La dieta de los puntos

Que estoy a dieta no es noticia. Creo que llevo a dieta desde los 6 años que me puse por primera vez porque los niños -qué crueles, joder-, me llamaban "bolita de queso".

He probado un montón de ellas. Hipocalóricas, la Scardale, la cura del sirope de savia de arce, la Atkins -duré dos días, creo-... yo qué sé. Y ahora estoy con una disociada, pero he oído hablar de las excelencias de la Dieta de los Puntos.

La he buscado por internet -la mitad del tiempo que paso en la red últimamente lo dedico a buscar calculadoras de Índices de Masa Corporal y cosas por el estilo- y, después de ponerme a echar cuentas, he decidido dejarla por imposible.

Hoy llevo 9 puntos... o sea, que sólo me quedan 3 para terminar el día... ¡¡y eso que estoy muerta de hambre!! Con 3 puntos podría comerme una ración de pizza, pero no me pone... o podría comerme 3 ciruelas... ¿y alguien se explica que 3 ciruelas puntúen como una ración de pizza?

Vamos, que esto de los puntos parece el concurso de Las Ventas. Así que, como no tengo complejo de Mesa de Contratación -Dios me libre-, he decidido seguir con mis disociaciones -mejor disociar que asociarse malamente- y mañana, si peso menos que hoy, tomarme una onza de chocolate negro a la salud de mi querido fisco.

A su salud y a la de los 2 kilos y medio -de pelas, no de grasa, se entiende-, que se va a embolsar -aparte de lo ya embolsado, claro- por la "revaloración" de la "herencia" de mi señor padre. Y eso que somos unos muertos de hambre, como diría aquel, que si me llega a dejar acciones de Endesa, me tengo que dar a la prostitución para cumplir con mis obligaciones tributarias...

Pero claro, esto me pasa por hablar: ¿no quería yo perder 2 kilos y medio? Pues toma... dicho y hecho. Como el anuncio del Combo de la Primitiva... creo.