Los besos que no se dan salen de nosotros en forma de pequeños suspiros, por el aire, y luego se convierten en diminutos duendecillos que viven en el bosque, en sus casitas de champiñón. Éstos, hacen que vuelvan a nosotros, por el mismo camino, para que los recibamos o los volvamamos a dar mucho más calidos e inménsamente mas dulces. De esa forma jamás se pierden y nunca se rompe el circuito cerrado del cariño.
Los besos que no se dan salen de nosotros en forma de pequeños suspiros, por el aire, y luego se convierten en diminutos duendecillos que viven en el bosque, en sus casitas de champiñón. Éstos, hacen que vuelvan a nosotros, por el mismo camino, para que los recibamos o los volvamamos a dar mucho más calidos e inménsamente mas dulces. De esa forma jamás se pierden y nunca se rompe el circuito cerrado del cariño.
ResponderEliminarQué bonito, Beti!!!! Pues entonces a mí van a venir un montón!!!!
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