lunes, enero 01, 2007

... y arrancó 2007

... y se repitió aquello de los dos besos y el "Feliz Año" de rigor. Aun con quienes no nos caen del todo bien y nos miran de reojo, como con mala leche, vaya usted a saber por qué motivos. Pero era Nochevieja, el asfalto de Madrid se convertía en el reino de la brillantina y las lentejuelas, el raso y el satén campaban a sus anchas por locales salpicados de trajes poco puestos y corbatas de nudos imposibles por infrecuentes.

Arrancó 2007 y a servidora le pilló con un kilo de más -pese a bailar toda la noche como una poseída- y varios propósitos de menos. Y hoy, sin sacudirme la resaca sobria -he de confesarlo, aun en Nochevieja sólo bebo agua mineral- perenne en la primera página de la agenda, el sofá ha sido mi más dulce aliado -más dulce aún que el turrón que queda en una bandeja sin fondo, que parece rellenarse sola cada media hora-, mi narcótico más efectivo para -ya sin excusas- darlo todo mañana.

Lo quiera o no, mis años empiezan el 2 de enero. El 1 no existe más allá del sofá.

Así que... a por el Año Nuevo.

2 comentarios:

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