A estas alturas de la vida, a la Rigalt no le hace falta que nadie la defienda. Pero me jode no ya que se la tache de "falaz", sino que se la acuse de "alimentar esa crispación social que, en teoría, sólo en teoría, parece querer criticar".
Antes de que Javier Bardem se pusiera pegatinas de "No a la guerra", Carmen Rigalt ya estaba de vuelta de ejercer un periodismo crítico y comprometido, aquí, en Nicaragua y en Oriente Medio.
Pero claro, siempre vale más tener los "Huevos de Oro" que ser un "Testigo Impertinente".
Episodios como éste me hacen reafirmarme en mis idolatrías. Cuando, en la cosa periodística, a uno le llueven palos de derecha a izquierda, pasando por el centro, quiere decir que no lo hace del todo mal. Como diría la Faraona, que hablen de uno, aunque sea malamente.
He pasado varias veces, y esta vez sí te digo que vengo a saludarte. Tienes que actualizar el post. Abrazo.
ResponderEliminar¿Quién dice la verdad, Bardem o Rigalt?, ¿sucedió el hecho relatado o no sudedió?. Una dice que si y el otro dice que no.
ResponderEliminarYo no estaba ;)
La Faraona fue una mujer muy sabia.
Saludos.
Gracias a los dos. Estoy demasiado vaga, por motivos físicos y psíquicos. Prometo actualización urgente, de post y vital.
ResponderEliminarEsto que te ocurre también es un aprendizaje, Noelia. Mejórate. Saludo.
ResponderEliminar