Homenajes a Dimitri Christoulas junto al árbol donde se suicidó. Foto: Reuters. |
Ovación cerrada y gritos de "No es un suicidio, es un asesinato" para despedir a Dimitri Christoulas, el jubilado que se quitaba la vida esta semana frente al parlamento griego.
Más de mil personas asisten a su despedida, que tiene que celebrarse en la calle porque la iglesia griega no permite funerales religiosos para los suicidas.
Gritan "Pan, educación, libertad". Gritan "No les votéis, la única salida es una nueva revolución". Porque esta ceremonia ha traspasado las barreras del luto para convertirse, como el propio Dimitri, en un símbolo de la lucha contra la dictadura económica.
Su hija Emi deja claro que el tiro de su padre no fue producto de un arrebato: "Encontraste inaceptable la bestialidad del capitalismo, que se infiltró en nuestras vidas sin que nadie lo frenase. Entonces tomaste tu decisión: convertirte en el temor, la muerte, la memoria, el dolor de nuestras vidas arruinadas".
La llama está prendida. Arde en las palabras de Leonidas Papadopoulos, portavoz del movimiento No voy a pagar: "Amigo Dimitri: hemos recibido tu mensaje. ¡Todo el mundo a las calles, a luchar contra los tiranos!".
Porque nadie quiere que con Dimitri se entierre la dignidad de un pueblo.
[Ver el vídeo en laSexta Noticias].
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