Un mechón. Una luz de plata que irrumpe como un rayo en medio de una cabellera roja y espesa. Y, más allá del mechón que la distingue, un micrófono que recoge una voz que la distingue aún más. Porque su voz no es sólo suya. Porque, como dijo en la gala de entrega de los IX Premios de la Academia de Televisión, su voz ha sido, durante casi cuarenta años como corresponsal de Televisión Española, "la voz de los que no tienen voz".
Las palabras de Rosa María Calaf, premio a "Toda una Vida", fueron de lo más profundo cuanto se dijo en la gala, sesión continua de sonrisas forzadas y discursos requetepreparados que pretenden sonar a palabra improvisada, escena catódica con ínfulas hollywoodienses diluidas entre gags de barrio.
La Calaf quiso hablar de periodismo. Y lo hizo con precisión e incisión, con dos avisos para navegantes: primero, "que lo que impacta no prime sobre lo que importa"; segundo, que se cuide a los periodistas, que la "precariedad" es el primer paso para que el buen periodismo dé con sus huesos en la tumba definitiva.
Cordura. Sólo un poco de cordura. Y, si acaso, compromiso. ¿Es tan difícil?
Parece que lo es... ¡no hay más que ver algunos informativos!
ResponderEliminarMe alegra leer en tú blog unas palabras a la Calaf...
¡periodista de raza, auténtica, de las que quedan pocas! todo un ejemplo para los que nos dedicamos a ésto de informar, de contar historias que pasan aquí y allá...
¡Un premio muy merecido! ¡enhorabuena y "que prime lo que importa" SIEMPRE!
¡Un abrazo guapa!
La Calaf es un buen ejemplo, sí señora... menos mal que el ERE la ha respetado.
ResponderEliminarBesotes.