Como ellos, millones de voluntarios trabajan cada día con un solo objetivo: cambiar el mundo. Parece una meta grandilocuente, pero no lo es: el mundo se cambia con pequeños gestos, con la ayuda que podamos prestar, por nimia que parezca, a aquellos que nos rodean.
SOLIDARIDAD CERCANA
Cobrar, no cobran. O no trabajan por dinero -porque hay voluntarios que se dedican profesionalmente al trabajo en ONG, pero reciben un sueldo de subsistencia-. Pero la recompensa que reciben es mucho más gratificante que un puñado de euros: "Ver que puedes dar satisfacción a alguien te hace revalorizarte, sentirte útil", confiesa Vicente Álvarez, director de Mensajeros de la Paz.
En esta asociación vemos muy claro un ejemplo de lo que podríamos llamar "solidaridad cercana": no es necesario cruzar medio mundo, dejar a tu familia, despedirte del trabajo y cerrar tu casa para ayudar a los demás; a veces es tan sencillo como coger un teléfono. Es lo que hacen cada día los voluntarios del Teléfono Dorado de Mensajeros de la Paz (900 22 22 23), un servicio gratuito en el que la gente que no tiene a nadie se siente acompañada con el simple hecho de escuchar una voz amable al otro lado del auricular. "Te llamo para darte los buenos días", les dicen a los voluntarios algunos usuarios. "¿Me das la receta del pollo al chilindrón?", que con la excusa de la cocina buscan cinco minutos de conversación en medio de un día condenado a no cruzar palabra más que con las paredes.
UN MANDELA DAY CADA DÍA
Cada uno ayuda como puede. Ése es el objetivo del Mandela Day, que hoy se celebra en Madrid: que cada uno dedique 67 minutos de su tiempo a ayudar a los demás... y no sólo los 18 de julio: "Los 67 años que Nelson Mandela dedicó a su lucha hemos querido simbolizarlos con 67 minutos como una llamada a la acción", explica Gabriela Valli, coordinadora de la plataforma de voluntariado 46664.
Esta plataforma puede ser el principio, el punto de partida para un cambio radical en nuestra vida y en la de aquellos que nos esperan con los brazos abiertos. Allí ponen en contacto a las ONG con los voluntarios. Todo para que los grandes ideales dejen de ser utopías y cobren forma corpórea en la sonrisa de un niño.
Foto: nyclovesnyc.blogspot.com en Flickr.
Vídeo: laSexta Noticias (reportaje realizado por Gonzalo Gutiérrez y una servidora).
La solución es más cercana, aunque me quito el sombrero ante estas gentes que, si hay Dios, serán salvadas.
ResponderEliminarDe todas formas me pega un tirón tremendo el pueblo saharaui y me encanta encontrármelo en tu casa. Si tuviera una dos vidas, la segunda la emplearía en convivir con ellos como una saharaui más... ando exótica, no es la 'caló', tranquila, es que a ese pueblo se le dejó tirado como a los perros y la dignidad le sobra, bellísimo además, es un pueblo con mucha belleza, yo no he visto jamás niños tan guapos.
La condesa de Estraza
Toda la razón, condesa. Los niños, guapos a rabiar, y las mujeres, elegantes y con ojos llenos de misterio.
ResponderEliminarGracias por su visita.
Besos.
Y los hombres delgados de esos que se les cuentan las costillas, como galgos: guerra al músculo, peste de macizos y otras especies barrigonas.
ResponderEliminarLa condesa de Estraza