Que me coman los peces

Dicho a botepronto, puede dar repelús: mil peces -mil, ni más ni menos-, succionándote los pies. Uf. Pero no: resulta que se trata de una de las mejores soluciones para eliminar las células muertas de la piel, regenerar la dermis y, al mismo tiempo, estimular la circulación sanguínea.

Hoy lo he probado en Mi Calle de Nueva York (MCNY, el único establecimiento de España donde cuentan con los peces en cuestión, llamados Garra Rufa) y tengo que reconocer que ha sido un verdadero descubrimiento.

Los Garra Rufa son peces diminutos que provienen de Kangal (Turquía). Se encuentran en una pequeña piscina de agua a 30ºC, completamente purificada e higienizada con rayos ultravioleta, y, cuando introduces los pies en ella, corren hacia tus células muertas para alimentarse de ellas.

Pero nada de mordiscos: cuando tengas los peces revoloteando entre tus pies, sentirás como un pequeño cosquilleo -algunas clientas comentan que es como si les dieran besos, nos cuenta Carla Hexel, directora de MCNY- y, una vez que completes la sesión, notarás la piel increíblemente más suave, fina y lisa. Yo estuve apenas diez minutos y los resultados fueron evidentes, así que imagino cómo debe de notarse el cambio con una sesión estándar de media hora. Por otra parte, al dejar la piel renovada, permiten que cualquier otra crema o tratamiento que se aplique a continuación resulte mucho más efectivo.

En España llegamos tarde a la cuestión, pero los peces Garra Rufa ya se usan desde hace treinta años en toda Europa, y no sólo para tratamientos de belleza, sino también para afecciones dermatológicas como soriasis o eccemas (de hecho, en países como Alemania, este tratamiento está financiado por el seguro médico).

Carla me cuenta que apenas lleva dos semanas poniendo en práctica la ictioterapia (que así se llama la técnica) y que la respuesta está siendo abrumadora: además de los clientes que acuden a MCNY a disfrutar de los pececillos, numerosos centros de estética están informándose para empezar a ofrecer el Garra Rufa FootSpa y otros muchos particulares piden precio... ¡para llevárselo a casa!

Yo, de momento, me apunto a alguna sesión más. Cuesta 38 euros... pero deja la piel mucho mejor que cualquier exfoliante. Eso sí: tras los pececillos, no me pierdo la pedicura.