Yo, por ejemplo, no pregunto nunca. A mí me dicen: “Buenos días... ¿qué tal?”, y yo contesto: “Bien, gracias”. Y no devuelvo la pregunta. By the flies, que decía aquél. Mi madre dice que eso no se hace, que soy un poquito maleducada y que ella no me ha enseñado esas cosas. Ni esas ni otras, creo yo. Pero es que yo siempre fui muy autodidacta.
Miro a mi ficus y parece decirme que me deje de autodidactismos y le cuide más. Que me compre un libro de jardinería y me haga responsable de una vez. Que un día de estos va a morir de inanición. Pobre.
La verdad es que lo noto raro. Está como serio. Las hojas se le están poniendo amarillas y parecen haberse rendido a la fuerza de la gravedad. Y yo, como dicen que hay que hablarle a las plantas, decirles cosas bonitas, le musito dulcemente “Anda, guapo, ven, devórame otra vez...”. Y se lo digo con musiquita y todo, como si el soniquete salsero pudiera revivir sus hormonas y provocar la erección paulatina de sus hojas. Intento recordar no sé qué de las sábanas, pero intuyo que en esta ocasión debería quizá cambiarlo por algo relacionado con el abono... y... no, creo que desisto... mi profesora de literatura decía que no está bien eso de forzar los símiles. O las alegorías, ya no me acuerdo.
Aún me queda un culín de Cardhu. Y sólo un culín, que la botella está ya escurrida del todo. Mañana le diré a mi madre que sea buena y traiga un poquito más. Anda, mamá... si sabes que es para las visitas... sí, mamá... no, no estoy saliendo con nadie... que no, mamá... que no, que no... que no he vuelto con Arturo. Sí, Arturo sigue en La Coruña... ¿que quién me lo ha dicho?... una tal María Pita, que dice que ya lo conoce bien... pobre, no sabe lo que le espera... Y entonces mamá me traerá el Cardhu. Porque lo que mamá quiere es que no vuelva con Arturo. Y como dicen que el alcohol desinfecta las heridas, igual también esteriliza tanta felicidad embadurnada de arroz chino. Mamá siempre tan resuelta...
Le diré que también le dé un repasito al ficus.
Continuará...
Sencillamente genial, estoy más enganchada a esta historia que a la nueva serie de A3.
ResponderEliminarMil besos guapa.
Jajajaja... seguiré, pues.
ResponderEliminarBesotes.
Admirada Noelia, Me gusta mucho leer "tus" cosas,me rio mucho y sobre todo alguna citas y expresiones, me encanta lo de la moscas. Continua escribiendo.
ResponderEliminarImpensable para mi que una botella de alcohol dure tanto o me la bebo yo o se la beben los que pasan por mi casa.
De tu nuevo trabajo, ni muuuu.
A tus pies
El Coronel
Gracias, coronel. Me alegro de que se ría usted, porque en la mayoría de las ocasiones pienso que escribo cosas que sólo me hacen gracia a mí... jejejeje.
ResponderEliminarDe lo del nuevo trabajo, sí, es mejor no comentar nada todavía.
Besos.
Cada día me gusta más tu blog. Por cierto, ¿has ido a probar algún batido de yogur para subirte el ánimo?
ResponderEliminarGracias, Lunaro. Precisamente el otro día me acordé de ti por esta cuestión: invité a cenar a mi señora madre y nos regalamos una pedazo de mousse de yogur que te mueres de postre... Ummmmmmmmmm... Creo que el viernes va a caer otra.
ResponderEliminarBesos.
Yo estoy hecha polvo, tra haberle prestado cuidados sanitarios ha muerto mi palmera, RIP.
ResponderEliminarLa condesa de Estraza
Mi planta de la suerte también empieza a declinar. Y eso sí que me jode... ¿querrá decir que se me acaba la buena suerte? Voy a echarle abono líquido esta misma tarde.
ResponderEliminarDe todos modos, a mí no me dura una puñetera planta, se lo digo. Soy mala consejera en cuestiones botánicas.
Noelia, yo tengo un Poto en la oficina que se sale de grande y eso que solo recibe luz de fluorescente. ¿seran las manos? Yo creo que es solo descuido.
ResponderEliminarDe verdad que me rio mucho con tus escritos.
A tus pies
El Coronel
Dice la condesa que las plantas también se mueren por exceso de cuidados. Así que, a partir de ahora, no la riego. Sólo la hablo. Y a ver qué tal.
ResponderEliminarLos potos es que crecen mucho, de todos modos. Voy a ver si me compro uno.