Cómo ser uno mismo cuando tu cabeza se resiste a seguir siendo el motor de una vida que no te llenó nunca. Y cómo asumir tu necedad si lo tienes todo. Y precisamente porque lo tienes todo, sólo aspiras a fogonazos de felicidad, algo así como cohetes de compromiso en la inmensa orgía de fuegos artificiales que se supone tienen que iluminar la vida de uno para que considere que ha alcanzado su objetivo en la vida.
Cómo buscar un objetivo vital cuando encontrar una sola pista de uno mismo en la madeja embarullada de los días que se repiten, uno tras otro, y otro, y otro más, sin solución de continuidad, con un principio que no acaba y un fin que no termina de llegar, es el reto que nunca llegas a cumplir.
Cómo tirar, ir tirando, como aquel que dice, cuando ni siquiera el año nuevo -el momento por excelencia para replantearse la vida de uno, aunque sólo sea porque la ves reflejada en el espejo de la risa del de al lado- es ya una excusa para marcarte metas que cumplir.
Porque, en el fondo, sabes que nunca las cumplirás. Sabes que seguirás ahí, por inercia, porque no hay soga que te haga levantar los pies del suelo ni sueño que sea capaz de atarte al cielo que siempre perseguiste y ya te estás cansando de esperar. Que no baja y sólo tienes constancia de él en la medida de que siempre se te termina cayendo encima.
Cómo hacer propósitos cuando no eres capaz de oír, siquiera de lejos, un solo acorde del Concierto de Año Nuevo y hasta los saltos de esquí que marcaron cada volver a empezar de la nueva vida que se supone que estrenas cada nuevo año han pasado a mejor muerte. O simplemente a mejor espera.
Que la espera es la peor de las agonías.
Para qué esperar, si el suspense [...] termina siempre en suspenso [0].
Va a ser que te entiendo perfectamente... Muy bien.
ResponderEliminarAunque, yo no habría sido capaz de proponer ningún tema, y mucho menos de ser efectiva y rápida en mi trabajo.
Escribes de puta madre. ;)
Gracias, Covi. Anda que tú escribes mal...
ResponderEliminarMe propuse no dejarme llevar en exceso por la melancolía este nuevo año... pero ya ves, dos días después del propósito, ya he desistido. Una penita.
¿Y quién ha dicho que la melancolía es mala? Sólo que hay ue controlarla y limitarla un poco. Ahora hay que conseguir que la combines con un poco de optimismo y (casi) todo solucionado... Pero, claro, me faltan muchos detalles como para decirte nada más. Sólo que mucho ánimo, siempre hay que tener mucho ánimo y no perder la sonrisa.
ResponderEliminarXreo que tienes un grave problema en la cabeza con el tema de los kilos......estas obsesionada!!!!
ResponderEliminarResulta un tanto aburrido oir siempre lo mismo!!!
Frecuentar la calle melancolía es como pasearse por la calle Carretas en sus buenos tiempos... da un poco de grima. Por cierto, ¿acaso acumulas tantos suspensos?, ¿a qué suspensos te refieres?, ¿académicos, laborales, sentimentales, personales?. Para mí que no queda muy claro. Me resultas confusa cuando escribes cosas así.
ResponderEliminarJuan, gracias por el consejo. Son sólo días... y el blog me sirve de desahogo, para desgracia de los que aún me seguís.
ResponderEliminarTorete, piensa lo que quieras acerca de mis kilos. Si te resulto aburrida, lo siento... nadie te obliga a leer.
Rajah, no he dicho que acumule tantos suspensos. Y tampoco que pasee por la calle Melancolía todo el tiempo. Si lo hiciera, en cualquier caso, no sería mal lugar... que se lo digan a Sabina. Y si resulto confusa, me alegro: forma parte de mi intención cuando escribo estos textos introspectivos-impersonales.
Gracias a todos los que me dais arreones. A veces sirven más que las palmaditas, aunque la "terapia Risto" no siempre se lleva con filosofía...
Me alegro de que te alegre resultar confusa, me parece algo bueno. Al menos a mí nunca me parecerás aburrida, ni mucho menos. No dije que pasearas todo el tiempo por la calle Melancolía, solamente digo que la frecuentas. La frecuentas más de lo que debes (me atrevo a valorar que eso, últimamente, hasta puede ser influencia de Germán, jeje). Y no digo que sea mala influencia, en absoluto.
ResponderEliminarLas palmaditas que se suelen dar tienen mucho de autocomplaciencia. Particularmente prefiero lo que llamas arreones, pero no al estilo Risto Mejide, cuyo personaje no deja de ser otro mamarracho "producto" de la telebasura.
Me alegra constatar que te vas alejando del orbe taurino... que no sólo de toros se alimentan tus lectores.
Una cosa que se me olvidaba... tampoco aseguré que acumularas tantos suspensos, simplemente me preguntaba si realmente era así. Que ya sé que no, que no los acumulas.
ResponderEliminarY Ahora voy a copiar cien veces autocomplacencia en mi cuaderno. A ver si no soy tan cafre.
¿Autocomplacencia?
ResponderEliminarQue conste que no me refiero a la masturbación femenina o masculina sino al hecho de que el exceso de palmaditas a veces puede producir que llegues a creerte algo o alguien que no eres, y por tanto te autocomplaces creyéndote las alabanzas ajenas que a todos, en alguna ocasión, nos alimentan el ego. Unas veces merecidamente y otras no.
ResponderEliminar¿Crees que me refugie en la autocomplacencia?
ResponderEliminarRefugio, quería decir.
ResponderEliminarSimplemente comentaba lo de las palmaditas que habías dejado escrito antes.
ResponderEliminarNo, realmente no creo que seas de las que caigan o se refugien en eso. Tengo constatado que no.
Eres realmente lista y, por tanto, tienes demasiada capacidad por ti misma como para no caer en eso.
Lo que sí te digo es que te gustes más a ti misma y trates de gustar menos a los demás. Porque los demás no pagan tus facturas ni conviven contigo a diario.