Arrancó 2007 y a servidora le pilló con un kilo de más -pese a bailar toda la noche como una poseída- y varios propósitos de menos. Y hoy, sin sacudirme la resaca sobria -he de confesarlo, aun en Nochevieja sólo bebo agua mineral- perenne en la primera página de la agenda, el sofá ha sido mi más dulce aliado -más dulce aún que el turrón que queda en una bandeja sin fondo, que parece rellenarse sola cada media hora-, mi narcótico más efectivo para -ya sin excusas- darlo todo mañana.
Lo quiera o no, mis años empiezan el 2 de enero. El 1 no existe más allá del sofá.
Así que... a por el Año Nuevo.
... sencillamente imponente. Feliz Año!!
ResponderEliminarTe ves muy maja. Y es verdad, hoy comienza la vida. ¡Olé!
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