Cogí Quattrocento con pereza, pues no me va la novela histórica, pero las últimas doscientas páginas han caído casi casi de un tirón.
Me ha gustado Susana Fortes. Su minuciosidad en las descripciones, su exactitud en el lenguaje sobre la pintura, su prosa trabajada, su bagaje documental... En ocasiones, el relato chirría por cambios de tono demasiado bruscos y que, en mi discreta, discretísima opinión, desentonan del conjunto de la historia.
Pero me ha gustado.
He tomado numerosas notas, de las cuales destaco, por su oportunidad respecto al momento vital que atravieso, las siguientes:
“Quizá la lección de Schliemann es que sólo se puede encontrar lo que se busca. O dicho de otro modo: para encontrar algo hay que haberlo soñado antes con la voluntad”.
“A veces ocurre que cuando parece que ganamos, en realidad perdemos, y sin embargo cuando parece que hemos tocado fondo, de pronto, sin saber cómo, salimos de nuevo a flote”.
“Nadie puede vaticinar la manera que eligen los sueños para materializarse. Son los propios sueños los que inventan la realidad”.
“Quizá todo consistiera en eso, en saber conservar la mínima joya luminosa de esa belleza momentánea”.
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