sábado, febrero 27, 2010
Glamour sin negritas
Confieso que hoy soy la antiperiodista. Sí, qué le voy a hacer. Resulta que me estreno en una de las fiestas más esperadas del invierno madrileño y cuento todo... pero con cuatro días de retraso. Me haré a la idea de que en lugar de blogger soy una plumilla de revista semanal y punto. O mensual, para que me dé menos cargo de conciencia.
El caso es que el martes me dio por empaparme de glamour y me planté en la fiesta de los IV Premios AD de Arquitectura, Diseño e Interiorismo. A currar, eso sí. O a intentarlo. Fue mi primer photocall -a mis treinta años ya era hora, por otra parte- y lo cierto es que famoseo hubo más bien poco.
Sencilla y algo tímida -como siempre- llegó Blanca Martínez de Irujo, recientemente incorporada a la redacción de Architectural Digest -ignoro su cometido, pero buen gusto, tenerlo, lo tiene-. Más dicharachera estuvo María León, estilista y directora de Comunicación de Pedro del Hierro -dice Miquel Serra (sí, sí, el del Tomate) que fue novia del príncipe... pero yo creo que María resulta muy joven para el heredero, la verdad-... y que, según acabo de descubrir, también es bloggera (María, si me lees, hazme un enlacito, porfa, o déjame un comentario que me alegre la mañana). Claro que, para simpática, dicharachera, elegante, diva, glamourosa... y ya, que me da la envidia, Bibiana Fernández: nadie mejor que ella, en plena redecoración de su vida (momento Ikea pero a lo grande y en tiendas de postín), para presentar los premios más importantes de la decoración en España.
Después -o antes, ya no me acuerdo- llegaron los premiados: sonriente Pascua Ortega, dicharachera Teresa Sapey, simpáticos y algo nerviosos Clara del Portillo y Álex Selma (Yonoh Estudio Creativo, Premio Rado al Valor Emergente), serio Konstantin Grcic y... y... me gustaría decir algo de Juan Herreros, pero pasó inadvertido -salvo por su pelo, algo alborotado.
Recién llegados de Cibeles aterrizaron Roberto Torreta y Fernando Lemoniez, ante la mirada atenta y la sonrisa presta de Quique Sarasola, todo terciopelo rojo en contraste con los dientes blancos.
Y hasta aquí llegaron las negritas-con permiso de Beatriz de Orleans, Jose Toledo o Carla Royo Villanova, la más atenta de la fiesta-. Bueno, hasta aquí y hasta las eternas zanjas, representadas por Alberto Ruiz-Gallardón, que sólo quiso rendirse ante los encantos del foco de Sé lo que hicisteis. ¿Pero qué tiene Cristina Pedroche que no tenga yo? (vale, vale... lo que Cristina no tiene es lo que a mí me sobra, o sea, edad y grasa).
Fuente: AVNC
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A mi la moda, Noelia, no me interesa, es más, pienso que se esconde mucha frivolidad entre bambalinas y agujas, da lo mismo. Cada cual es libre de hacer lo que le venga en gana, y hace muy bien, caray. Eso no quita para que me guste ver y admirar a una mujer con estilo, clase y elegancia, cosas estas últimas de la que tú vas sobrá.
ResponderEliminarUn beso.
La moda me gusta, lo que me asquea es esa frivolidad a la que tú aludes... el fashionismo, vaya. Y gracias por el piropo!!
ResponderEliminarPues a mí la frivolidad sí que me gusta, al menos la que se expresa con estilo y elegancia. En eso tengo que reconocer que soy un poco dandy. Me encantaría cubrir una cosa de estas. En calidad de bloguero o en calidad de frívolo. Por cierto, ahora mismo voy a hacerme fan de José Miguel Rodríguez-Sieiro en Facebook. ^^
ResponderEliminarTe vas a condenar Petrarca
ResponderEliminarSaludos
Petrarca, la frivolidad me gusta si uno no hace de ello una forma de vida. En cualquier caso, me parece respetable.
ResponderEliminarBate... ¡¡deja que cada cual se condene como quiera!! Jejejejeje.