa, efectivamente mando yo y comenta quien yo quiero. Faltaría más.
Actualización: Me encantaba Espido Freire, pero después de leer su grotesca comparación en Burladero, me ha decepcionado. Claro que eso no quiere decir que no siga leyéndola. Es lo que tiene no ser radical.
pues yo comento, que tienes razón. Salvo en lo del Madrid, jeje. Pero en lo referente a los toros, como en el resto de las cosas de la vida, la intolerancia hacia lo que a otros les gusta o atrae no es en absoluto buena. Hay que respetar lo que otros hagan, mientras no hagan daño a nadie. Y en los toros, como ya hemos hablado, es cuestión además de gustos, de libertad. Nadie puede privar a otro la libertad de ver algo que quiere, y que además es legal, en todo el estado español. :)
ResponderEliminarHola Comp,
ResponderEliminarPues me parece muy bien que seas una punki encubierta. Oh, Yeah!
Sobre el asunto taurino no diré nada más que esto: me parece de muy corto vuelo que los animalistas hayan tomado a Espido Freire como portavoz ante el Parlament catalán. ¿En serio? ¿No tenían a nadie mejor? ¿Qué tiene que decir Doña Espido de todo este asunto? ¿Argumentos como "me parece mal"? ¿Me parece que somos un país de bárbaros? ¿Todo eso es lo que tienen que decir para cargarse siglos de cultura?
Que penica, que penica, que penica.
Azulito, gracias. Lástima que seas del Madrid... jejejejeje.
ResponderEliminarInsustancial, Jorge Wagensberg, físico de altos vuelos, por lo visto, ha hablado bastante bien... pero resulta que no tiene nada de mediático. Y, efectivamente, la Freire se ha pasado tres pueblos. O cuatro. Debería comer unos melocotones helados, que fue lo mejor que he leído de ella -a quien, insisto, sigo admirando-.
Noelia, lo has clavao!
ResponderEliminarMe parece a mí, que la señorita ó señora E.Freire, en vez de que tú la leas a ella debería de ser ella quien te lea a tí...!
Un saludo!
¡Gracias, David! Con que me sigáis leyendo mis amigos me doy por satisfecha...
ResponderEliminarMe gustó tú final "es lo que tiene no ser radical" pero decir lo que se piensa claramente, agregaría yo.
ResponderEliminarPero lo que quería decirte es que, sin querer, a mi encantan los toros, ver toreros, la plaza de toros, la gente que va a ver toros, las exclamaciones de la gente que va a ver los toros. Me encanta.
Con este tema lo primero que se me ocurrió es compararlo con el boxeo, tantas veces discutido, mil veces más inhumano y anacrónico que el toreo y ahí sigue. Porque guste o no, la pasión del hombre va para adelante, intentando no hacerle mal a nadie. Y, además, habiendo cosas tanto más graves por las que sí valdría la pena discutir en este mundo... ¿es necesario semejante debate?
Totalmente de acuerdo, Nico. Que salgan a manifestarse por el paro, por ejemplo...
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