Chihuahua dice que es que es imposible inspirarse con la música que gasto. Que hay que tener valor. Que así pasa luego, que nadie quiere acercarse a menos de dos metros de mis escritos, por temor a sufrir una descarga eléctrica. O así.
Y yo le miro y pienso que quizá tenga razón. Y le digo que me proponga algo mejor. Y entonces me devuelve la mirada, esta vez con lástima, se da media vuelta y se va con la tal Patricia.
Cualquier día me abandona hasta el desodorante. Eso será el principio del fin. Porque yo podría aguantar que me abandonase cualquiera, desde mi novio –que no tengo- hasta mi madre, pasando por Paco, Gemma o mi ficus. Cualquiera menos el desodorante. Eso sería el colmo de la caspa, ¿no creen?
Ayer iba en el metro y noté cómo el lactosérum desaparecía de las axilas de mi vecino de asiento. Etéreo e inmaterial, el néctar de la antisudoración recubierta de tersura se evaporaba e iba haciendo añicos la atmósfera plomiza del vagón, al tiempo que se expandía por la estancia un rancio olor a golondrinos. En realidad no sé muy bien a qué huelen los golondrinos –ni a qué huelen las cosas que no huelen-, pero es que, mientras intentaba forzar la metáfora, recordaba las proezas del coronel Aureliano Buendía y no podía resistirme al dolor frenético que el héroe militar de la soledad experimentaba en sus axilas minutos antes de su fusilamiento. García Márquez escribió entonces que Buendía sufría de golondrinos y yo, que, como ya les he comentado, soy bastante autodidacta, me monté la película por mi cuenta y asocié los golondrinos a la falta de higiene sobacal -sí, sí, ya sé que no, pero la imaginación tiene esas cosas. Y la falta de sueño, otras peores.
Puede que a alguien le esté dando el desayuno. O la comida, merienda o cena. En tal caso, reciban mis más sentidas disculpas. Pero imagínense entonces el viajecito que le dio a una servidora el amigo del metro.
Si es que el suburbano tiene estas cosas. Pero también es divertido, no vayan ustedes a creer. Por ejemplo, hay veces que se te sienta al lado un niño que no para de hacer preguntas. Que si cómo te llamas. Que si dónde vas. Que si no te hacen daño esos zapatos tan horteras con esa puntera tan picuda que llevas puestos. Que si por qué te pintas el pelo de rojo. Que si por qué te pintas los ojos como Cruella de Vil. Y que qué dicen tus hijos de todo eso.
Y claro, cuando sale a relucir la palabra “hijos”, puede temblar Roma. O, cuanto menos, mi autoestima.
Continuará...
Noelia, eso te pasa por viajar en metro, con lo bien que se circula en este mes por Madriz, además despues de conocerte que hay mujeres que deberian tener chofer ¿te viene la musa? ¿no? vale, pues sigo.: Lo de la musa es siempre un problema, yo cuando quiero que me visite, piens en cosas, sexuales, por eejmplo: la cuenta del banco en numeros rojos, la ultima discusión con mi conyuge, (ella llevaba razón y no se la di) es decir como tu decias en cierta ocasión: "cosas que joden". Tengo muchas más.
ResponderEliminarUltima solución, si la musa se resiste, dale al Cardhu. que además segureo que a tus ex, les jode y tu te acuerdas de ellos, que seguramente jode más.
Si aun asi no llega, rindete y deja la escritura para otro día.
A tus pies
El Coronel
Coronel, tengo una sugerencia mejor: ir a ver Mamma Mía! Acabo de volver de disfrutarla, precisamente con mi Mamma, y tengo que reconocer que es sencillamente genial.
ResponderEliminarMañana cuento más.
Besos.
No hay cosa peor para espantar a la musa que invocarla. Estoy con el Coronel.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la sudoración en el vagón... no sé, es duro. Los golondrinos duelen mayormente a dolor. Los sobacos, a sudor. Y a apreturas, a reconcentrao. Puro y duro, aunque te joda la imagen literaria estupenda que has buscado para el post.
Cada día escribes mejor, jodía.
Un beso a ambos.
p.d. Coronel, vaya haciendo acopio de cerillas. En cuanto mi bolsillo deje de tiritar, quemamos Madriz, con zeta de toda la vida. ;)
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ResponderEliminarBerrendita, en primer lugar, gracias por los piropitos... Me tomaré un chupito a tu salud, aunque sea chupito de agua con líquido de herbolario. Lo de los golondrinos... ya sé que duelen... pero, cuando no los has sufrido, ¿cómo te los imaginas? Yo me los imaginaba así...
ResponderEliminar¿Me puedo apuntar a quemar Madrid?
jajaja, increible lo de cruela de vil, de verdad te han dicho eso?? y lo de los hijos tb?? ya será menos!!!
ResponderEliminarJejejeje... intriga... no, no me pinto los ojos como Cruella de Vil. Lo de los niños sí que me lo han dicho. Y lo peor es que no me lo han dicho ahora, que tengo edad, sino que me lo decían hace seis años, cuando me dio por escribir esta sarta de tonterías...
ResponderEliminarNoelia, ya sabes que los niños son lo seres mas crueles del mundo mundial, que dice un sobrino mio.
ResponderEliminarTu estas apuntada a la quema desde el primer momento, al igual que Berrendita y La Condesa si es su deseo.
Como es de suponer en septiembre la organizadora del evento tendras que ser tu, que nos tienes a todos localizados.
Lo de Neron, ya lo aviso, una fogata.
A tus pies
El Coronel
Pd. Berrendita mi bolsillo no tirita, son movimientos epilepticos
Movimientos epilépticos... jajajaja... ¡¡eso te pasa por invitarnos a cenar!! ¡¡Si es que hay que pagar a escote!! Jajajaja...
ResponderEliminarYo no soy muy buena organizadora, todo hay que decirlo, pero ya se me ocurrirá algo.
Besotes.
Noelia, nada que ver con la invitación, solo he querido ser solidario con Berendita.
ResponderEliminarEstoy seguro de tus dotes de organización. Por cierto que curioso bolso ese bolso tuyo azul con vueltas de capote.
Me extrañaria mucho que no seas capaz de organizar un evento tan secillo como "quemar Madriz".
A tus pies
Salud
El Coronel
Gracias... Bueno, supongo que para quemar Madrid con una buena minifalda, unos tacones y una cerilla es suficiente, ¿no?
ResponderEliminarJajajaja...